¿Dónde estábais cuando os necesitamos? ¿Dónde, cuándo hundían RTVE?
Prueben a hacer un recorrido por las emisoras de radio españolas cualquier mañana a primera hora. Desde antes de amanecer incluso, asistirán a una serie de invectivas al gobierno de España buscando cualquier resquicio cierto, o falso en algunos casos, para agitar a la audiencia. Les servirán en el menú –ahí, como en las cadenas de televisión- “lo que dice la prensa” de los temas propuestos. Prensa en papel, tan manipuladora o más; los digitales prácticamente no tienen cabida. Si su resistencia se lo permite, complementen con los medios audiovisuales y sus tertulias de interpretación. En el caso de que hayan llegado a ese punto, y entre otras soluciones, pueden pasar de toda información –lo hace ya mucha gente-, nutrirse de envíos de similar factura en WhatsApp, acudir a la zona del circo de fieras salvajes de Twitter, o montarse unas barricadas para responder al cúmulo de agresiones (a la inteligencia, a la verdad, a los principios éticos). Por supuesto que no es una regla general, pero abunda en demasía.
Hoy sus señorías mediáticas están prioritariamente ocupadas de “la polémica” de los impuestos y de “la toma de RTVE” tras la salida de ese modélico presidente apellidado Pérez Tornero que tantos días de gloria ha dado al periodismo. Entre otras “polémicas”, claro.
El gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez ha decidido, por fin, subir impuestos a las rentas más altas (de forma temporal), y disminuirlos a las más bajas. Entre otras medidas destinadas a una mejor redistribución de los recursos del Estado, como mandaba la Constitución en su artículo 31 y que hace tiempo no se cumple. Tampoco. La medida por la que brama la derecha afecta a 23.000 contribuyentes y tendrá una recaudación de 1.500 millones de euros. Las reducciones tributarias se aplicarán a quienes ganen menos de 21.000 al año. Pero hay varios otros apartados de interés en el proyecto (cambios en el IRPF, Pymes, autónomos, etc..) que pueden ver aquí.
Pero el mantra mediático, amplificado en sus ecos, dice que el Gobierno excluye a la clase media de la rebaja fiscal. Es que los impuestos pagan la sanidad pública –cada vez más devaluada, hasta el llanto y el miedo en la gestión que el PP hace para los ricos en algunas comunidades-, la educación, el transporte público y muchos otros servicios. Los impuestos son ideología, como escribe Ignacio Escolar. Y de un gobierno progresista se espera que atienda al bien común y no a 23.000 multimillonarios, en detrimento del conjunto. Como mínimo, lo que anuncia va a hacer ahora.
La otra gran “polémica” es el cese de José Manuel Pérez Tornero al frente de RTVE. Y la supuesta toma del poder de la televisión pública por Moncloa. Es una manipulación de tal calibre, que duele en el estómago. ABC ha llegado a abrir portada preocupado por “los tertulianos” que quiere purgar... Podemos para no variar.
Periodistas de la propia empresa y el Consejo de Informativos han expresado su inquietud por si el “objetivo es someter a este servicio público a intereses partidistas”, añadiendo: “ los trabajadores no lo permitiremos”. Un comunicado en el que se advierte una preocupante falta de autocrítica sobre la información que sale en pantalla, incluso la misma falsa equidistancia de la que adolecen gran parte de las noticias. Con muy notables excepciones, desde luego. Con mi querido colega Juan Tortosa, pregunto ¿y por qué lo habéis permitido hasta ahora? ¿Dónde habéis estado en estos largos años de manipulación sistemática?, añado.
Tampoco sabemos dónde estuvo hasta ahora este columnista de El País, que titula Una televisión al servicio del Gobierno y que solo ahora ve intentos de control político y casualmente del gubernamental, tergiversando algunos conceptos vertidos… ¡en tertulias!
Este Consejo de Administración no fue de consenso, sino una vez más de reparto entre partidos. La ilusión de un Concurso para elegirlo con criterios profesionales se fue diluyendo cuando hasta se cambiaron algunas bases tras haberse cerrado el período de admisión de los proyectos. El concurso lo ganó la periodista Alicia Gómez Montano, que fallecería poco después. Y en segundo lugar quedó el realizador Javier Montemayor… al que ni siquiera incluyeron los partidos en sus diez candidatos.
Pérez Tornero sí pasó el corte. No así Elena Sánchez, su sustituta provisional al frente del Consejo, que no de la Corporación. Ambos fueron propuestos por el PSOE. Y todos, los 10 presentados por partidos políticos, fueron revalidados por los votos en Congreso y Senado. Y esta vez sin que ningún diputado se equivocara como en ocasión anterior, cuando por ello se decidió nombrar a Rosa María Mateo –hasta que se dilucidara el concurso- “Administradora única provisional”, sin Consejo asesor, en una interinidad que duró casi tres años.
Tornero estaba enfrentando a la mayor parte del Consejo, salvo a los miembros del PP. Ha habido quejas de choques serios con el personal. El más flagrante, con la periodista Anna Bosch, a la que acusó de manipuladora por poner un tuit despreciando su gran credibilidad. Y la línea informativa en política nacional ha estado claramente inclinada a favor del PP, de las manipulaciones del PP. No ha existido el menor cordón sanitario a Vox, llamado a opinar de todo, y no de lo estrictamente indispensable a su condición parlamentaria como venían haciendo otros países.
Este conjunto de cosas terminan teniendo consecuencias en el funcionamiento que cabe esperar de una televisión pública.
A Tornero no lo han echado las discrepancias con PSOE y Podemos, sino con la mayoría del Consejo, con sus propios colaboradores, con el personal. Le ha echado su mala gestión, el retorno a la utopía de una RTVE independiente al servicio del derecho a la información de los ciudadanos. ¿Dónde estaban los alarmados de hoy que no querían enterarse?
La presidencia de RTVE ha de ser ocupada por votación de los 10 miembros del Consejo, y falta nombrar uno, el sustituto de Pérez Tornero. ¿Cuánto durará ahora ese tránsito que otorgue capacidad ejecutiva a la persona elegida?
El problema que asombrosamente no parece entenderse es que no se trata de informar a favor de nada, ni de nadie, que no sea ese derecho de la sociedad. Y hacerlo bien: con datos, contexto. Hay que insistir hasta la saciedad en que contar lo que dice uno y otro, sin aportar evidencias de la realidad, no es periodismo sino un servicio de prensa de los partidos que favorece al que miente. Olga Rodríguez lo expresa de una forma muy clara: “El rabino del gueto de Varsovia dice que los nazis están masacrando a los judíos. Goebbels lo niega”. Y esto es lo que se hace de continuo en RTVE y otros medios. Añadiendo precisos “dicen”. ¿Y lo que “dicen” es verdad o mentira?
Es muy preocupante que fallen conceptos tan básicos del periodismo. Como la preeminencia incomprensible de los tertulianos. Lo primero es la información y después la opinión que ha de aportar datos objetivos de los hechos suficientes para tener una visión de conjunto y fidedigna.
Si RTVE informara, equilibraría las “polémicas” artificiales con intencionalidad política que surten buena parte de los medios. Se sabría bastante más de hasta para qué sirven los impuestos. Y a quiénes benefician y perjudican su aplicación ideológica.
Es más, si el periodismo respondiera a su nombre de una forma mayoritaria, no tendríamos que preguntarnos dónde estaban los ofendidos y preocupados de hoy por si se va a manipular en RTVE, como se ha hecho en la etapa Tornero a favor del PP, de lo que hay infinitas pruebas. Por cierto, ustedes ¿qué creen al respecto? ¿Tiene solución RTVE? ¿Lo van a intentar? ¿A alguien le importa? A mí y a otros muchos periodistas, sí.
Porque ¿dónde estaban cuando algunos políticos nos robaban el dinero público y corrompían las instituciones? ¿Dónde cuando desvalijaban la sanidad pública? ¿Y cuando se dejó morir en los geriátricos a 35.000 ancianos en toda España -y con especial crueldad en Madrid-- porque los ya escuálidos recursos priorizaron a los “útiles”? ¿Y al aplicarse hasta la eugenesia nazi a jóvenes con síndrome de Down según contó como testigo el Consejero de Madrid, Alberto Reyero?
¿Qué se proponen al contar versiones de culpabilidades compartidas en el secuestro del Poder Judicial? ¿No se les revuelve la conciencia siquiera un poco al usar a los ciudadanos como piezas de fuerza y desgaste hasta de un tablero internacional cuajado de intereses que ocultan?
Ningún ciudadano responsable debería cometer el error de prescindir de las noticias porque le asquee tanta basura o porque les cueste encontrarlas. Saber qué ocurre y dónde estamos es vital y mucho más en momentos tan críticos como el que vivimos. Hay periodismo y periodistas y si se buscan, se encuentran.
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