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Querido presidente… Las cartas de un intelectual reformista a Felipe González

El ex presidente del Gobierno, Felipe González, junto al ex ministro de Educación y Ciencia José María Maravall y el empresario Juan Luis Cebrián

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La presencia de intelectuales en el poder o su cercanía o influencia en el mismo constituye un objeto de estudio siempre de enorme interés para los historiadores, máxime cuando se dispone, para su investigación, estudio y análisis, de documentos históricos de primera mano a partir de los cuales podemos elaborar una reflexión histórica, serena y con la suficiente y necesaria perspectiva. 

La puesta a disposición del archivo creado por la Fundación Felipe González de las cartas que José María Maravall Herrero escribió y envió a Felipe González durante la década de los 80 del siglo pasado nos ha permitido investigar los entresijos de una época ya con una historiografía muy considerable y aportar al conocimiento histórico una panorámica distinta y complementaria de aquella época. Trabajo que tendrá su continuación con la publicación, a lo largo del año próximo, de la primera biografía histórica de José María Maravall. 

El sociólogo y político, militante ugetista y socialista, opositor al franquismo, académico de Oxford y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, ministro y amigo del presidente, puso en marcha en esas cartas, verdaderos escritos políticos, una manera de mostrar su personal visión del cambio. De manera que su epistolario permite iniciar una suerte de diálogo histórico, establecido entre su personal prospectiva y el pasado más reciente.

En este caso, al valor añadido del análisis de la correspondencia entre políticos, un clásico ineludible de la historiografía por la riqueza de datos de primera mano e intrahistóricos que aporta, hay que sumar —como fuentes primarias cuya interpretación se aporta en este ensayo— el propio testimonio consciente, lúcido y con un fuerte sentido moral que proporciona la potente mirada subjetiva de un destacado y comprometido intelectual, en sentido estricto, un reputado sociólogo que comprendía muy bien la dinámica y la conciencia históricas. En el análisis contextual de sus cartas, por añadidura, hay que tener en cuenta que, “cuanto más recientes son, más aumentan los problemas y contenidos discursivos de las mismas”. 

Por ello, se ha elaborado una panorámica caleidoscópica que ha sido posible enriquecer, en buena medida, gracias al testimonio y las reflexiones del propio protagonista, efectuadas en una muy extensa entrevista, concedida ex profeso para la elaboración de este trabajo de investigación, el 17 de enero de 2020. 

En suma, a través de las misivas de José María Maravall a Felipe González —quien, como jefe del gobierno y secretario general del PSOE, tras obtener su tercera mayoría electoral consecutiva, ya había dejado dicho que “hay que renovar el PSOE para no morir de éxito”, se ha podido determinar la visión interior que, sobre los principales problemas del cambio tenía uno de los colaboradores más cercanos —y de mayor confianza personal— con el entonces presidente del gobierno. 

Alguien que se veía a sí mismo, por otro lado, más como un científico social que como político al uso, quien reflexionó ampliamente, durante siete largas cartas, escritas entre marzo de 1984 y septiembre de 1990, sobre asuntos políticos de gran calado, tales como la estrategia, la política de comunicación, los problemas en torno a la unidad del partido, las fallas en la coordinación interna con el PSOE, entre ministerios o con las Comunidades Autónomas, las políticas a priorizar y uno de los asuntos más controvertidos del primer mandato del PSOE: la permanencia en la OTAN. 

No en vano, la denominada década del cambio (1982—1992) estuvo sometida, desde su mismo desarrollo histórico, a un juicio político, mediático y social muy vehemente, propio de la trascendencia y expectativas generadas por el primer triunfo que un partido socialista había obtenido en España, al menos desde las elecciones constituyentes de 28 de junio de 1931. En palabras de Álvaro Soto y Abdón Mateos, “el cambio implicó una esperanza y una ilusión no sólo para los votantes socialistas, sino para una gran mayoría de españoles”, formando parte ya de la historia, pues, en su conjunto, “la etapa socialista entre 1982 y 1996 es un proceso acabado, aunque sigue influyendo en el presente” .

La presente investigación nos ha permitido identificar tres grandes grupos de problemas: la gestión de la economía y de las cuestiones sociales por parte de los poderes públicos, la comunicación institucional y las luchas de poder. 

El problema de la economía y cómo afrontar la adecuada planificación de su redistribución social ocupaba, sin duda, el primer plano. Y es que, más allá de la resolución puntual de los hechos sobrevenidos, día a día, además de la propia rutina de la administración y de la gestión ordinaria —que con frecuencia arrastraba y paralizaba la iniciativa política, adormeciendo los proyectos ideológicos y programáticos—, constituyó uno de los asuntos que más preocupó a Maravall, quien alertaría reiteradamente de esta problemática a Felipe González, ante el temor a defraudar las expectativas generadas, sobre todo en materia de política social, a un sector muy amplio de la ciudadanía. 

En cuanto a la comunicación política y su gestión, con elementos tan fundamentales como la coordinación, el discurso, la estrategia y el control de la narrativa, ocuparon también de forma considerable sus reflexiones. El sometimiento de la iniciativa política a la burocracia administrativa y la consiguiente incapacidad para marcar la agenda de comunicación fue para Maravall uno de los principales problemas del gobierno durante su larga singladura. 

Por último, las luchas de poder en un partido con una vida interna muy intensa y convulsa, a lo largo de toda su historia, desde que se fundara en 1879, se constituyó como el problema, quizá, más acuciante y doloroso para los protagonistas, por cuanto que se prolongó en el tiempo y produjo, como corolario, la división irreconciliable entre varios dirigentes y facciones del partido, comenzando por sus números uno y dos, Felipe González y Alfonso Guerra, división que no se zanjaría hasta la renovación generacional y política que trajo el XXXV Congreso del PSOE, celebrado en el año 2000.

Las cartas, cuyo contenido recoge un pensamiento estratégico y analítico —ligado a un profundo sentimiento de pragmatismo, en clara consonancia con el socialismo reformista que preconizaba el propio Felipe González—, demuestran, sobre todo, cómo se impusieron unos problemas comunes, constantes en los gobiernos democráticos occidentales que dominaron los sistemas políticos de partidos desde la postguerra mundial y ante los que la reacción de los liderazgos contó con el soporte de los análisis y reflexiones de una suerte de consejeros políticos, ajenos al organigrama oficial e institucional de los mismos (de la Presidencia del Gobierno en este caso), pero que sin embargo formaron parte del gobierno y fueron influyentes y decisivos en numerosas ocasiones y en varios ámbitos políticos y organizativos, como queda demostrado con esta visión interior de la década del cambio de José María Maravall. 

* El presente texto es una referencia anticipada del trabajo “Un intelectual en la Moncloa. Cartas y consejos de José María Maravall a Felipe González en la década del cambio”, de los mismos autores y aceptado para su publicación en el número 70 de la revista Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. Forma parte de los resultados del Proyecto de Investigación (2019—2021) “Historia, Memoria y Sociedad Digital. Nuevas formas de transmisión del pasado. La transición política a la democracia”, orientado al análisis de la representación del periodo 1975—1986 (programa Retos del Conocimiento, financiado por el Ministerio de Ciencia, Investigación y Universidades y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) con referencia RTI2018—093599—B—I00 MCIU/AE/FEDER, UE).

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