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Carmena siempre luchó por la libertad

José María Calleja

Tiene bemoles que gente que no movió un dedo contra la dictadura franquista se permita ahora explicarnos qué es la democracia y atice siniestramente el miedo al decir que si no se le vota a ella, y sí a la que puede arrebatarle la alcaldía de Madrid, ¡será la última vez que votemos en libertad!

Manuela Carmena es una mujer que toda su vida ha luchado por la libertad, primero para conseguirla y luego para preservarla. En su época era muy fácil irse a la cárcel a poco que se hiciera por mostrar el rechazo a la dictadura. Una manifestación, unos panfletos, una militancia en partido clandestino, la más leve disidencia explícitamente planteada, tenían sus consecuencias, que iban desde el expediente en la universidad al fusilamiento; así, tiroteados en un despacho de abogados laboralistas de Atocha (1977), o disparados reglamentariamente, y después de aparente juicio, en Hoyo de Manzanares (1975).

En aquella época, primeros setenta, un fiscal del Tribunal de Orden Público (TOP), tribunal de excepción dentro de un régimen de excepción, podía decirte “no te metas en política”, mientras salías del banquillo y él te acababa de pedir, enérgico, cuatro años de cárcel. Lo decía él, franquista que trabajaba a ritmo industrial en una maquinaria jurídico política engrasada para encarcelar a todo disidente, que pedía condenas de cuatro años de cárcel por tirar unos panfletos en la universidad, que mandaba a prisión a chavales de 18 años por manifestarse, que metía treinta años en la cárcel a los que decían que eran dirigentes del PCE.

Pero en aquel tiempo de dictadura grasienta, espesa, triste, había gente que vivía feliz, que no se metía en política, que encontraba en el siniestro franquismo una forma puritana de vida, una extraordinaria placidez, un calor de establo frente al pecado de libertad francés, inglés o sueco. Gente que apoyó la dictadura por acción, por simpatía, por silencio cómplice, por omisión o en gananciales. Gente que estaba encantada con la dictadura porque Franco encarcelaba a los que el biempensante odiaba. Gente a la que no le hemos leído en sus obras completas, tampoco en las escogidas, una sola línea en contra de los fusilamientos, las torturas, las detenciones, los estados de excepción, los encarcelamientos, la falta de libertad en la calle y en los medios de comunicación. Gente que no sintió que la libertad le faltaba cuando Franco 'dictatoriaba'.

En la oposición a Franco, con distintos y muy relevantes matices de intensidad, y con diferentes horas de llegada, había gente por la libertad, del PCE, posiblemente el partido que más dio y más luchó contra la dictadura, pero también, en los últimos minutos, había gente de derecha liberal, pongamos el opusino Calvo Serer y su excelente diario Madrid. En ese amplísimo arco ni estaban, ni se les esperaba, gente cuyos apellidos empiezan por A o por R. En estos no hubo un leve gesto contra la dictadura, tampoco un susurro contra el totalitarismo, ahora anunciado como el fin del libertad. Eran gentes ufanas, familiares y en misa, bajo el palio de tan siniestro régimen.

Ahora resulta que Manuela Carmena, persona honrada y cabal, con trienios en la lucha por la libertad, tiene que dar explicaciones que no les han sido pedidas a aquellos que después de ser franquistas, y reírse de los que luchaban entonces por la libertad, se han hecho demócratas en un curso acelerado por correspondencia y pretenden explicarnos de qué van las libertades. Gente que entendió que Franco era un tío estupendo y que por eso no se movilizaron ni poco ni mucho contra él; es más, lo aplaudieron desde el casino. A día de hoy, desde la A a la R, son gente que aún no ha condenado la dictadura franquista. No lo harán jamás.

Gente, como Rajoy, que tiene escrito que hay una superioridad congénita de los ricos sobre los pobres, gente que aplaudió el régimen de Franco y que le resultan antiguos los doctrinarios rojeras de su época de connivencia franquista. ¡A Rajoy hay algo que le parece antiguo y no es él!

Este periódico contaba que el PP lleva a gente franquista en sus listas y daba cuenta de la infame intoxicación de Lázaro –levántate y sigue mintiendo–, que ni el propio periódico que la difundía como propaganda –ajena a la verdad, por tanto– ha sido capaz de aguantarla en la edición digital de la tarde. Intoxicación perversa que no reproduciré para no difundirla.

Carmena está a traineras éticas, de calidad humana, de compromiso por la libertad, de eficacia y honradez de A.; de toda esa gente que, si por ellos fuera, aún viviríamos bajo el totalitarismo franquista.

Por todo lo dicho, y aunque solo fuera por ese cinismo de A. –que dice que ¡¡¡¡hay que echar a los mentirosos!!!!–, una merece no ser votada y Carmena se merece que la voten.

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