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Qué te da esperanza

25 de diciembre de 2025 21:14 h

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A lo largo de este año, he repetido en entrevistas una misma pregunta: “¿Qué te da esperanza?”. En conversaciones con personas que ayudan a la reflexión en nuestro Rincón de pensar, a menudo he hecho esa pregunta después de escuchar sus inquietudes sobre la censura, la discriminación, el autoritarismo, los abusos de derechos y las victorias de tiranos. 

Timothy Garton Ash, el historiador y autor de Europa: una historia personal, uno de los mejores ensayos de historia contemporánea, me dijo que los ucranianos le daban esperanza. Su colega Margaret MacMillan, la gran experta en la Primera Guerra Mundial, me habló de la oportunidad de pensar en lo que realmente importa. George Monbiot, el escritor y activista medioambiental, mencionó como otros a la nueva generación, a la próxima Greta Thunberg que tal vez ya esté por ahí. Marietje Schaake, la ex eurodiputada y experta en regulación de las tecnológicas, dijo que los pequeños proyectos de inteligencia artificial en lenguas minoritarias. 

Ann Marie Lipinski, la gran periodista y exdirectora del Chicago Tribune y la Fundación Nieman de Harvard, me habló en primavera de un manzano plantado en Cambridge en honor a un periodista miembro de la beca que ella dirigía y que murió mientras hacía su trabajo por un ataque ruso en Ucrania, Brent Renaud. El manzano negro de Arkansas, una rareza importada de su estado natal al frío Massachusetts, tenía de repente dos pequeñas manzanas después de meses muy debilucho. Lo que le daba esperanza a Ann Marie es que “hay estaciones”: “Esta es una estación difícil para el periodismo, es una estación difícil para la democracia. Tengo esperanza en que haya estaciones mejores”, me dijo. 

Por aquellos días, Michael Shapiro, mi profesor de Periodismo en la Universidad de Columbia, me contestó que veía “en la oscuridad” un “movimiento de resistencia” de quienes estaban dispuestos a decir “no”.

Muchas de mis entrevistas este año han tenido que ver con el acoso a las libertades, en particular la libertad de expresión, en Estados Unidos. Y la esperanza está sobre todo en la reacción. Ellen Schrecker, veterana historiadora superexperta en la historia del macartismo, me contó que tenía esperanza en la gente informada que empezaba a protestar, como ella misma, octogenaria, seguía haciendo. David McCraw, el abogado de la redacción del New York Times, que ya ha dicho que no se rendirá como otros ante las denuncias judiciales sin fundamento del presidente, me contestó que le daban esperanza sus estudiantes de Derecho. Y dijo que, aunque sea fácil apelar a “nuestros instintos más básicos, también ”tenemos nuestros ángeles mejores“, una referencia a lo que decía Abraham Lincoln para mover a la mejor parte de la naturaleza humana. Él, como muchos de los entrevistados, me habló de otros momentos oscuros a los que los países han sobrevivido.

“He vivido lo suficiente para ver tiempos muy oscuros, con oleadas de pesimismo y fatalismo europeo, por ejemplo, en los años 70”, me decía Garton Ash hace unos meses. “La gente lo olvida. Y luego salimos de eso. Estoy absolutamente seguro de que podemos salir de esta situación, pero lo que realmente se necesita es un tipo diferente de política. Una política que reconozca la emergencia en la que estamos y que reconozca y hable con la gente con franqueza, como lo hacen los líderes en tiempos de guerra”.

Hace unos días, él mismo citaba en su newsletter a Václav Havel con su definición de qué es la esperanza, como “una orientación del espíritu, una orientación del corazón” y “la habilidad para trabajar para algo porque es bueno, no sólo porque tiene posibilidades de éxito”. “No es la convicción de que algo saldrá bien sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga”, decía Havel. Y Garton Ash añade una frase que suscribo: “He aquí un lema para 2026 (y, en realidad, para la vida).”