Las semanas del jardín

Desde la bíblica expulsión del paraíso, la humanidad ha tratado de retornar al sueño de la vida bucólica reconstruyendo el ideal perdido a través del concepto del jardín. Metidos ahora de lleno en la batalla del cambio climático, el jardín como forma de defender la naturaleza se convierte además en una misión de urgencia.

Las formas que ha ido adoptando el jardín a lo largo de la historia cuentan la evolución de la sociedad y su cambiante idea del paraíso. Las formas arquitectónicas que lo delimitan, las especies que lo componen, las conducciones del agua que lo alimentan son algunos de los elementos que configuran los diferentes jardines. Tenemos ahora la oportunidad de vivir en un jardín cada semana gracias a la invitación a visitarlos que nos hace el programa Jardines con Historia (emisión en la 2, la tarde de los sábados a las 6 p.m.). Solo a falta del olor de las plantas, esta forma de entrar en los jardines es tan espectacular como única. Volamos sobre ellos, entramos en rincones desconocidos, cambiamos de velocidad en la contemplación o en el paseo, en un recorrido audiovisual único y placentero.

Visualmente exuberante, como la naturaleza que nos enseña, la clave de este programa está en su narrativa fluida, que va desplegando la historia de la construcción, las plantas y especias que lo componen y la biografía de los soñadores que hicieron realidad su paraíso. Tanto el presentador, arquitecto de profesión, como los expertos que cada semana comentan los avatares del lugar nos ofrecen pequeñas historias que van componiendo la geografía controlada de cada jardín y cada jardinero.

Gracias a 'Jardines con historia' podemos comprobar que la grandeza del hercúleo Monasterio de El Escorial no reside únicamente en la megalítica construcción de Villanueva sino en los jardines que lo rodean, lo adornan y dan sus frutos para el mantenimiento de la salud y la higiene del mayor centro de poder del mundo en aquel momento. También nos han hecho el recorrido por los secretos del agua de la Alhambra o por el jardín de aclimatación de la Orotava donde el tesoro vegetal traído de América encontraba su zona de transición para poder germinar en suelo europeo.

Junto a los grandes jardines, también podemos visitar pequeñas joyas nacidas de un empeño personal, como los jardines de Alfabia de origen árabe o Son Marroig en Mallorca, gracias al empeño del Archiduque Luis Salvador. A las afueras de Málaga fue la familia Loring quien creó en La Concepción, un vergel compuesto por árboles y plantas exóticas traídas por mar de los destinos más remotos. Fracasos industriales como los del empresario Muntadas, que pretendía aprovechar las corrientes y saltos de agua del río Piedra en Aragón para surtir de energía a sus telares, acabaron reconvertidos en una industria hotelera y del “entretenimiento natural” que hicieron del Monasterio de Piedra de los antiguos monjes cistercienses una visita obligada para los amantes de la naturaleza más sorprendente.

Patrimonio vegetal y paisajístico

Con fotografía de alta calidad de Ignacio Giménez-Rico, música perfectamente ambientada de Jansi Aúz, la presentación de Arturo Franco y la dirección de Sonia Tercero Ramiro, estos jardines ya han sido refrendados en su primera temporada por la Academia de Televisión con su Premio Iris, por la calidad de la producción y la perfecta adecuación de los guiones a esta historia tan necesaria de contar y preservar. Son además estos Jardines una tarjeta de visita para España en el mundo, al combinar el patrimonio histórico arquitectónico con la preservación del patrimonio vegetal, cuidado y ordenado que se va desplegando ante nuestros ojos. Como en el teatral “perderse en el jardín” de los actores ante un texto desmemoriado, este programa invita a deambular entre flores, plantas, árboles y sabrosas historias de creadores y conservadores para solaz y acicate del espectador que desea una vida más natural y placentera.

Cada jardín alimenta la pasión por la botánica y la defensa de la naturaleza que debe ser mimada por cada uno de nosotros porque en su vida nos va la nuestra. Parafraseaba a San Agustín el arquitecto autor de Torresblancas, Sáenz de Oiza, gustaba de decir que “la ciudad es el sueño del hombre en la tierra”. Si ese fuera el sueño, el jardín es el paraíso soñado hecho verdad, donde depositamos todos nuestros desvelos por encontrar por fin en la tierra el sueño ecológico de salvación.

Cada semana un jardín, su historia, las plantas que lo habitan, su armazón arquitectónico, contando los sueños hechos realidad que protagonizan sus creadores y que arropan doctamente expertos en botánica, jardinería, paisajismo y otras disciplinas que nos harán comprender la lógica y la belleza de estos espacios naturales recreados por el hombre y transformados con su propia obra. Hagamos bueno el título de aquel libro de recortes variados e historias sueltas de Rafael Sánchez Ferlosio: Las semanas del Jardín, y asomémonos a estos paraísos recreados para encontrar inspiración y una solución a los problemas ambientales que afrontamos en el planeta.