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Las futbolistas vuelven a ganar: ahora todo bien

La selección española femenina, ganadora de la Liga de Naciones.
29 de febrero de 2024 23:31 h

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Ahora sí, esta vez la Liga de las Naciones de UEFA ha sido toda suya. Nuestra selección de fútbol de mujeres ha vuelto a ganar y nadie ha empañado su victoria. El triunfo que es suyo no se ha visto deformado por el esperpento que a menudo acecha a las mujeres en un callejón de espejos. Sucede aún que las mujeres, también las futbolistas, deben ganar dos veces para saborear plenamente una victoria. Hecho. 

“Este equipo no tiene techo, ahora vamos a por los Juegos”, ha dicho Aitana Bonmatí tras la victoria. Aitana suele hablar muy claro, pero añadámosle la coda que es justa: no tienen límites porque los han derribado. El mayor se encontraba en la propia Federación de Fútbol española, que dio muestras de no respetarlas. Esa actitud culminó en Sidney, donde no disfrutaron su triunfo como merecían porque el esperpento aguardaba esta vez en una grada. Allí mismo feneció. A veces la vida te regala estos momentos de justicia poética.

Jenny Hermoso saltó anteyer al campo para jugar, como tantas de nuestras futbolistas triunfadoras, como la propia Aitana y Mariona, que marcaron los dos goles de la victoria. Son triunfadoras, pero el deporte español está plagado de éxitos, a veces administrados con inteligencia y, otras, billetera en mano. A mí me interesan estas mujeres no tanto por lo que ganan, sino por lo que luchan y por el coraje con que lo hacen. Saben que siempre juegan dos partidos, uno en el campo, otro en la sociedad, como suele ocurrirnos a las mujeres. De esta doble jornada se habla poco, pero además de nuestro trabajo, las mujeres casi siempre hemos de empujar para ir rompiendo techos: una jornada de eficacia y otra de pico y pala, para ampliar los límites estrechos que vienen dados. Por suerte, cada vez más organizaciones creen en la igualdad: la propia UEFA tiene desde hace doce años un programa de ayudas a las federaciones nacionales para promover el fútbol de mujeres.

También ellas disfrutan doblemente su éxito, porque no hay nada mejor que darle un propósito. “Como jugadoras nuestra responsabilidad va más allá del fútbol”, dijo Aitana al recibir el balón de oro el año pasado. Nuestras futbolistas son muy conscientes de que su popularidad y la simpatía social que se han granjeado tienen sentido si se transforman en influencia social positiva. Se habla a menudo de los valores del deporte, lo cual, dicho así, de forma genérica, significa bastante poco. El deporte, como toda actividad humana, comprende valores positivos y negativos. Los de ellas son todos buenos: compromiso, sentido de equipo, y sentido de pertenencia al colectivo de las mujeres, por cuya igualdad también saltan al campo. Si despertaron una ola de solidaridad mundial tras el incidente de Sidney fue porque en aquella batalla, no sólo ellas, sino todas las futbolistas del mundo mejoraron en estatus y respetabilidad cuando ellas se plantaron con un ‘se acabó. 

Esa influencia social va en aumento. Las jugadoras se anotaron anteayer otro récord histórico: 32.657 fans asistieron al partido en La Cartuja de Sevilla. Se trata de la cifra más alta de asistencia a un partido de la selección femenina. Casi cinco millones de espectadores vieron en algún momento el partido a través de Televisión Española, cuyo esfuerzo por ofrecer deporte femenino resulta imprescindible y loable. 

Los goles suben al marcador, y en el deporte la victoria o el fracaso se expresan con un número (2-0 en la final de la Liga de las Naciones). Entre las singularidades de estas mujeres, no obstante, se encuentra su capacidad de añadir siempre un brillo intangible al marcador: queremos que ganen por cómo luchan con el balón, por su juego y su maestría en marcar goles. Pero sobre todo queremos que ganen porque su gloria sabe a justicia, su sudor huele a resistencia y sus ojos tienen el brillo inconfundible de las que miran atrás para seguir abriendo camino hacia delante. Ahora van a por los Juegos. Díganles que les deseo el triunfo. 

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