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No ens roba Vallecas, ens roba Pedralbes

Manifestantes con un cartel que dice: 'No ens roba Vallecas, ens roba Pedralbes'

Pablo Echenique

Secretario de Organización de Podemos —

La cosa es muy sencilla:

1.- Lo que la historia ha dado en denominar “las derechas” son aquellos partidos (y satélites sociales, mediáticos, empresariales) que se caracterizan por una única cosa y sólo una: que su programa real es aumentar el poder y la riqueza de una minoría que ya es rica y poderosa sin importar que esto pueda estropear el presente y el futuro de la inmensa mayoría de la población.

2.- En el pasado y en algunas sociedades autoritarias actuales también, esto se podía/puede llevar a cabo mediante la coerción pura y dura; por la fuerza, vamos. En 2018 y en las sociedades modernas, “las derechas” necesitan (menos mal) que la gente les vote, para así acceder a las instituciones por la vía democrática y, desde ahí, implementar su programa real.

3.- El problema es que el programa real de “las derechas” tiene mala venta. Está claro que muy poca gente les votaría si explicasen sin paños calientes sus verdaderas intenciones. “En dos años, vamos a vender todo el parque de vivienda pública a los fondos buitre y ellos nos van a ‘donar’ un 3% para financiar nuestras campañas electorales. Seguramente, esto disparará los precios del alquiler, pero qué le vamos a hacer… os jodéis y listo”. Así no funciona. Algo tenían que pensar.

4.- Lo primero un poco de marketing. ¿Por qué no acortamos, por ejemplo, el concepto original de la “libertad de unos pocos para saquear un país” y lo llamamos simplemente “libertad”? Perfecto, así parece que lo de expoliar las empresas públicas estratégicas y explotar a los trabajadores tiene algo que ver con poder elegir el sabor del helado. Genial. Lo llamamos entonces “libertad” a secas y nosotros somos los “liberales”. Redondo.

5.- Pero claro, a pesar del marketing, sigue siendo un hecho como un piano que el programa real de “las derechas” es que le vaya mejor (aún) al 1% más poderoso de la población aunque eso suponga joderle la vida al 99% restante. Y claro, en el mundo de Internet, el 99% podría darse cuenta de la jugada. Por eso el marketing no basta y hay que complementar con la segunda parte de la estrategia: romper el 99% en trozos más pequeños y enfrentarlos entre sí. Además de la propaganda de ponerle nombres bonitos al saqueo, hay que gastar dinero en fractura y en odio. Para que nos entretengamos y así ellos puedan robar tranquilos

Hasta aquí el manual básico. Con esto se entiende casi todo, pero aún mejor se entiende si ponemos un buen ejemplo, como Catalunya.

En Catalunya hay dos derechas y, como ya hemos explicado que esto es la única cosa que las define como tales, las dos comparten programa real.

Ciudadanos está encantado con aplicar a rajatabla los criterios de estrangulamiento presupuestario de La Troika y Convergència i Unió votó a favor de la infame reforma del artículo 135 de la Constitución, que no es otra cosa que la soga de la horca. Los unos llevan dos años aprobando recortes y presupuestos antisociales en el Congreso de los Diputados, los otros llevan bastante más tiempo haciendo lo propio en el Parlament de Catalunya.

Ciudadanos y Convergència i Unió/PDeCat/Democracia i Llibertat/Junts per Catalunya, o como quiera que se rebauticen para que se nos olvide Pujol y el caso Palau, comparten grupo parlamentario en Bruselas (ALDE, los “liberales”) porque los dos defienden malvender la sanidad y la educación pública a los especuladores y porque los dos son abiertamente defensores del programa austericida y colonial de Alemania. Como dice mi compañero y amigo Rafa Mayoral, lo único que les diferencia es que Ciudadanos quiere que Merkel aterrice en Barajas y los neoliberales catalanes prefieren que aterrice en El Prat.

Y como el manual de operaciones es consecuencia lógica de lo invendible de su (coincidente) programa real, pues los dos también comparten manual. Claro.

Como ni Ciudadanos ni los neoliberales de Mas/Puigdemont/Torra quieren hablar de sus compartidos deseos de precarizar los empleos y las vidas de la mayoría, como los unos prefieren no recordar que defienden abaratar (aún más) el despido y los otros prefieren no recordar que aporrearon a los manifestantes del 15M en Plaça Catalunya antes de inventar esta cosa del procés, no les queda otra que darle bien al marketing y jugar a fracturar al 99% y a poner a la mitad de la gente corriente a odiar a la otra mitad.

“Las derechas” han buscado tradicionalmente esta fractura en diferentes ejes espurios, como la religión o el color de la piel. Ciudadanos y sus compañeros de grupo parlamentario en Bruselas han elegido otro clásico para quebrar al pueblo catalán (y también al pueblo Español): a banderazo limpio.

Para seguir ocultando su programa real común y, por lo tanto, para seguir existiendo electoralmente, Ciudadanos y Junts per Alemania necesitan que haya dos Catalunyas enfrentadas encarnizadamente. Sólo si piensas con rabia e intensidad que la culpa de todos tus males la tiene tu vecino y su estelada/rojigualda el balcón, puede ser que se te olvide La Caixa y el Banco Sabadell.

Recientemente y con más de 50 palestinos asesinados en Gaza y más de 2000 heridos, el portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados tuiteaba que Israel es “luz para las naciones” y un “Estado moderno”.

Unas semanas antes, Carles Puigdemont manifestaba idéntica admiración por el país hebreo que ha sabido llevar la segregación racial y apartheid a niveles de ilegalidad internacional escandalosos.

Supongo que es pura casualidad, pero no puedo evitar que esta “coincidencia” me traiga a la memoria que Ciudadanos se ha manifestado en los últimos meses en Catalunya junto a La Falange y otras plataformas neofascistas que defienden el nacionalismo español más excluyente. No puedo evitar tampoco pensar en los escritos racistas del nuevo President de la Generalitat, Joaquim Torra, en los que afirma que los castellanohablantes somos bestias con problemas en el ADN o en los que afirma, negro sobre blanco, que, si uno tiene una patria, sólo puede tener una. Es decir, que la patria sirve para excluir y separarte de los que no tienen la tuya.

De todos modos, lo que seguro no es casualidad es que Ciudadanos este jaleando al PP para que se ponga lo más bruto posible en Catalunya y que Puigdemont haya elegido al tipo más supremacista y reaccionario de su candidatura como su “President en Cap”. Seguro que no es casualidad porque los dos están tirando del manual de “las derechas” para que no pensemos en su programa económico conjunto: comprar acciones de “Odio y Fractura S.A.” y salir a los mítines con el bote de gasolina en la mano.

Frente los irresponsables que hacen política enfrentando a la gente trabajadora, frente a los que quieren partir Catalunya y España en dos mitades irreconciliables por puro cálculo electoral, sólo tengo una cosa que decir: Os venceremos.

Os venceremos con lo contrario de lo que representáis. Os venceremos con un 99% unido en la diversidad. Os venceremos diciendo en todas partes que España es plurinacional y que Catalunya también lo es. Que la diversidad de lenguas, de orígenes y de instituciones democráticas es una riqueza y una hermosa potencialidad de Catalunya y también de España. Que es una ventaja competitiva y una fuente de innovación y cultura… y que no vamos a permitir que lo arrastréis por el barro de vuestra táctica propagandística, que no vamos a permitir que uséis algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos para enfrentarnos.

Os venceremos uniendo lo que vosotros queréis fracturar con el mejor pegamento posible: la fraternidad y los derechos. Lo que une a los pueblos en su diversidad es justo lo que vosotros queréis saquear mientras ondeáis las banderas. Lo que une a los pueblos en su diversidad es la profunda convicción de que la patria no es un himno o unos colores, sino cuidar a la gente.

El pegamento que unirá lo que Riveras y Torras queréis partir se llama salarios dignos, derecho a la vivienda, educación pública y de calidad, la mejor sanidad universal, pensiones justas y un futuro de seguridad y prosperidad para el 99%.

Nosotros sabemos que la culpa de la falta de expectativas no la tiene nuestro hermano catalán o nuestra hermana española, sino vuestros amos comunes en los consejos de administración de las multinacionales… y eso también une mucho.

Como rezaba un sabio cartel que encontré en las redes sociales pero que perfectamente podría haber encontrado en el 15M: “No ens roba Vallecas, ens roba Pedralbes”.

Os venceremos porque vuestro mayor pecado es vuestra mayor debilidad. Pensáis que los catalanes y los españoles somos idiotas y hacéis política en consecuencia. Pero os equivocáis y os lo vamos a demostrar.

Bob Marley cantaba que “se puede engañar a algunos durante un tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Nosotros decimos “tic tac, tic tac”.

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