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La estafa de la homeopatía: en crisis

Los productos homeopáticos tendrán que indicar que no son efectivos

Esther Samper

“Medicamento homeopático”, es el oxímoron más frecuente en el ámbito farmacéutico. Tan contradictorio en sí mismo como su forma de preparación: se coge una sustancia, se diluye de forma seriada hasta que no queda nada, literalmente, de la sustancia original y se aplica dicha disolución a bolitas de azúcar. Sin embargo, en ocasiones, la realidad puede resultar aún más llamativa: también se han documentado casos de laboratorios que, directamente, vendían bolitas de azúcar, ahorrándose toda la parafernalia anterior, en una especie de triple salto mortal con tirabuzón de la estafa.

Legalmente, un “medicamento” es un compuesto que ha demostrado seguridad y eficacia para el tratamiento de un determinado problema de salud en ensayos clínicos. Sin embargo, cuando añadimos “homeopático” al término anterior, la definición da un giro mágico de 180 grados, con la misma agilidad con la que un trilero mueve la bolita de aquí a allá. “Medicamento homeopático” pasa a ser entonces un compuesto que tan sólo tiene que ser seguro y no tiene por qué demostrar eficacia alguna en un ensayo clínico.

De hecho, legalmente, no pueden atribuirse indicación terapéutica alguna aunque, de nuevo, por el arte del birlibirloque, se pueden encontrar indicaciones terapéuticas en determinados productos homeopáticos. Porque sí, porque la homeopatía lo vale: sabe dulce, al tiempo que apesta a picaresca, mientras pasa las pruebas sanitarias de una gominola. Hasta hace pocos años, los laboratorios homeopáticos han tenido cancha libre para vender sus productos en España.

Ha sido y es un negocio avalado por el Estado y el Sistema que se ha nutrido de la ignorancia y/o tolerancia de instituciones médicas y farmacéuticas y de la población en general. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado un punto de inflexión: la homeopatía ya no disfruta de la gran tolerancia de la sociedad e instituciones de hace años, no sólo en España, sino en otros muchos países. Las razones detrás de este cambio social son complejas de identificar pero probablemente tenga que ver con la generación de una masa crítica hostil e informada contra esta pseudomedicina que ha sido capaz, desde abajo, de presionar tanto a instituciones, como universidades y políticos forzándoles, por fin, a dar una respuesta crítica al respecto.

Así, las consecuencias de dicho fenómeno social son visibles en todos los ámbitos que rodea a la homeopatía: desde su enseñanza, pasando por su normativa, sus ventas y su pátina de respetabilidad, ninguna se libra de este punto de inflexión. En los mejores tiempos de la homeopatía y hasta hace pocos años, ésta se enseñaba en Másteres en múltiples universidades españolas como la de Barcelona, Sevilla o Valencia. Incluso llegó a disfrutar de Cátedras como en la Universidad de Zaragoza o la de Murcia.

Esta enseñanza, dirigida principalmente a futuros profesionales sanitarios tiene tanto sentido como enseñar astrología a futuros astrónomos. No es posible aceptar los principios de una disciplina sin destrozar o contradecir totalmente los principios de la otra.

La situación, sin embargo, es totalmente diferente ahora. En total, más de seis universidades han cerrado sus puertas a esta práctica carente de evidencia científica. Sólo algunas instituciones siguen manteniéndola como la Universidad Católica de Murcia y la UNED, aunque éstos últimos afirman que no se podrá estudiar a partir de 2018. Una tendencia similar se observa en el respaldo o tolerancia que históricamente la homeopatía ha disfrutado por parte de instituciones sanitarias, médicas y farmacéuticas.

En un pasado reciente, la norma era que rehusaran cualquier crítica directa a esta práctica pseudocientífica siempre que fuera ejercida por médicos. De nuevo, la realidad es muy diferente ahora y es muy difícil llevar la cuenta de todas las instituciones que, en España y en el mundo, han levantado la voz críticamente contra la homeopatía. En España podemos encontrar a la sociedad científica de Farmacia Hospitalaria, la Organización Médica Colegial o la Real Academia Nacional de Farmacia, éstos últimos con una crítica especialmente dura hacia la homeopatía, considerándola un “riesgo para la salud”.

Además, múltiples Colegios de Médicos de diferentes puntos de la geografía española están eliminando sus secciones de homeopatía por carecer de evidencias científicas, como el Colegio de Médicos de Madrid. En el resto del mundo, múltiples instituciones relevantes de países como Estados Unidos, Reino Unido o Australia han sido categóricos frente a la homeopatía como pueden comprobar en: Veredictos “oficiales” sobre la homeopatía.

Este ambiente crítico con esta disciplina también se ha hecho notar en las ventas. Boiron, el principal laboratorio homeopático del mundo, ha visto como sus ingresos han ido disminuyendo en los últimos años en nuestro país. Mientras en 2014 facturó más de 25 millones de euros, en 2015 esta cantidad descendió a 24 millones y en 2016 cayeron aún más drásticamente, a 20.5 millones. Un descenso total de casi un 20 % en la facturación en sólo 2 años que refleja, otra vez más, un cambio en la percepción que la homeopatía tiene entre la población.

Por el momento, los medicamentos homeopáticos siguen con una normativa privilegiada “ gracias a un vacío legal y a la dejadez de la Administración”, pero puede que esto también cambie en los próximos años. Autoridades políticas e instituciones en España y en Europa están solicitando que se reforme de una vez ese limbo legal en el que se encuentran los productos homeopáticos. Si ello llegara a suceder, muchos españoles del 52 % de la población que ahora creen en la homeopatía empezarían a verlos con otros ojos y la actual crisis de la homeopatía pasaría a ser una hecatombe con la carta más importante a su favor perdida, su disfraz de medicamento.

Para saber más:

Un informe europeo advierte de los “daños significativos” de la homeopatía

¿Por qué los médicos no frenan el auge de las medicinas alternativas?

El declive de la homeopatía, un negocio fomentado por el sistema

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