La regeneración urbana integrada como clave del Plan Estratégico Municipal de Madrid

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En los últimos años venimos constatando que la regeneración urbana de los barrios desfavorecidos es una política pública que ha perdido visibilidad en el marco de la Unión Europea-UE- y el contexto español. En relación con el primero, ha perdido presencia explícita en el discurso político, así como en el eje urbano de la Política de Cohesión que la financia a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). En efecto, como comprobamos a través de nuestra investigación, la trasposición de este eje al contexto español para su implementación en el periodo 2014-2020 (a través de un instrumento denominado Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado –EDUSI-) derivó en que sólo el 17% de dichas estrategias aplicasen una lógica de regeneración de barrios vulnerables. En el periodo anterior (2007-2013) el 100% de las estrategias o programas implementados en el mismo contexto (a través de un instrumento denominado Iniciativa Urbana) habían materializado un enfoque de ese tipo.

La pérdida de vigencia de la regeneración no es sólo propia de los marcos mencionados, sino que se extiende más allá. Observamos que en uno de los países que contribuyeron a dar forma a esta política pública en su origen, actuando como pionero, se verifica la misma tónica. Se trata de Reino Unido, donde algunos autores señalan que la regeneración urbana ha desaparecido en gran medida del discurso de las políticas públicas. Hall ha apuntado que el país se encuentra en un escenario “post-regeneración”.

Aunque todavía necesitamos tiempo y perspectiva para entender plenamente lo que está sucediendo, nos encontramos en un momento que hace pensar que la regeneración urbana de los barrios desfavorecidos está perdiendo la capacidad de mantenerse en la agenda de aquellos gobiernos (de la UE, nacionales, regionales, locales) que la habían introducido explícitamente en años y décadas anteriores. Al mismo tiempo, se observa que es una política pública sin capacidad de entrar en la agenda de aquellos gobiernos que no la habían implementado hasta ahora. En este escenario hay excepciones inspiradoras. Por ejemplo, Cataluña ha vuelto a lanzar en mayo de 2025 su Ley de Barrios.

Ante este escenario, cabe preguntarse por qué una política con capacidad de contribuir a la prosperidad y resiliencia del conjunto urbano, al afrontar la situación de desventaja de los barrios donde se radica y reproduce la vulnerabilidad, se descarta o está perdiendo prioridad. Es una cuestión paradójica si tenemos en cuenta que conocemos el problema y donde localiza, también si tenemos en cuenta los desafíos que gravitan sobre estos barrios. Como señaló Parkinson hace algunas décadas, la respuesta está en las lógicas que cada vez con mayor fuerza ven en la ciudad un contexto que tiene que mejorar su competitividad económica y operar para producir plusvalías, y no como un ámbito en el que actuar a través de políticas públicas para afrontar problemas o necesidades.

Sin embargo, en relación con el tema que nos ocupa, la práctica y la teoría han puesto de manifiesto que la transformación urbana al uso, que da buenos resultados en los barrios “prósperos” de las ciudades, no saca a los barrios vulnerables de su situación problemática. La lógica integrada y participada de la regeneración, que da lugar a estrategias que son cocreadas por la comunidad local, es la única que ha mostrado capacidad de mejorar la situación de los enclaves desfavorecidos si la atención sobre los mismos se mantiene en el tiempo y se dota de una dimensión social relevante. Hay mucha evidencia en Europa que demuestra este extremo, tanto en la práctica como recogida por la literatura.

Por otro lado, la policrisis presente y su territorialización en las ciudades produce efectos negativos en estas, dando lugar a lo que se ha denominado una “crisis urbana compleja” por parte de autores como Westman. Las consecuencias de la misma serán mucho peores en los barrios desfavorecidos, ya que parten de una situación de mayor vulnerabilidad. El cambio climático, el aumento de la desigualdad social, la polarización política y el menoscabo de los valores democráticos, el individualismo, la soledad no deseada, junto a otros desafíos, cercenan más la calidad de vida de las personas que habitan estos enclaves que la de los residentes en otros barrios.

Llevando la mirada de esta reflexión a Madrid, ciudad en la que desarrollo mi actividad profesional, identificamos que el municipio nunca se ha dotado de una política de regeneración urbana integrada (en algunos momentos, como el presente, se ha dotado de programas de rehabilitación centrados en la mejora física de los barrios). Esta falta de respuesta a través de una política específica choca con la magnitud del problema, ya que muchos de los barrios de la periferia, pero también algunas áreas de ámbitos más centrales, están en la situación descrita. Una situación de vulnerabilidad que se mantiene inalterada en el tiempo y que cuando se dan eventos disruptivos (como la pandemia, los eventos climáticos extremos –piénsese en Filomena-) se recrudece.

Esta realidad pone de manifiesto la necesidad, pertinencia y oportunidad que constituye el lanzamiento de un instrumento de regeneración urbana integrada en nuestra ciudad, con una fuerte dimensión social, acompañada de acción en los ejes físico/climático, económico y de gobernanza y desarrollada en partenariado con las comunidades locales y todos los actores interesados en participar. Madrid es una ciudad “rica” que tiene recursos para atender las problemáticas de los barrios vulnerables. Es cuestión de priorizar, de volver a poner en el foco de las políticas urbanas y el urbanismo las necesidades y problemas de la ciudad, dejando de primar sobre todo la competitividad económica.

Desde este texto se plantea la importancia de que esta mirada entre de lleno en el nuevo Plan General (o Plan Estratégico Municipal) que está desarrollando Madrid, de manera que la regeneración urbana integrada constituya uno de los ejes principales de actuación del mismo. Esta visión de momento no ha sido incorporada, pero de hacerlo constituiría uno de los ejes más transformadores hacia la sostenibilidad, la cohesión social y la resiliencia del instrumento que se está generando. Es cuestión de priorizarlo.