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Los chicos buenos de La Razón

Javier Vizcaíno / Javier Vizcaino

Ya advertíamos que esto iba para serial. Tras el éxito de crítica y público cosechado por sus dos primeras entregas de su versión gore de “Al salir de clase”, La Razón Productions pone en el kiosco el tercer episodio, donde por fin conocemos a los buenos, que además de ser mejores que los otros, son más. Ocho, en concreto, frente al quinteto perrofláutico, fané y descangallado que ya nos habían presentado. “Los otros estudiantes”, los anuncia con chuntachunta el portadista en una disposición sin ni fu ni fa porque no era cuestión de volver a plagiar y manipular una foto ajena cuando te acaban de pillar con el carrito del helado. Da gloria ver a esta chavalada sana, con la cara lavada y recién peinados, sin aros, piercings ni palestinos kaleborrokeros. Estos sí que llegarán lejos y levantarán la nación, viene a decirnos la letra pequeña: “Al contrario que los líderes sindicales, hay muchos estudiantes para los que la prioridad es su formación y aunque algunos no comparten los recortes, creen que no es momento para protestas”. Jopé con alevines Evax, que no se notan, no se mueven ni traspasan.more

Como habrán advertido, el titular principal no se refiere a las modélicas criaturitas sino a los otros, los golfos apandadores que lo catean todo, incluida la la última movilización convocada. “Un fracaso sobresaliente” es la nota que les da a los organizadores de la algarada el implacable profesor Marhuenda. Eso sí, evitando las tildes en el enunciado, no vaya a quedar otra vez en evidencia como en sus desparrames tuiteros, qué sofoco. Menos mal para su ego que sus columneros de corps han salido en tromba en su defensa y, en el mismo viaje, a partir las piernas (dialécticamente, se entiende) de los sediciosos del pupitre. Cuatro piezas, cuatro, regüeldaban por ahí, a ver cuál les solivianta más. Empecemos con la de Agustín de Grado, que agradece los cielos el tijeretazo educativo -verán que no les miento- porque el filo se llevará también la mala hierba: “Bendita sea la necesidad de ajustar los recursos públicos en esta época de escasez si sirve para sanear un campo que la izquierda considera coto privado. Hace treinta años el socialismo inoculó el veneno del igualitarismo en el sistema con el objetivo no ya de enseñar, sino de 'diluir las diferencias en una ignorancia compartida'. Se extirpó cualquier brote de sentido de la responsabilidad entre los jóvenes para convertirlos en analfabetos funcionales de un rebaño infantilizado y acrítico, listo para engordar ese consenso buenista que la izquierda maneja con tanta habilidad”. Les concedo un salto de párrafo para que lo digieran.

¿Ya? Pues entonces, les suelto el Miura que atiende por José María Marco. “Parásitos”, titula su descarga y ya imaginan a quiénes se refiere: “Es el caso de los individuos extremistas como los que La Razón sacó a la luz en su portada de anteayer. Viven de alimentar esa ilusión. Exigen derechos que no tienen por qué serlo, y siguen intentando convencer a los demás para que los exijan cuando ya saben, como sabemos todos, que no son sostenibles y que nadie está en condiciones de garantizarlos, al menos tal y como se han garantizado hasta aquí”. Chupando rueda como es su sino vital, Alfonso Merlos canturrea la misma melodía: “Los cabezas de las huestes sindicalistas en nuestras aulas no predican con el ejemplo; que no han interiorizado ni desarrollado los conceptos del esfuerzo y la excelencia porque sencillamente no han dado un palo al agua, o porque se han alejado deliberadamente del aprendizaje de las ciencias y las letras para entregarse a las lecturas marxistas favoritas de Chávez y Morales”. Calma, que ya sólo queda el chispún, aportado en frase única e incomparable por Martín Prieto: “No es casualidad que la Universidad Complutense, regida por el hijo de Carrillo, sea el escenario de un botellón universal”. Gaudeamus igitur.

[Esta entrada también está en Diestralandia... junto con otro material sabroso]

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