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Es hora de recordar II

David Bravo

Coincidí con Pedro Farré, por entonces número dos de SGAE, en el año 2005, durante un programa de televisión. Farré era conocido por ser el jurista más beligerante con las descargas de internet. Por su cargo de director corporativo de Relaciones Institucionales y Comunicación de SGAE, era habitual verlo en los medios de comunicación prometiendo cárcel para quien descargara música sin autorización y era raro que se celebrara un evento sobre propiedad intelectual sin contar con su presencia como el contrapunto más extremista de la defensa de ese derecho.

Aquel día de marzo de 2005, no fue diferente. El director de este medio, Nacho Escolar y yo acudimos a un debate con Farré en Canal Sur uno de esos días en los que Juan y Medio se toma el día libre. Pedro Farré se empleó a fondo y se pasó el programa señalándome con el dedo, llamándome pirata y menospreciando mi preparación, haciendo alusión a que yo hasta hacía poco era alumno de la facultad de Derecho, mientras que él era profesor.Aquí tienen un vídeo de un minuto que les permitirá ponerse rápidamente en contexto:

Tras este debate, no volví a saber de Farré. No porque yo no quisiera, sino porque puso como condición a todos los eventos a los que acudió que yo no estuviera presente. Así se acató y el bloqueo me duró durante el tiempo que estuvo en su cargo como número dos de SGAE. Después dejó la entidad y le perdí la pista.

Es ahora, ocho años después, cuando vuelvo a saber de él por las noticias de los medios de comunicación. La publicada en este mismo diario dice que Farré está imputado por un presunto delito de apropiación indebida y falsedad en documento mercantil, que la Fiscalía Anticorrupción le pide casi cinco años de cárcel y que “invitó a 40.000 euros en prostíbulos a policías y guardias civiles”. El propio abogado de Farré, según El Confidencial, reconoce que hizo estos gastos para “agasajar a policías y guardias civiles” en locales de alterne.

Estas noticias, con las que he desayunado el viernes, no me han dado ningún regocijo particular. Al contrario. Si el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio, a quien ha colocado en su lugar ha sido justo a mí. Es evidente que jugamos en ligas muy diferentes. Al mismo tiempo que encajo piezas del pasado, no puedo más que ver con pesimismo lo que queda por delante. No encuentro otra lectura posible. Si el lobby del copyright puede apartar a los jueces que no les dan la razón con la Ley Sinde-Wert y “agasajar a policías y guardias civiles” en clubes de alterne, ¿qué no ocurrirá en otros aspectos de la realidad política y económica con verdadera enjundia y peso específico?

Parece evidente que las pequeñas resistencias que ejercemos muchos desde nuestras correspondientes trincheras son de patio de colegio en comparación con las armas que se manejan allá arriba. No hay cambio posible por la mera reforma del sistema. Las raíces son demasiado profundas. Esto no se arregla reiniciando. Este fallo de sistema tiene su origen en el hardware, no en el software. Afecta al corazón mismo de la máquina y no a lo que flota por encima. Estructura y superestructura, le llaman los clásicos.

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