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Uno de los nuestros

Jesús Cintora

Cuando el 50% de los jóvenes españoles lamenta estar en el paro, Carlos Alberto puede contar que llegó a alcalde con 28 años, sin acabar los estudios universitarios y gobernó durante cuatro legislaturas. Carlos Alberto amasó un dineral, se compró una casa, un coche de alta gama de 60.000 euros, una moto de alta cilindrada de marca y enchufó a unos cuantos colegas en el consistorio. Sin esconderse. Carlos Alberto hacía y deshacía (sobre todo esto último) y la gente le seguía votando. 16 años con el bastón de mando, el machito.

Dicen los que quieren mal a Carlos Alberto que tenía un montón de queridas, esperándole en un puticlub privado que pagaba en una de las discotecas de moda en Madrid. Sí, 'puticlub privado'. No se privaba de nada, pero con el dinero de todos. Total, llegaban las elecciones y venga esas papeletas para Carlos Alberto. Él lo celebraba con papelinas de coca, según hablan los que le odiaban.

Nuestro héroe popular gozaba de financiación irregular para las campañas electorales, facturas falsas, infladas, dinero negro, adjudicaciones a dedo… Vamos, lo que viene a ser el manual. Eso sí, Carlos Alberto con gomina, traje y corbata. Qué majo este chico, qué bien viste y cómo habla, aunque le investiguen hasta por chanchullos con la recogida de ropa usada para los pobres. “¿Qué hace aquí toda esta chusma?”, dicen que preguntó en alto don Carlos al ver a los vecinos protestando por sus viviendas.

El alcalde es “un descojone”, comentaban los directivos de empresas que conocían sus vicios y le sacaban así las contratas. “Si le digo que le voy a llevar a un sitio con masajes relajantes, se sube por las paredes”, se oye en las conversaciones telefónicas intervenidas por la Guardia Civil. “¡Eres la polla, eres la polla!”. Un picha brava que hasta llevaba pistola era Carlos Alberto.

Es la historia de un virrey, que gobernaba un pueblo de apenas 5.000 habitantes. Y la Mancomunidad y lo que le echaran. Le dio para todo esto, para dejar la localidad entre las más endeudadas de España y para estar imputado por prevaricación, fraude, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias y cohecho. Lo votaban masivamente y el partido le ponía lo que hiciera falta. ¿Nadie se olía nada? Sabemos que “olía a alcohol en los plenos e imaginábamos que era joven y llegaba de una noche de farra”.

Vista gorda. Vividores. A votarles hagan lo que hagan. Carlos Alberto era alcalde de Moraleja de Enmedio. Con estos mimbres, qué gran película haría Berlanga. Moraleja: si pasó esto en Moraleja, qué no pasó y pasará en el resto de España.

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