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La masculinidad frágil

Barbijaputa

No es raro que una chica use una camiseta de su pareja para dormir, incluso para salir a la calle. ¿Cuántas escenas no hemos visto donde ella se pone la camisa de él para desayunar? Es femenino. Queda hasta sexy. El porno lésbico también es sexy y femenino, y es consumido masivamente tanto por ellos como ellas. Las chicas no tenemos nada que temer aquí, nuestra feminidad no se va a ver comprometida. Es algo que ni se nos pase por la cabeza. Incluso si un día nos enrollamos con otra chica, no tenemos nada que perder. Vamos a seguir siendo chicas y vamos a seguir siendo consideradas heterosexuales si sólo ha sido un capítulo aislado en nuestra vida.

No tenemos nada que temer porque ser chica no es ser privilegiada. Pero cuando eres hombre y perteneces al grupo privilegiado, tienes más que perder, porque hombre no puede serlo cualquiera. Por eso la masculinidad es tan frágil y cualquier descuido puede mancillar tu honor machito para siempre. Un chico no puede levantarse y colocarse un vestido de su chica y hacer como si nada. En las pelis nunca veremos a un hombre vestido con ropa típicamente de mujer si no es para hacer chistes o para mofa. Mucho menos enrollarse con un colega en un bar una noche de borrachera. Poder puede, pero su “masculinidad” se verá comprometida y ya siempre estará bajo sospecha. Bajo la sospecha de no ser un hombre totalmente, sino de ser una especie de ente a medio camino unos y otras: gay, bisexual, etc.

La homofobia está íntimamente unida al machismo. Por eso, los hombres, en muchas ocasiones, tienen miedo a perder puntos del carné de macho. Porque pasarían a ser considerados inferiores a los verdaderos hombres, que son los privilegiados, y nadie quiere perder la categoría de privilegiado. Las mujeres heterosexuales también tenemos miedo a no cumplir con los cánones patriarcales, pero más que porque vayan a tacharnos de hombres, es más bien por miedo a no encajar en lo que ellos consideran una pareja “deseable”. Porque, ¿qué hay peor que quedarse “solterona”? NADA.

El capitalismo, que todo lo aprovecha, se frota las manos con este miedo a dejar de ser masculino de la misma forma que se las frota con la tasa rosa. Todos los productos, por ejemplo, relacionados con la higiene y los cuidados tienen en muchas ocasiones una línea aparte para ellos, con otros colores en el envase y el añadido “MEN”, “SPORT” o cualquier palabra que suene a acción o a macho. Dan a entender a los hombres con miedo a no ser verdaderos hombres que cuidarse puede ser también MUY de hombre.

Me he ido al súper para mostrar algunos ejemplos.

Aquí vemos la composición química de Sanex Zero y de Sanex Zero MEN.

A pesar de que los ingredientes son básicamente los mismos, el precio de gel para hombres es cinco céntimos más caro que el “normal” a pesar de tener 125ml menos que el “normal”.

Aquí vemos tooodo el catálogo de diferentes geles para “no hombres”: pieles secas, pieles irritadas, pieles sensibles y pieles con cosas en las que un verdadero hombre no tiene tiempo de fijarse. Más barato con más cantidad.

El mundo de las colonias y desodorantes es mucho menos sutil en cuando a nombres y formatos de envases, ya que, al fin y al cabo, los hombres de verdad tienen que ducharse tarde o temprano, pero OLER a algo que no sea aroma corporal es otro cantar.

Por eso apelan a la sexualidad, al peligro, al “chico malo”. Te están diciendo: eres un macho y lo sabemos, por eso hemos hecho este perfume ESPECIAL para machos.

Indómito (“eh, nena, no creas que puedes cazarme”).

Sport (“alpinismo, salto base, escalada, to el día ejercitando estos músculos”).

Pure game (“No me tomes en serio, baby, te harás daño”).

Fresh power (“Poder y frescura, no intentes seguirme el ritmo”).

Sin embargo, los nombres, formatos y aromas para nosotras son muy distintos:

Radiant sunshine, Tropical, Beso, Flor, Florever, Nectar of Beauty.

El capitalismo, fiel aliado del patriarcado, apela al miedo de ellos a ser menos machos y perder privilegios en el trato y en la sociedad, y apela al nuestro a no ser florecillas delicadas que aspiran a ser admiradas, al fin y al cabo es lo que hará que nos quieran: ser y estar bonitas.

Los machistas cada vez tienen menos excusas para no abrazar el feminismo, si hasta les sale más barato.

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