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La barbarie ahogada en tópicos

El humo se eleva después de que aviones de combate israelíes atacaran la torre Palestina en la ciudad de Gaza, el 7 de octubre de 2023.. EFE/ Mohammed Saber

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A esta hora y a todas las horas, casi un millón de niños y otro millón de adultos se encuentran en la franja de Gaza sin luz, sin agua, sin combustibles, sin comida. Con frecuencia, las bombas siembran muerte, destrucción, dolor. El ministro de Defensa del gobierno de ultraderecha de Israel explica: “Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”. Toda una declaración fascista, deshumanizadora, para ejecutar crímenes de guerra, prohibidos por las ordenanzas internacionales.

La nueva escalada de violencia comenzó con el asalto de Hamás a un concierto de música donde murieron multitud de jóvenes israelís. Le siguió un ataque coordinado de misiles sin precedentes que sorprendió al mundo. ¿Cómo era posible que ni el Mossad, el afamado servicio secreto de Israel, ni la inteligencia militar se hubieran enterado?

Son tantas las interrogantes que deja lo que está sucediendo en esta guerra –siempre esperada– que cuesta desbrozar la paja del grano. Parece claro, eso sí, que esta vez el conflicto no es el mismo de siempre y los movimientos en el tablero mundial pueden deparar más de una sorpresa. Algo que nos atañe a todos. La muerte cruel de cualquier inocente también, pero eso a una gran mayoría no le importa. El peligro propio, sí. A veces. Si logran enterarse.

Es importante el contexto, fijar el origen. Los nazis alemanes también consideraron “animales” a los judíos, y como tales los trataron durante la II Guerra Mundial que desencadenaron. Terminada la contienda, el pueblo al que Dios prometió una tierra la encontró en Oriente Medio. “El Estado de Israel se fundó en 1948 en buena parte del entonces Mandato Británico en Palestina, un territorio en el que vivían cientos de miles de árabes, los que hoy conocemos como palestinos. Esa fundación causó que muchas familias árabes perdieran sus hogares y sus tierras, son los llamados refugiados palestinos”, escribía hace muchos años el periodista Javier Valenzuela.

Cruzadas, guerras, asentamientos, fueron ocupando cada vez más territorio para unos y despojando a los otros. Las de Gaza y Cisjordania en 1967 fueron declaradas contrarias al derecho internacional.

La franja de Gaza ha terminado siendo un gueto de apretada densidad humana. No se respetan los derechos de los sitiados y así están desde hace 16 años. La rebeldía nació a pedradas, y en la primera intifada (1987) murieron 3.162 palestinos y 127 israelíes, según recogió el escritor Juan Goytisolo. La proporción de víctimas siempre es muy superior en el lado palestino.

Decisivo en el contexto, el actual primer ministro de Israel. Benjamin Netanyahu es un superviviente de la corrupción a través de más de 15 años en telas de juicios. Ahora está al mando de una coalición de extrema derecha, la más radical de sus mandatos. Shlomo Ben Ami, exministro y exembajador israelí, afirma que esa coalición “estaba destinada a desencadenar una gran tragedia”. Un editorial del diario israelí Haaretz también culpa a Netanyahu de lo que está sucediendo ahora, atribuyéndole toda la responsabilidad. Recordemos que el mandatario estaba viviendo momentos de gran tensión por el rechazo a las leyes autocráticas que pretenden limitar el poder judicial.

¿La inteligencia israelí no se enteró? La egipcia, sí, al parecer. Y avisó a Netanyahu, diez días antes del ataque de Hamás, según el periódico en lengua hebrea de mayor tirada, Yedioth Aharanoth. Un dato relevante en alto grado en cualquiera de sus vertientes.

¿Por qué no se previno? Entre las razones que se barajan se especula con que Netanyahu buscara el exterminio de los palestinos, la espina que lleva clavada durante décadas. Cosa nada fácil de engullir dado que son casi dos millones de personas, solo en Gaza. Veremos además qué ocurriría con Cisjordania, el otro gran territorio que conservan los palestinos.

 ¿Nada fácil? Cuesta creer que se considere humana la masacre de inocentes en el “derecho de Israel a defenderse”, según no dejamos de oír. Los tópicos están ahogando la realidad de una profunda injusticia. Se observa una vez más cómo y quiénes acuden solícitos en ayuda del vencedor. Estados Unidos y varios líderes europeos condenan el ataque de Hamás y apoyan la respuesta de Israel que corta todo suministro y bombardea sin descanso. El rey Felipe VI también menciona el dolor por lo ocurrido en Israel y no el asedio de Gaza. El ayuntamiento y la comunidad de Madrid iluminan sus fachadas con los colores de la bandera israelí, mientras miles de personas se manifiestan en la Puerta del Sol en apoyo del pueblo palestino. La UE suspende ayudas a Palestina, a esa Gaza asediada. Aunque aquí hay un matiz importante. Lo anunció el consejero del gobierno ultraderechista húngaro de Orbán pero ante la protesta de algunas países, entre ellos España, y lo han revertido. Sí habrá ayudas. La prensa de derechas española carga, cómo no, contra Sánchez. En algunos telediarios “cantan” las cifras de muertos como si fuera un partido de baloncesto y un columnista sienta las bases de cómo se afronta este conflicto lleno de matices, de dolor y de muerte desde los sillones del establishment. ¿Miserias infinitas? ¿o tópicos para ahogar la barbarie?

La otra gran pregunta es por qué la organización terrorista Hamás se aventura a ese gran ataque del que cabía esperar la respuesta que el gobierno de Israel ha dado. Los centenares de muertos. ¿Kamikazes sin más? ¿Juegan algún papel Arabia Saudí, Irán, los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos? ¿Cuál? EEUU ha situado en la zona a la IV flota. En la frontera norte con Líbano se han producido ya incidentes. El grupo libanés Hezbolá ataca a Israel en “solidaridad” con Hamás. El Líder Supremo de Irán, el ayatolá Jamenei, niega que Irán esté detrás de los ataques a Israe,l pero dice que “apoya a Palestina y su lucha” y que “honra a quienes los planearon”.

Otra cuestión esencial la apuntaba la periodista Marta Peirano en El País: “Palestina agujerea el negocio de la vigilancia israelí”: el país más militarizado del mundo no se entera de un complot capaz de atravesar su muralla con miles de cohetes y de milicianos armados, matando y secuestrando a cientos de personas. Peirano explica que Israel vende sus tecnologías a 130 naciones en todo el mundo. ¿Y ahora ha puesto en duda su competencia o no le ha importado que se cuestione, siquiera momentáneamente, su gran negocio? 

Demasiadas interrogantes para una sociedad que no pierde mucho tiempo en reflexionar. Poseída del más elemental maniqueísmo, deja todo en los buenos y los malos, los tuyos y los míos, hasta la exasperación de cualquier pensamiento racional. Y es lo que masivamente le dan. Al punto que el portavoz del PP, Borja Sémper, se puede permitir afirmar que los socios de Sánchez tienen “cercanía con el entorno de Hamás”. Eso, desde el partido que practica la contigüidad, consanguineidad incluso, con la ultraderecha oficial.

Las guerras son siempre brutales y esta lo es en particular. Preguntas cruciales quedan aparcadas ¿Sabía Netanyahu los planes de Hamás? ¿Cómo afecta al principal negocio mundial de Israel el supuesto fallo de seguridad? ¿Por qué ahora, hay alguien más detrás? Mientras el mundo cruje y nos sacude desde lejos con su injusticia y brutalidad, la violencia se contagia hasta llegar al pie de nuestra propia tierra. Lanzada por gentes que carecen de todo escrúpulo con tal de lograr sus propósitos que, por esa vía, no son precisamente limpios. Y así cada día el mal avanza. A lomos del dinero, del poder y del odio.

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