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Investigación responsable, ahora más que nunca

Un trabajador de laboratorio en las instalaciones del Instituto de Virología de Wuhan.

Alicia Durán y Fuencisla Matesanz

Investigadoras del CSIC y delegadas de la SSE de CCOO del CSIC —

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La investigación en el CSIC no ha cesado a pesar del estado de alarma, se ha adaptado a la nueva realidad. Durante el estado de alarma han permanecido cerrados los laboratorios que no trabajaban en actividades esenciales. Pero han estado abiertos y trabajando, muchas veces en turnos de 24 horas, todos los laboratorios del CSIC y otros centros públicos como el Instituto de Salud Carlos III, universidades, hospitales y centros autonómicos, que luchan contra el virus. Y también los centros que trabajan en los proyectos financiados por el CSIC en su Plataforma Salud Global o por el ISCIII, que utilizan desde la biología a la inteligencia artificial para imaginar herramientas que venzan la COVID-19.

El resto del personal ha detenido su actividad presencial en los centros de trabajo para sumarse al esfuerzo del confinamiento, la mayoría de su personal ha estado trabajando en su casa, usualmente más horas que en situaciones normales. El personal investigador, pero también el personal técnico ofreciendo su experiencia y apoyo, y el personal de la administración del organismo, cuyo trabajo ha permitido continuar con la justificación de proyectos, la contratación y, muy importante, cobrar nuestras nóminas cada mes.

En esta etapa de confinamiento se han remitido muchas más publicaciones científicas que en un periodo normal. Por cierto, artículos firmados por hombres en mayor proporción, lo cual revela, una vez más, el impacto de género y sugiere que las mujeres asumen mayoritariamente las tareas de cuidados, también en esta pandemia. Hemos aprovechado para analizar datos, pensar y escribir, avanzando en proyectos y tesis doctorales. Y escrito proyectos nacionales y europeos. El trabajo no presencial ha sustituido a los viajes y reuniones nacionales e internacionales. Y se multiplican las herramientas para reuniones en remoto y teleconferencias, que también multiplican el número de horas de trabajo, recordándonos que es imprescindible regular el teletrabajo. Los acuerdos con la mayoría de Universidades están permitiendo defender tesis doctorales, y también TFM, por videoconferencia para que los estudiantes y doctorandos puedan continuar sus carreras.

Desde este pasado lunes 18 de mayo los centros del CSIC de todo el Estado estarán, a todos los efectos, en la Fase I del Plan de Contingencia frente al SARS-COV-2 (PC). Se trata de un Plan de Contingencia completo y riguroso, que ha sido elaborado por el Área de Prevención de Riesgos Laborales del CSIC, con la participación de los Delegados de Prevención y que fue aprobado por todos los sindicatos representados en la Mesa Delegada en la reunión del pasado 5 de mayo.

Este Plan tiene como objetivos básicos prevenir la infección causada por SARS-CoV-2 en los Institutos, Centros y Unidades (ICUs) del CSIC, responder de forma eficiente ante la aparición de nuevos casos, actuar en caso de producirse contactos con personas contagiadas y, planificar la reincorporación progresiva del personal del CSIC cuando lo considere el Gobierno y las Autoridades Sanitarias. Todos los institutos del CSIC están en distintas fases de elaboración de sus propios Planes de Contingencia, adaptados a las características de cada centro. Cada ICU deberá implementar las condiciones de seguridad necesarias para proteger la salud de todo el personal, y establecer la secuencia de incorporación del personal en función de su vulnerabilidad.

Esperamos que este Plan sea respetado también por los investigadores que, junto a algunas asociaciones, reclaman la apertura inmediata y la vuelta a los laboratorios, con la única justificación de la importancia fundamental de sus proyectos. Este colectivo argumenta, por ejemplo, que es absurdo abrir las peluquerías y mantener cerrados los laboratorios. Una comparación de una frivolidad que roza la irresponsabilidad. Declaraciones que chocan de lleno con las recomendaciones de los epidemiólogos, virólogos y en general todo el personal que se bate en primera línea estudiando el virus e intentando vencerlo con distintas estrategias. Todos indican el peligro de una vuelta descontrolada a los puestos de trabajo. La baja tasa de inmunidad de la población implica un peligro real e inminente de rebrotes que podrían devolvernos a la casilla de salida después del sacrificio en vidas humanas y en el fortísimo impacto económico y social que sufren millones de ciudadanos y ciudadanas.

La investigación nunca ha estado parada, ha estado trabajando y seguirá haciéndolo con responsabilidad. Porque la ciencia sigue siendo el motor esencial que sirve a la sociedad. Y es, como demuestra una vez más esta pandemia, como todas las catástrofes medioambientales o sanitarias que asolan el mundo, una herramienta fundamental para prevenir sus efectos sobre la población y el propio planeta. Prevenir mejor que curar. Esa es nuestra función. Sería conveniente recordarlo a la hora de invertir en ciencia y no acordarse solo de Santa Bárbara cuando truena. Por eso hay que reabrir los laboratorios con todas las medidas contempladas en los Planes de Contingencia. No sería tolerable una desescalada desordenada donde todo el mundo se incorpore a la vez, solo porque algunos investigadores consideren que sus proyectos no admiten más dilaciones. Porque el precio de un contagio en una peluquería será seguramente su cierre temporal. Pero un contagio en un centro de investigación puede significar el cierre de todo el centro, incluyendo aquellos laboratorios que sí son esenciales.

Ante los argumentos fútiles y las actitudes irresponsables de un grupo de investigadores sordos al riesgo que sus propios compañeros denuncian cada día, la única respuesta es la responsabilidad. Porque lo primero es la vida, la nuestra y la de la población para la que trabajamos.

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