Un año calvario mariano
Un año después de que Mariano Rajoy ganara absolutamente las elecciones generales, no se ha creado ni un solo puesto de trabajo de los más de tres millones prometidos; se han subido los impuestos, IVA e IRPF, a pesar de la ideología liberal y de las miles de firmas recogidas por el PP cuando estaba en la oposición contra su subida; Rajoy no le ha dicho a la gente la verdad, a pesar de lo anunciado cuando era candidato; el presidente del Gobierno ha huido más veces que las que ha comparecido ante los medios; la prima de riesgo debería llevar su nombre y sus apellidos, en justa correspondencia y la imagen de España en el exterior se puede resumir en que tenemos un presidente que se va al fútbol después de anunciar que el problema está resuelto.
La sanidad y la educación, que Rajoy dijo que no recortaría, han sido tronchadas a conciencia, como la dependencia y la investigación.
Si la insurrección nacionalista en Cataluña se achacaba antaño a la presunta debilidad del anterior presidente del Gobierno, no se cómo podríamos calificar, y a quién del PP deberíamos echar la parte alícuota de culpa por esta ofensiva nacionalista en Cataluña sin precedentes en la historia democrática.
En la política antiterrorista, Rajoy ha pasado de acusar a su antecesor de traicionar a los muertos a justificar la libertad de un terrorista asesino y torturador porque estaba “muy delgado”, según sus propias palabras en televisión.
Ciudadanos marroquíes entran como Pedro por su casa en plazas de soberanía española en el norte de África sin que ningún palmero mediático de los jaleados/pagados por el PP piense que es por culpa de la debilidad del inquilino de la Moncloa, que ha llegado incluso a defender ¡la Alianza de las Civilizaciones!, caricaturizada hasta el escarnio cuando la defendía Zapatero.
Merkel es ahora mala, o muy mala, y ya no es la luz de donde el sol la toma que era en los tiempos de Rajoy en la oposición.
Hemos sabido que Aznar puso de heredero a Rajoy antes de que Rato le negara por tercera vez, vemos como el PP de Madrid sigue siendo nacionalista madrileño y se enfrenta al Gobierno central por el euro por receta -como si de dos partidos distintos se tratara-, y comprobamos cómo algunos de los que ayudaron a Rajoy a ganar hoy se sienten traicionados por este redescubierto flojeras.
Un año más, este 20 de noviembre constatamos que Franco sigue muerto, ¡qué alivio!, pese a los intentos de cierta derecha política y mediática por resucitarlo.
Un año después de que ganara Rajoy, el paro aumenta exponencialmente; vemos cómo hay gente que se suicida cuando le van a desahuciar y ahora resulta que los inmigrantes son buenos y está bien el efecto llamada con tal de que tengan 160.000 euros para un piso con cocina-comedor, dos baños, trastero y carné de español colgado en el salón.
Es más que posible que el sucesor de Mariano se llamará Dolores, es seguro que al PP le encanta ahora la ley de matrimonios de gays y lesbianas, contra la que se manifestó y que llevó al Constitucional, y parece evidente que el PP quiere una justicia para ricos, una sanidad privatizada para ricos y una educación para carcas.
Un año después del absoluto triunfo de Rajoy es posible que haya españoles que han calado a don Mariano, que han visto el engaño consignero de sus presuntas soluciones simples para problemas complejos, pero es seguro también que son mayoría los votantes de derecha que piensan que tiene que seguir gobernando el PP, así sea Mariano o Dolores.