All you need is love
Como casi siempre, todo está en los Beatles. Lo que sucede en España, también. Todo lo que necesitamos estos días, especialmente en Madrid, es amor. Hay que aguantar un poco. Encajarlo con espíritu deportivo. Han sido muchos años de callarse lo que realmente pensaban, de no llamarte lo que realmente siempre han querido llamarte y de no poder señalar con el dedo todo lo que odian simplemente porque no es como ellos.
Desde hace unos días, es como si en España se hubieran abierto las ventanas para ventilar y que entrara el sol y saliese de golpe todo lo rancio que habitaba en la oscuridad. No hay que tener prisa en volver a cerrar las ventanas. Necesita tiempo para acabar de airearse. Lo mejor es dejar que salga todo y ventile bien antes de volver a cerrar porque llega el frío de invierno.
El peor error que puede cometer estos días cualquier demócrata consiste en dejarse enredar en esta espiral de odio y violencia que practican quienes quieren convertir en crispación y polarización social masiva la crispación y la polarización donde lleva varios años instalada una elite política, mediática y económica por una única y exclusiva razón: porque no gobiernan ellos. No hay que ignorar la evidente estrategia de socialización del malestar o hacer como que no existe porque ya se les pasará; pero tampoco hay que alimentar a la bestia.
No más reclamarles que condenen la violencia porque es perder el tiempo y al final será culpa tuya y tú te lo habrás buscado. No más duelos de memes graciosos porque el humor es sano, pero no puede obrar milagros. No más intentar explicarles qué dice nuestra Constitución sobre cómo se elige al presidente del Gobierno, cómo funciona un sistema parlamentario y las razones de su legitimidad. Llega un momento en que se parece demasiado a tratar de razonar con un terraplanista: cuantas más evidencias aportas en su contra, más convencido está de que tiene razón porque sólo sabe lo que quiere o se trata de pura disonancia cognitiva (Festinger 1956).
No es pedagogía, es amor; mucho amor es lo que hay que darles. Y paciencia, que siempre será la virtud más revolucionaria. A cada insulto, un gesto amable, a cada amenaza, un saludo. No vaya a ser que te acusen de polarizar y dividir a la sociedad por querer protegerte y resguardarte ante quienes te llaman hijo de puta y te quieren meter en prisión. En España la convivencia funciona así: dividen y polarizan los insultados, quienes insultan solo son víctimas inocentes de un sistema cruel; la culpa es tuya, Pedro, por tener mayoría absoluta, dictador. Si no te gusta, te vas.
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