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Bares, qué lugares

Un hombre cierra su restaurante el día en el que se adelanta el cierre de hostelería a las 22.00h, en Madrid

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Atención: si no eres capaz de leer el título de este artículo sin canturrear cierta canción, significa que ya tienes unos añitos, así que ni loco se te ocurra entrar en un bar, no sea que pilles el virus y acabes en una UCI.

Que no, tranquilo, que es broma. No lo de que tengas ya una edad –canturrear Gabinete Caligari te ha descubierto, pureta–, sino lo de contagiarte dentro de un bar. Puedes seguir yendo tranquilo a tu barra favorita, que no hay ningún peligro. Ni caso a lo que dicen todos –absolutamente todos– los epidemiólogos sobre el peligro de los aerosoles en interiores y la necesidad de cerrar el interior de los bares; ni caso tampoco a las investigaciones que señalan el papel transmisor de la hostelería en otros países; y tampoco hagas caso a las infografías esas tan chulas que muestran con dibujitos cómo en un interior mal ventilado el riesgo se multiplica por diez o por veinte en comparación con el exterior. Ni caso. Los datos oficiales en España muestran que el porcentaje de contagios en los bares es muy bajo, como recuerdan una y otra vez los empresarios hosteleros. (Es verdad que esos mismos datos oficiales dicen no saber dónde se produce la mitad de contagios, por falta de rastreo; pero da por hecho que serán en cualquier otro sitio antes que en un bar).

Si lo piensas un poco, es cierto que dentro de un bar concurre todo –absolutamente todo– lo que no debemos hacer en pandemia: interior, mala ventilación, vida social, gente no conviviente, relajación, mascarilla fuera, comer delante de otros, hablar muy alto… Vamos, que solo faltaría consumir alcohol para tener la ecuación perfecta del virus. Y es cierto también que en la mayoría de países han sido mucho más restrictivos con el interior de bares y restaurantes, permitiendo solo terrazas o a veces ni eso; pero ya ves, al final todos tienen su segunda o tercera ola, que si no lo pillas en el bar lo cogerás igual en otro sitio, y mejor que sea tomando una cervecita con los colegas.

¿Necesitas un argumento de más peso para seguir bebiendo tranquilo en el interior de los bares? Mira este: si fuese tan peligroso como dicen todos –absolutamente todos– los expertos, hace tiempo que las autoridades habrían cerrado todos los bares que no tengan terraza, o al menos los cerrarían en cuanto aumentasen los contagios. Y sin embargo, mira la realidad: es lo último que se cierra. Antes que los bares cerrarán toda la actividad cultural, los parques infantiles o los colegios; aislarán ciudades o barrios, adelantarán el toque de queda o prohibirán las visitas en casa. El cierre de bares –o ni eso, su limitación horaria en algunas comunidades– es la ultimísima medida, y solo cuando la incidencia acumulada ya está totalmente disparada. Desde el principio de la pandemia, en la mayoría de comunidades, la hostelería es lo último que se cierra. Y lo primero que se abre cuando llega la desescalada. Sin llegar al extremo de Díaz Ayuso, la mayoría de gobiernos, tanto autonómicos como el central, se han tomado con mucha calma lo del interior de los bares. (Insisto: hablo del interior, no las terrazas, que son otra historia).

De modo que tranquilo, el interior de los bares no es un lugar de riesgo. Puedes seguir entrando como hasta ahora. Y si en cambio eres de los exagerados que lleva meses sin pisar el interior de un bar, solo terrazas y con precaución, ya puedes dejar de escandalizarte cada vez que pasas por tu calle y ves los bares llenos de gente sin mascarilla. No seas pesado, deja de tuitear y whasapear indignado lo de que “los bares están tan llenos como las UCI”.

Convéncete: si los bares fuesen peligrosos, el gobierno –el central, sin pasarle el marrón a las comunidades– hace tiempo que habría impuesto el cierre de todos los interiores, dando más facilidades a los que tienen terraza o pueden servir a domicilio, y con un plan de ayudas al sector y de protección de los trabajadores como han hecho en otros países, en vez de tener al sector asfixiado y a merced de ampliaciones o reducciones de aforos y cierres periódicos. No vayas a pensar que los mantiene abiertos siendo peligrosos solo porque cerrarlos sea una medida inasumible por costosa –el país del mundo con más bares per cápita–, por impopular –como impopular será este artículo, me temo–, y por ser un sector con tanta economía sumergida –camareros sin contrato, o con menos horas de las que realmente trabajan– como para dificultar cualquier plan de ayuda. Nada de eso: el gobierno no mete mano a los bares porque sabe que no son un lugar de contagio, como tampoco lo son los centros de trabajo ni el transporte, y por eso mantiene el teletrabajo como “recomendación” sin obligar a las empresas.

Así que venga, salud, pídete otra que esta la invito yo, y canta conmigo: bares, qué lugares...

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