Resiliencia a través de la internacionalización
Las sociedades solo se recuperarán de la crisis de COVID-19 a través de la colaboración internacional. Las universidades han demostrado su valor en medio de la crisis de coronavirus. Las personas en todo el mundo confían cada vez más en la experiencia basada en la investigación. Sin embargo, nuestro conocimiento actual no es completo ni suficiente. Se están llevando a cabo enormes esfuerzos para comprender mejor cómo se comportan el virus del SARS-CoV-2 y otros, cómo evolucionan las pandemias en un mundo altamente conectado y cómo puede mejorarse el tratamiento médico de las infecciones. La investigación futura también será necesaria para evaluar cómo las sociedades y las personas se han adaptado a las excepcionales circunstancias actuales, cómo pueden haber cambiado en el proceso y cómo pueden volverse más resistentes para hacer frente a futuras crisis. Estas pueden muy bien ser de diferente naturaleza, por no mencionar, explícitamente, el cambio climático. El asesoramiento científico es de vital importancia para la acción política, y no solo cuando los sistemas de salud están bajo presión.
Ciertamente, las universidades han trabajado sin descanso y han demostrado su valor. Pero ¿han hecho lo suficiente? La verdad es que tuvimos que concentrarnos mucho en nuestro espacio doméstico debido a la fuerza con que nos golpeó la pandemia, y la prisa con la que tuvimos que tomar decisiones importantes. Pero ninguna institución sola, ningún país solo podrán abordar los desafíos que se avecinan.
La complejidad de los desafíos requiere un enfoque internacional de «ciencia de equipo», con grandes consorcios, aprovechando las fortalezas, la experiencia y la perspectiva de científicos de diferentes campos y de diferentes países. Se requerirá un esfuerzo concertado y una inversión considerable para asegurar en el futuro las redes internacionales, las organizaciones y sus actividades. Las implicaciones de gran alcance de la crisis económica global requerirán nuevos conjuntos de conocimientos, capacitación de la fuerza laboral y nuevas formas de aprendizaje.
La iniciativa de las universidades europeas, a la que se unieron nuestras universidades el año pasado, ofrece un marco prometedor para enfocar algunos de estos esfuerzos e inversiones en educación e investigación internacional. En 2018, lanzamos conjuntamente Una Europa, una alianza de ocho universidades. Como ejemplifica nuestro nombre, Una Europa, nuestra Alianza, se extiende por todas partes de Europa, habla nueve idiomas diferentes y trabaja en diferentes culturas y sistemas. A pesar de nuestro enfoque reciente en nuestro propio espacio doméstico, Una Europa nos ha ayudado a permanecer conectados mientras abordamos los mismos o similares problemas. Gracias a nuestra identidad transfronteriza y a nuestro compromiso conjunto de trabajar para lograr un campus virtual europeo tuvimos la oportunidad de poner a prueba, al tiempo que comenzaban su andadura, algunas iniciativas determinantes en educación e investigación que serán necesarias en el mundo post-corona.
Nuestra investigación conjunta se centra en áreas vitales para mejorar la resiliencia y la sostenibilidad de las sociedades. One Health, «Una Salud», la incorporación más reciente de nuestras áreas de trabajo, promueve el pensamiento en red sobre la salud para mejorar la detección, prevención y tratamiento de enfermedades. Como lo demuestra la pandemia de COVID-19, los desafíos de salud que surgen de la compleja interacción entre humanos, animales, plantas y ecosistemas requieren una revisión de los conceptos y métodos que conocemos. Una colaboración más estrecha en todos los sectores y disciplinas (ciencias de la vida, salud pública y ciencias sociales) está en el corazón de One Health.
En el frente educativo, todas las universidades deben tomar decisiones importantes para el próximo año académico. Se ofrecerán más programas en línea y se introducirán nuevos formatos de aprendizaje, combinando mundos virtuales y presenciales. Seguimos comprometidos, con firmeza, para brindar una educación de alta calidad, en los campus, si podemos, fuera de los campus, porque podemos. Si bien las últimas semanas han demostrado que las universidades pueden ser «digitales» muy rápidamente, también nos hemos dado cuenta de lo irremplazable que es el contacto directo, ya sea entre estudiantes, entre estudiantes y profesores o entre el personal. Siempre garantizando, en primer lugar, la seguridad, nuestro compromiso también se aplica plenamente a nuestras comunidades de estudiantes y personal internacional. La crisis actual requiere que seamos creativos e innovadores, como lo hemos sido durante siglos, y los somos al haber convertido, por ejemplo, la «movilidad» en «conectividad». Puede que nuestros estudiantes no hayan podido viajar, pero esto no les ha impedido colaborar en nuestros ocho países y con socios locales en lo que hemos llamado UNA.TEN, Transformemos la Emergencia. Durante este hackathon paneuropeo de diez días, nuestros estudiantes trabajaron, por ejemplo, con ciudades, museos y medios de transporte para desarrollar soluciones a problemas específicos relacionados con la COVID-19. Más que nunca, nos hemos comprometido a impulsar un movimiento para crear experiencias más internacionales y de colaboración en la enseñanza, de formación y del aprendizaje. Experiencias abiertas e inclusivas para estudiantes, profesionales y ciudadanos.
Las universidades han hecho mucho en esta crisis. Pero haremos más si somos internacionales. Como la colaboración más allá de las fronteras, las culturas, los idiomas y las disciplinas es la única forma de recuperarse de las crisis y de crear resiliencia, impulsando la colaboración estaremos mejor preparados para los peligros potenciales en el futuro. Esto nos ha dado un nuevo impulso para avanzar en la creación de la universidad futura. Aceptamos el desafío, todos juntos.
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