Domingo de política-ficción ante una semana clave
Aviso. A pesar del titular, solo hago una concesión a la política-ficción: creo que habrá acuerdo, ley de amnistía e investidura, a pesar del tsunami (y nunca mejor dicho) político de las últimas 72 horas. No es mi deseo ni un conjuro, es un atar cabos de lo que lleva sucediendo en las últimas semanas, aunque los cabos de la lógica los desata Puigdemont en un santiamén.
Carles Puigdemont, para mí @KRLS, se enfrenta este fin de semana a su propio personaje y, en la imposibilidad de diferenciar al autor de la obra, es comprensible que sienta miedo escénico. Que será, a partir de ahora, un héroe que retorna a la patria con una promesa de futuro o un prófugo de la justicia de vuelta a la realidad con el aval del Gobierno de España. Salir del maletero es el nuevo salir del armario para hacer política nacional, esto es, española, pero todos somos conscientes de que un acuerdo de investidura rompe toda la narrativa de un personaje que llegó al poder casi por casualidad y lo mantiene por causalidad. Es famosa esa frase atribuida a los comerciantes del zoco de Marraquech ante cualquier regateo, “prisa mata” y Carles Puigdemont no quiere prisas en el toma y daca más importante de su vida, no de Cataluña. Quien conozca un poco la política catalana sabe que poner de acuerdo a Junts y ERC de manera sincronizada no lo consigue ni Sánchez.
Ya lo dijo Santa Teresa, la imaginación es la loca de la casa, y en esta casa que es España andamos sobrados de política imaginativa porque no debatimos sobre el futuro común sino sobre fobias y miedos pasados. “Pedro Sánchez es un peligro para España”, dijo Aznar, el presidente que nos metió en una guerra global sobre falsedades de las que se arrepiente EEUU pero no nuestra derecha. Aznar abandonó la política en 2004, o eso pareció, porque sigue operando como director de opinión y animador de masas. No hay crisis de los 70 si sabes reinventarte en ese lema vital que es “por quién me toma”. El pasado clarifica el presente pero las predicciones sobre el futuro ensombrecen cualquier análisis. Nadie da tanto por hecha una amnistía (que según el cristal con que la mire es rendición o victoria) que Aznar y González, los presidentes que más saben sobre retorcer la voluntad popular. “No podemos hablar de lo único que importa”, dijo Teresa de Ávila, y ese es nuestro mal. El que quiera hoy escuchar a otro es la loca de la casa teresiana en una España que lleva rompiéndose siglos y que ignora a la gente que vive en sus costuras.
Habrá más histéricas concentraciones y gritos en Chamberí, Madrid, la zona cero del ayusismo y de la política nacional que niega que en Cataluña haya conflicto, o que lo reduce a una cuestión policial y de seguridad. ¿Necesita Cataluña un correctivo aunque la mayoría no haya votado a Puigdemont? En este domingo de política-ficción, @KRLS está intentando no dejar a “ningún soldado tirado” y Pedro Sánchez debería estar concentrado en tratar de convencer a su electorado y al resto de españoles. Es imposible avanzar con media España en contra. Es urgente que el que quiere ser nuestro presidente explique qué futuro imagina y cómo va a desatar este nudo gordiano. En ese futuro ha de estar Cataluña y ha de estar el PP, porque es imposible un país que convierta en enemigos a sus conciudadanos. La ley de amnistía solo tiene sentido si nos ayuda a todos a construir un futuro juntos. Es política-ficción, sí, y hoy es domingo.
9