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Ayuso y el perro de Pavlov

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
31 de octubre de 2020 22:14 h

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Antonio Machado explicaba en boca de su Juan de Mairena una de las grandes debilidades de los políticos de izquierdas, la nula comprensión del funcionamiento del pensamiento tipo de la reacción patria: “Nuestros políticos llamados de izquierda, un tanto frívolos –digámoslo de pasada–, rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que se suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro”. Uno de los mayores traumas que arrastra la historia de la izquierda, en sus diferentes concreciones, es no ser consciente de que no es posible contentar a la reacción con ninguna cesión, porque siempre querrá más y más, hasta recuperar el poder.

El cálculo político del Gobierno de la nación para ceder ante Isabel Díaz Ayuso en su último pulso es creer que evitando alimentar su antagonismo dejará de plantearle esta política de confrontación. Una miope visión estratégica, ya que Ayuso no dejará de buscar el frentismo salga derrotada en sus envites o consiga salir victoriosa, porque su política es la confrontación en sí misma y ganar por aplastamiento. Las derrotas puntuales las cura con un nuevo enfrentamiento y las victorias son un plus a añadir a los réditos conseguidos por la refriega continua.

En la lógica del condicionamiento clásico del comportamiento, lo que ha hecho Pedro Sánchez con Isabel Díaz Ayuso se llama refuerzo positivo. Ayuso saliva cual can pavloviano hambriento al ver que ha hecho claudicar al Gobierno. Ahora, una vez que ha probado el sabor de la carne de Sánchez, no habrá nada que la sacie porque sabe que este Gobierno es débil y no está dispuesto a entrar en la confrontación directa ni a actuar con mano de hierro ante una ególatra con un plan claro de acoso y derribo.

Ayuso es nacionalista. Pero imaginemos que además de nacionalista es catalana. Su insubordinación, su rebeldía, su incumplimiento sistemático de los preceptos incluidos en los reales decretos, su manifiesta ilegalidad sistemática, habría dado con ella de bruces en los juzgados para una segura inhabilitación. No se entiende que Quim Torra esté inhabilitado por desobedecer la orden judicial de retirar una pancarta y ni siquiera esté en el debate público la posibilidad de llevar a los tribunales la decisión de Ayuso de limitar la movilidad de los madrileños de forma ilegal saltándose los preceptos incluidos en un real decreto.

Una de las razones fundamentales para que esto sea posible es que el Gobierno de la nación permite que se salte la ley siendo cómplice de su insubordinación. El real decreto del estado de alarma publicado el 25 de octubre incluye de forma explícita en su artículo 9.1 que las medidas que las comunidades autónomas tomen amparándose en sus atribuciones no podrán ser inferiores a siete días. Isabel Díaz Ayuso ha torcido al brazo a Pedro Sánchez y encima ha sido displicente en su victoria. Le ha gustado y seguirá jugando.

Los madrileños que no han elegido a Isabel Díaz Ayuso se sienten huérfanos de representación ante una política que roza la sociopatía. Madrileños que son una inmensa mayoría viendo que ni su vicepresidente está de acuerdo con las decisiones del Gobierno del que forma parte y que sostiene con su irrelevancia. Ahora, esa orfandad se ha visto incrementada porque no nos queda ni el Estado. Estamos solos. Además de un líder de la oposición que solo está preocupado por garantizarse el voto del PP para ser defensor del pueblo, tenemos un Gobierno cobarde que está dispuesto a dejar que Ayuso siga jugando con las vidas de los más débiles en sus políticas malthusianas por no desgastarse. Solos y tomando nota.

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