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Guerras y democracia

Ghaleb Jaber Ibrahim

Presidente de la Fundación Araguaney – Puente de Culturas —

Irak, Libia, Siria y Yemen. Cuatro estados destruidos por la misma estúpida lógica de los que toman siempre decisiones erróneas en los momentos  inoportunos. La excusa eran Hussein, Gadhafi, Al Asad y Ben Saleh. El pretexto eran las fechorías de estos dictadores, a pesar de que prometían paz, democracia y prosperidad. Sin embargo, hoy solo vemos destrucción total: cientos de miles de muertes; millones de heridos y refugiados; y cuatro estados fallidos a nuestro alrededor, y entre nosotros, gente que recela de nosotros. Porque los árabes solo conocen nuestras armas y la ocupación que Occidente hace de sus tierras, convirtiéndonos en un problema para ellos.

En España hoy se repite la historia: en las guerras de la casa del PSOE, donde unos pocos y poderosos nostálgicos del poder se visten de aliados de medios de comunicación al servicio de quienes siembran tempestades y recogen ganancias. Políticos anclados en su cortoplacismo y defensores de la estabilidad de sus reinos declaran una guerra sin tener la seguridad ni la estrategia de poder ganarla. Una falta de lealtad y de responsabilidad hacia un partido, sus militantes, simpatizantes y la sociedad en general; carentes de un proyecto a medio y largo plazo que sea mejor para el país.

Y también quien ostenta el poder cuestionado por las guerrillas, taifas y baronías. Solo le quedaban dos caminos, el peligroso de atrincherarse en el castillo de Ferraz y permitir su destrucción o pactar una salida honrosa que permitiese salvar el castillo y sus habitantes. Desgraciadamente ni unos ni otros han sido quienes de mostrar un perfil de líderes, sino todo lo contrario. Líder, decía mi abuelo, es quien toma las decisiones correctas siempre en el momento adecuado. De no ser así, solo hay un resultado cierto, destrucción de lo construido con un claro perdedor, la democracia, que pertenece al pueblo como su propio nombre griego señala. Los partidos están obligados a tomar decisiones correctas en el tiempo oportuno, priorizando decisiones y ordenándolas en el corto, medio y largo plazo. Porque, insisto, la democracia es patrimonio de toda la sociedad.

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