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Ayuso no es una estrella del espectáculo

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, en el cierre de campaña de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, junto a Alberto Núñez Feijóo.

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Isabel Díaz Ayuso no es una estrella del espectáculo, aunque así sea tratada por sus medios y sus fans. Es la presidenta de la Comunidad de Madrid, la que acoge a la capital de España y las sedes de los principales negocios. Gestiona -supuestamente- los servicios para más de seis millones y medio de personas. Miguel Ángel Rodríguez, es su Director de Gabinete, tras haber desempeñado el cargo de Secretario de Estado de Comunicación en el gobierno de Aznar. No fue elegido -sino por Ayuso- para ser el presidente en la sombra. El Madrid que dirigen no es una panda de amiguetes, a los que puedes insultar y amenazar porque no te gusta que publiquen tus extravíos varios. Que los hay e ingentes.

 Lo cierto es que ambos, Ayuso y M.A.R., están dando un bochornoso espectáculo -precisamente- de la degeneración a la que lleva creerse los reyes del rock siendo la peor especie que puede dar la política. Un amiguismo sonrojante con las élites de baja estofa para quienes gobiernan y con los periodistas del círculo de sus subvenciones y prebendas. Isabel se ha convertido de esa forma en la Reina Midas de sus allegados al trocarles en oro cuanto ella toca, mientras por ejemplo restringe y abarata las comidas escolares de los niños más desfavorecidos y los ancianos.

La pandemia le regaló días de vino y rosas en los que prosperar, terminó ennoviada con un defraudador a su imagen y semejanza, y su protocolo ejecutó una masacre cruel con los ancianos de las residencias a su cargo. Sus directrices, en documento firmado, prohibieron derivar a hospitales a los enfermos que no tuvieron seguro médico privado. Murieron -y llevo insistiendo en ello desde entonces- asfixiados, solos, lejos de su familia, y sin siquiera oxígeno, ni morfina. El informe de la Comisión de la Verdad -hecho público la semana pasada con el silencio atronador de los medios al servicio de Ayuso- es bien claro. Que el desparrame de la desvergüenza pretenda ignorarlo no hace sino aumentar la ignominia.

  Este atentado a los derechos de 7.291 personas mayores parece ya asumido hasta por la sociedad, pero es una de las más graves consecuencias del régimen que impera en Madrid, un Ayusato cargado de mentiras y trampas, privilegios y la moral más laxa que quepa imaginar en la vida pública. Los surtidores de detritus que prodiga hacen patinar, al parecer, hasta las conciencias.

  Ayuso no ganó las primeras elecciones a las que se presentó. En 2019 sacó para el PP el peor resultado de su historia en Madrid, con solo 719.852 votos y 30 escaños pero pudo gobernar con Ciudadanos. De los que no dejó ni rastro. Tampoco apenas de Vox, sus segundos aliados, dado que comparte por completo su ideología ultraderechista y el voto fascista no ve diferencia. Hoy goza de mayoría absoluta con 1.599.186 sufragios. Ésos que le eligieron sabiendo o queriendo ignorar su miserable Protocolo de la Vergüenza.

La pandemia fue el trampolín de Ayuso de la mano de M.A.R. Empezó diciendo memeces de grueso calibre que le publicaban tal cual: “Ayuso cree que el virus llevaba tiempo en España”, venía incrustado en las gomas de pelo Made in China que eran todas las del mercado. Lo dijo el mismo día que su gobierno firmó el protocolo para las residencias: el 18 de marzo de 2020, hace 4 años.

 Por sucia que sea la oposición política y mediática, es constatable que el gobierno de Pedro Sánchez sacó adelante con nota la gestión de la pandemia, a pesar de las incontables zancadillas. Cualquiera puede imaginar qué hubiera sido de nosotros con un gobierno del PP. Lo de Madrid: la mayor mortalidad de toda Europa, según el muy riguroso informe de la Comisión. El Colegio de Abogados de Madrid, tan ágil, para defender al novio de Ayuso de haber publicado sus datos, no ha dicho ni palabra de los 7.291 ancianos que murieron sin asistencia médica.

 Mientras su hermano hacía negocio con las mascarillas imprescindibles, que no había. Igual que su inminente consorte en el Ayusato. Su perfil se volvió más agresivo. Desde la presidencia de Madrid se dedicó a confrontar con el gobierno de España como si estuvieran al mismo nivel. A amenazarle, agitando a los “cayetanos”. Miguel Ángel Rodríguez no andaba lejos y ella carece del menor escrúpulo ético y por completo de la humana empatía hasta con sus víctimas.

Ayuso apostaba por su promoción y por las copas. Para contagiarse más, enfermar y en su caso morir, como perros si se era anciano sin seguro. «Todos los días hay atropellos y no por eso prohíbes los coches», dijo. Sus fans han olvidado que la pandemia desencadenó una paralización de la actividad mundial con confinamiento, no era cosa del gobierno español, y que Ayuso se comportó con una irresponsabilidad de pasmo, quizás ayudada por M.A.R. Así se llegó a esas escandalosas cifras de Madrid, récord en Europa. Nos desgañitamos de darlas. Ahora están confirmadas plenamente con todos sus agravantes. La prensa cortesana ya desdibujaba la realidad vislumbrando un glorioso futuro con ella.

   El domingo 10 de mayo , El Mundo, lleva a portada y book de fotos en interiores a la presidenta de la Comunidad de Madrid, enlutada en rostro y traje, disfrazada de virgen y mártir plañidera. Tanto dolor por las víctimas... económicas del confinamiento. Con datos falsos, por cierto, como es habitual.

Y va y nos enteramos de que Ayuso disfrutaba de un apartamento de lujo valorado en 6.000 euros al mes propiedad de un hotelero, Kike Sarasola, con intereses en Madrid. Y otro mal pagador de libro. Aquello parecía insostenible y vaya que se mantuvo. Con alzas. Dinero público para que nos mientan.

  El personaje de ficción crecía y Ayuso terminó viviendo una mezcla de cuento de hadas, cine negro y tiranía medieval, montada en un Maserati, para solazarse con el novio guapote y tan carente de escrúpulos como ella en pisos grandes como plazas de toros. Indigna su abrumadora capacidad de mentir incluso ante demoledoras evidencias. Y la del partido que cifra en Ayuso sus esperanzas al tiempo que la teme. Tellado, como portavoz, “ha defendido a muerte a Miguel Ángel Rodríguez y respalda sus amenazas”.  Triturar a ElDiario.es por publicar la verdad que afecta a todos los ciudadanos. Vivimos en un país donde, a poco que lo intenten, los políticos trituran periodistas y los periodistas a políticos. Pervirtiendo en ambos casos su verdadero cometido. Lo que se llama pura corrupción ética.

Recordemos cómo se inicia el “conflicto” con la publicación de los fraudes, exclusiva de ElDiario.es, hace una semana. Luego irían saliendo muchas más derivaciones

Feijóo entra en el patetismo, una vez más, al hablar de un trato machista a su temida rival. Y no solo son las cacerías a otras mujeres tan alejadas del tema investigado como Mónica Oltra, es que hace falta tomarnos por imbéciles para decir que el fraude fiscal de Amador, novio, es el de un particular. Contestan por él desde el gobierno de Madrid y su presidenta vive en su casa, duerme en su cama, viaja en sus coches de lujo y participa de las concomitancias entre el novio, Quirón y la Comunidad de Madrid. Cada día es un nuevo trágala de grueso tamaño:  “El fundador de la sociedad panameña del novio de Ayuso gestiona los chequeos médicos de la Comunidad”. Está abrasada y el PP la lleva de antorcha. Aunque no todos, empieza a preocupar el desbordante desparrame de la presidenta. Miguel Ángel Rodríguez evidencia estar herido, a niveles tan extremos como para montarse descomunales bulos sobre periodistas de elDiario.es encapuchados.

 Los datos de las hazañas de González Amador son un puro bochorno. Un técnico sanitario tan vocacional como para intentar vender vacunas a Costa de Marfil cinco veces más caras de lo que costaban. A 16,9 dólares cuando se surtían a tres euros. Buscaba llevarse una comisión del 7,5%, más de dos millones de dólares para repartirse con su socio mexicano. Más millones a la saca. Pero al gobierno africano no se lo coló. O la jugada conjunta de la pareja como represalia a subordinados díscolo: Ayuso hundió en las listas electorales a Javier Ramírez, que era concejal de Chamberí cuando su Junta negó el permiso de obras en el piso en el que ahora vive, propiedad de su novio. Tanto Ramírez como la coordinadora de Chamberí fueron relegados de sus puestos.

 Megalómana, mentirosa compulsiva, despiadada, machista, racista, sería la villana perfecta, salvo porque también le gusta explotar los mohines y el lloro tan “femeninos”. Y no es solo Feijóo, los machistas redomados tienen la osadía de acusar de trato machista a su crecida niña, terror de los geriátricos.

  El Ayusato establecido en Madrid se asemeja a un régimen bananero con validos tan turbios y poco profesionales como para considerar amiguetes a los periodistas que conocen. La hija putativa de Aznar y Aguirre, dirigida por MAR, ha degenerado la política a niveles de charca de reptiles.

 Sus embobecidos fans, culpables de alentarla, los medios que la ensalzan a costa de nuestro dinero, la tratan como una estrella, pero en la realidad de este espectáculo se roba, se trafica, se amenaza, se extorsiona, se sufre y se muere. Y forzosamente ha de caer el telón con la palabra fin. A ver si esta vez ganan los buenos.

 

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