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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El Ministerio del Tiempo se carga el 15M

Imagen de la serie de TVE "El Ministerio del Tiempo"

Isaac Rosa

En la próxima temporada de El Ministerio del Tiempo, la vicepresidenta del Gobierno ordena a un comando especial que viaje de vuelta a 2011, y se cargue el 15M. Siguiendo sus órdenes, varios agentes aparecen en la Puerta del Sol en la noche de hace cuatro años y, disfrazados de antidisturbios, desalojan a los cuarenta pioneros que pretendían pasar la noche en la plaza. Los indignados se van a casa a dormir, no hay convocatoria en redes sociales, no acude nadie al día siguiente, y la historia toma un curso diferente.

¿Sí? ¿Y qué curso sería ese? De vuelta a 2015, ¿ya no habría crisis política, ni candidaturas ciudadanas disputando ayuntamientos, ni Podemos, primarias abiertas y exigencia ciudadana de transparencia y participación? ¿Estarían Rodrigo Rato y los suyos más tranquilos, al no haber existido un 15MpaRato que pusiera la querella inicial? ¿Habría tenido Rajoy una legislatura más tranquila, sin mareas ni tantas otras protestas? ¿Felicitaría la vicepresidenta a sus agentes, y se prepararía para disfrutar una próxima victoria electoral?

No, obviamente no. Habría diferencias entre este 2015 y ese otro 2015 de universo paralelo, por supuesto. Pero la más visible sería que hoy no estaríamos recordando el 15M. Eso sí: tal vez celebrásemos otra fecha: el 11J, el 7N, el 19F, qué sé yo. O ninguna.

No pretendo caricaturizar ni ser aguafiestas, pero oyendo algunas evocaciones entusiastas del 15M pareciera que mucho de lo que nos ha pasado en estos años dependió de algo tan fortuito como que un grupo de personas se quedase a dormir en Sol. Sería uno de esos momentos decisivos de la humanidad, bisagras frágiles de las que pende un cambio de época.

Pero no. Sin el 15M estaríamos aquí, y no sería muy diferente. Igual que habría habido revoluciones árabes sin necesidad de que un ciudadano tunecino se inmolase. Tal vez algo más tarde, pero habrían llegado. No es que quiera quitar mérito al 15M –aunque sí me cansa su magnificación-, ni defiendo un rígido determinismo histórico. En lo que a historia se refiere me tengo por materialista. Y volviendo a la ficción, no creo que si un viajero del tiempo liquidase al joven Hitler nos habríamos librado de la II Guerra Mundial, vaya.

Por supuesto que hay cosas de los últimos años que no se entienden sin el 15M. Pero el propio 15M no es más que una estación en un largo camino, que incluye muchas luchas anteriores y posteriores, algunas de ellas muy ajenas a lo que entendemos por 15M. El propio Podemos, por ejemplo, no creo que tenga mucho que ver con algunas señas de identidad que solemos atribuir al 15M (horizontalidad, asamblearismo, inclusión de las minorías, descentralización…).

Yo no conozco ningún “espíritu del 15M”: lo que sí conozco son mujeres y hombres que estuvieron en las plazas aquel mayo, que han estado en la calle muchas otras veces, que han hecho huelgas, manifestaciones, asambleas de barrio y proyectos de apoyo mutuo, que han parado desahucios y privatizaciones sanitarias, que han defendido derechos y libertades y que, cuando lo han considerado apropiado, han dado el paso a la política institucional. Y estoy convencido de que la mayoría habría hecho todo eso sin 15M. Porque el verdadero motor de la protesta y de la repolitización ciudadana no ha sido el 15M (que es un efecto antes que una causa), sino la crisis, las políticas antisociales, la desigualdad, la corrupción y el fallo multiorgánico del sistema español.

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