Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Feijóo se alinea con la ultra Meloni y su discurso de la inmigración como problema
Israel anuncia una “nueva fase” de la guerra en Líbano y crece el temor a una escalada
Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

El increíble hombre menguante

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

37

A Pablo Casado le empieza a pasar lo mismo que a Scott Carey, el protagonista de aquella película en la que, expuesto a una extraña niebla en medio del mar, un hombre comienza a notar cómo su cuerpo disminuye por momentos. Desconcertado y asustado, busca remedio para frenar su proceso menguante y, sin embargo, nada evita que quede reducido a unos pocos centímetros. Su diminuta talla le obliga a enfrentarse a peligros para los que no estaba preparado y, sobre todo, a exprimir el ingenio para sobrevivir en una escala en la que llega a convertirse en juguete e incluso en fuente de alimento de los animales que le rodean.

En realidad, Pablo Casado no es que haya agudizado el ingenio en esta campaña electoral en la que el PP lucha contra sus propias expectativas de voto, sino que más bien a la desesperada, ha puesto en marcha la máquina del fango y el disparate. Si no frena la caída en las encuestas, sus propios barones lo devorarán antes de tiempo. En el fondo sabe que se la juega más dentro que fuera de los cimientos de la calle Génova. El PSOE daría su brazo derecho y parte del izquierdo para que el actual mandamás de los populares tuviese larga vida al frente del primer partido de la oposición. La suerte de Sánchez se llama Casado, el mismo nombre que lleva la desgracia que el PP arrastra.

Que cinco días antes de las elecciones en Castilla y León, un periódico “amigo” lleve a portada el ruido de fondo de los populares y el cuestionamiento de su líder, da una idea de cómo andan los ánimos por la calle Génova en una campaña donde el candidato Mañueco no tira y Casado se ha convertido en El increíble hombre menguante. Cuanto más gruesa es su palabra, más diminuta es la talla de su liderazgo. Sin más estrategia que el ruido, el insulto y el verbo grueso, no ceja en el desatino, si bien este domingo ha traspasado los límites de lo democráticamente aceptable. 

El líder del PP, que si fuera por sus barones hace tiempo que no lideraría ni la agrupación de Chamberí, desbarró como nunca. Y en una misma mañana comparó a España con Cuba y Venezuela; acusó a Sánchez de “depravación institucional” y llamó comisionista de Maduro a Rodríguez Zapatero. En cada frase habría materia penal si los aludidos decidieran llevarlo a los tribunales. Hay que estar muy desesperado -o ver muy lejana la victoria holgada que él mismo pronosticó- para encadenar tanta temeridad en un solo acto. 

La perspectiva de una coalición forzosa con Vox sería un tropiezo para quienes anticiparon las elecciones con la expectativa de gobernar sin pactos, sin socios y sin hipotecas. Y la aspiración de los populares de tener un Ejecutivo monocolor en Castilla y León, que es con la que anticiparon las elecciones, se aleja por momentos. Ya no hay una sola empresa demoscópica, ni pública ni privada, que no certifique que a Alfonso Fernández Mañueco le resultará imposible no estar sometido a las exigencias de Vox.

Del resultado del domingo depende, además del color político de un gobierno regional o una posición hegemónica de 35 años, la hoja de ruta de Casado y su deseo de hacer del 13F el siguiente paso de un cambio de tendencia que empezó en Madrid el pasado mayo con Ayuso y continuaría en Andalucía, aunque Juan Manuel Moreno no respirará hasta no saber el alcance de lo que ocurra el próximo domingo. Si Casado no acierta y pierde el gobierno -o lo mantiene con Vox dentro-, se avecina un tsunami en Génova que se llevará por delante a la dirección nacional al completo. 

Lo que había hasta ahora en el PP no era más que una falsa tregua que saltaría por los aires la misma noche del domingo en el caso de que el PP no sume más apoyos que el conjunto de la izquierda. Hasta ahora, los sondeos coinciden en que los populares van a menos y Vox, a más sin despeinarse. Unos dicen que entre ambos no sumarán lo suficiente para mantener el gobierno y otros, que ya tienen la mayoría absoluta. Si esto último fuera cierto, la historia reciente y remota ha demostrado las consecuencias de normalizar la presencia institucional de los populismos y entregar de facto las llaves de los gobiernos a la extrema derecha. Eso es lo que está en juego, además del liderazgo de Casado.

Etiquetas
stats