Las matemáticas y la importancia del cero
A veces conviene buscar las raíces. Aquella asignatura en la que me suspendieron un junio -la única vez, si me perdonan la vanidad- y aprobé con matrícula de honor en septiembre. Las matemáticas. Ocurrió que durante el verano la entendí. Sumar, como principio básico en ellas, es juntar en una cantidad varias cantidades homogéneas. Recordarán que han de ser homogéneas para no mezclar manzanas con peras, según una política experta en la materia. En la de la involución, que en aquel caso se refería al matrimonio homosexual.
Leo que los humanos aprendieron el concepto restar antes que el de sumar, al anotar las pérdidas de sus medios de subsistencia dado que disminuían durante el año, con lo que les había costado obtenerlas. Esto fue ya en el Neolítico. Sin saberlo, las matemáticas están unidas al ser humano desde siempre. Atravesando la historia, perfeccionando sus estructuras y aplicaciones. Sumar, en la necesidad de saber qué se tiene y cómo incrementarlo con la incorporación de efectivos que añadan valor.
Es apasionante la historia del cero, por cierto. Fue la gran revolución que multiplicó el poder de los números. Permitía expresar grandes cantidades, añadido a los 9 dígitos conocidos. Una gran innovación en su día. La nomenclatura romana, combinando letras y letras, se fue convirtiendo en poco operativa.
El cero nació en la India, al menos en el siglo VI, pero se bautizó en Europa, encuentro en una publicación del BBVA que de números saben un rato. Un matemático italiano, Leonardo Pisano “Fibonacci”, le puso el nombre de zero designando el símbolo de la nada. Los árabes utilizaron el término sifr que significa el vacío. Aquella potente inyección de sabiduría que pasó por España unos cuantos siglos, fue un cultura determinante en el uso del cero al que tanto debemos.
Lo fascinante del cero es que, sumado, no altera nada, pero multiplicado anula al otro factor. Todo cuanto multiplicas por cero se vuelve cero.
Y ahí andamos en el difícil discurrir de la vida en España, sobre todo en este periodo preelectoral. El PSOE sumó este jueves 233 votos a la reforma de la propia ley del gobierno que preside conocida como la del Sólo sí es sí que había aprobado con todas las mayorías y parabienes progresistas y la concurrencia de varios ministerios. El PSOE sumó ahora el pesado voto del PP que, como dirían algunos aliados del ejecutivo, es un partido que jamás ha apoyado una sola medida social. Y son evidencias que obligan a pensar en los porqués. Si las sumas son pura rotundidad, en estas cosas conviene añadir signos de interrogación.
No le saldrá gratis. A cuenta de los votos conservadores de su electorado y de la euforia de sus periodistas y tertulianos afines, carga -como ya comentamos- con el escorpión PP a lomos de toda la ciudadanía. Cuca Gamarra, la portavoz, pidió sangre y castigo para las culpables. ¿Quiénes son? ¿De qué? ¿Vamos arreglando de una vez la renovación del Poder Judicial y de cuanto su atrincheramiento -con gran apariencia antidemocrática- implica?
Es ese PP decidido a destrozar el Parque Natural de Doñana, contra el criterio de todos, incluida la dirección de Bruselas que llegaría a sancionar a España. Y encima increpando a los críticos de su proyecto.
Pero hay más. Carmen Calvo -ex ministra del gobierno de Pedro Sánchez y portavoz de la corriente “el feminismo lo inventamos nosotras y no se toleran injerencias”- multiplica por cero el feminismo. ¿Nunca estuvieron las jóvenes de hoy que no habían siquiera nacido? Ejercer de mujer independiente fue muy duro en tiempos de los ancestros franquistas del PP y su posterior e interminable prolongación pero se hacía. Por necesidad y coherencia. Se vivía, se incorporaba a la actividad diaria. Soy poco de clanes, pero jamás me pasaron lista. Debo estar excluida también. A pesar de aquellos reportajes de Informe Semanal que a partir de la Transición fuimos haciendo por informar abriendo inéditos caminos.
Y a Ana Oramas, de Coalición Canaria, ¿qué le pasa? ¿Otra feminista de viejo cuño?
Juan Carlos de Borbón, rey emérito de España con residencia en Abu Dabi, es otro que anda sumando bochorno patrio estos días por Galicia. Pasea su desfachatez a bordo del Bribón, precisamente. Ha venido en un jet privado del Emir de la capital de los Emiratos Árabes Unidos, un país autocrático donde los haya. Al que por cierto se están trasladado los nietos borbones con ánimo de ahorrar impuestos y restarlos a la España que les crio.
El llamado CIS de Tezanos, por su parte, ha sumado peras con peras que aún no estaban a la venta para dar una prospección muy ventajosa al Sumar de Yolanda Díaz. Como ocurriera con otras entidades demoscópicas que elevaron a triunfo electoral a un Albert Rivera, hoy fuera de la política por el hundimiento de aquel Ciudadanos que le llevaba directo a La Moncloa. O las que alentaron a Iñigo Errejón a su pobre y nefasta en resultados aventura política.
Yolanda Díaz es una dirigente muy capaz sin duda. Lo ha demostrado. No ignoraba criterios que hoy parece haber repensado. Habría de darle una vuelta más a la idea de sumar. Y a la de multiplicar. En alerta por los ceros que no aportan y los que se cuelan en las multiplicaciones para dejar un resultado vacío. Las operaciones matemáticas requieren una especial precisión. Cuentan las cifras, no las emociones y menos si son turbadoras. La virulencia contra Díaz del lado que se siente traicionado tampoco es sana. El conjunto torna en debacle las mejores expectativas. De 33 a más de 60 escaños, según el análisis del actor y director Juan Diego Botto.
De las matemáticas, a la gramática. Sumar es igual a añadir, reunir, juntar, contar, agregar, superponer, englobar, ascender, subir…
Y a la física. Mi suma favorita es la emergente, llamada con propiedad sinergia: es la que integra en un solo objeto dos sistemas cuyo efecto es superior a los de cada una de las partes. La suma de dos da más de dos. En todos los órdenes de la vida, si lo probaron, no lo pierdan.
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