El 18 de julio de los perros de Franco
Flaubert dejó dicho en alguna parte que las banderas están hechas de mierda y sangre. Pero se olvidó agregar que algunas lo están más que otras. Como ejemplo sirva nuestra actual bandera, que no es tan actual como parece y que existe desde antes de que Franco ganara la guerra, aunque Franco jurase la tricolor republicana para después traicionarla.
Lo que ha sucedido con la rojigualda es ejemplo de lo que sucede cuando se instrumentaliza un símbolo hasta dejarlo convertido en un trapo salpicado de mierda y sangre en abundancia. Tanto es así que, por mucho que quieran limpiarlo, la indecencia con la que está cubierto, resbala por el palo. Me explico a reglón seguido con algún que otro ejemplo.
Nadie que en la actualidad luzca una esvástica puede decir que la luce por ser un símbolo solar de remoto origen. Por mucho que quiera disimular su nazismo con argumentos atávicos, si luce una esvástica, es que es un nazi. Hitler se encargó de que esto fuera posible. Si no hubiera existido Hitler ni el nazismo, la esvástica seguiría siendo un símbolo solar. Pero una vez que el proceso histórico se pone en marcha, no se puede volver atrás.
Por poner el ejemplo al otro lado, nadie que luzca la hoz y el martillo cruzados nos podrá convencer de que no es comunista y que lleva tal signo porque su madre era campesina y su padre metalúrgico. De igual manera, tras la guerra civil y la utilización de la rojigualda por parte del bando ilegítimo, los que lucen tal bandera, más que por ser españoles, lo hacen porque son fachas. Dicho en crudo.
Llegados aquí, no podemos dejar pasar por alto lo de los dueños de los perros que colocan a sus mascotas un collar con la bandera de España. Llama la atención que hasta por los Interneles salten los anuncios y que en los últimos tiempos, en las zonas residenciales haga furor tal asunto, dando igual que el perro sea Pastor alemán, Husky de Siberia o Chiguagua mexicano. Los dueños del sufrido animal no se cortan y le trasladan su complejo.
A decir de Marx, si los hechos en la historia se repiten dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, después de la tragedia simbolizada por un trapo cubierto de mierda y sangre, llega la farsa. Porque no se puede llamar de otro modo a la acción de un farsante cuando coloca a un perro la bandera rojigualda por collar ¡Guau!