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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El miedo que tapa el debate

Andrés Ortega

En un contexto muy diferente, Franklin D. Roosevelt hizo una afirmación que hoy cobra un nuevo sentido: “De lo único que hay que tener miedo es del miedo mismo”. Hay miedo en España, como en toda Europa. Los yihadistas de Daesh que atentaron en París y en otros lugares lo han conseguido. Bruselas, en una grave equivocación del gobierno belga, ha quedado paralizada durante días. La gente ha cogido miedo. Se habla del miedo. Y los 'wasap' y otras redes –multiplicadas exponencialmente desde el “¿Quién ha sido? Pásalo” por SMS tras el 11M de 2004 de Madrid-, contribuyen a difundir informaciones pero también bulos y a alimentar el miedo. Miedo a ir a lugares concurridos, miedo a viajar en tren o en avión, a mandar a los hijos al colegio. Es lo que buscaban los de Daesh, como señalaron en su comunicado, al anunciar “el principio de la tormenta” y que “sentiréis miedo de ir al mercado”. Aunque en España la gente no deja de ir al futbol, de salir o de viajar por ello.

Parte del miedo lo alimenta el que los objetivos de los terroristas no sean centros oficiales o infraestructuras críticas porque saben que están muy vigilados y protegidos. Son otros, para atentar contra la moral de la ciudadanía. Como la redacción de Charlie Hebdo o el supermercado 'kosher' en París en enero, cafeterías, estadios o salas como el Bataclan. Sin olvidar aquel 11M en Madrid, obra de otros grupos pues el Estado Islámico no existía aún. Y este miedo se extiende a mucha gente en Oriente Medio –son los árabes los que más sufren este terrorismo- o incluso en Indonesia, el país con mayor población musulmana del mundo.

Algo de eso sabemos en España no ya por los atentados del 11M, sino porque durante décadas hemos convivido, mientras desarrollábamos una democracia, con el terrorismo de ETA. Pero era un terrorismo distinto, pues sus organizadores y ejecutores aspiraban a escapar. Estos yihadistas, no. Están dispuestos a inmolarse, a suicidarse para lograr sus fines. Y frente e esto, de poco sirve endurecer el código penal u otras medidas similares. Sí sirve, y mucho, la prevención.

El 11M de 2004 nos pilló muy desprevenidos frente a este tipo de terrorismo. Pero desde entonces, las fuerzas y cuerpos de seguridad, del Estado y de las autonomías (que también son Estado) que los tienen, los vigilantes de prisiones y los servicios de inteligencia han mejorado mucha a este respecto en este país. Para empezar, con el aprendizaje de idiomas. Ahora son capaces de saber de qué hablan entre sí en las cárceles –verdaderas escuelas de terrorismo- los presos ligados a estos movimientos, de comprender las páginas web donde se adoctrinan, de entender sus comunicaciones, etc.. Se ha hecho un enorme esfuerzo desde 2004. Aún hay que hacer mucho más y con cada vez mayor cooperación internacional. Pero claro, los atentados evitados muy a menudo no se pueden contar.

Aunque avance, la lucha contra este terrorismo será muy larga, y ni siquiera está garantizado su éxito. Habrá que acostumbrarse a vivir con una cierta amenaza y con un cierto miedo. El primer ministro francés y exministro de Interior, Manuel Valls, ha hablado claro, como hay que hacerlo: el riesgo de atentados durará “varios años” y “probablemente habrá más”. Ni la seguridad ni el control total es posible. Responsables franceses han explicado que hay entre 5.000 y  20.000 personas en una llamada lista S de seguimiento de sospechosos en su país (que se reduce, en otras fichas S más concretas). Pero controlar a 20.000 personas –una cifra finita y ya con las técnicas digitales estamos en el mundo de lo finito, de lo discreto- durante 24 horas al día, exigiría, según los responsables franceses de Interior, dedicar sólo a este menester a más de 400.000 agentes. Ningún país se lo puede permitir, aunque lo digital aplicado a la seguridad ayuda.

Cuidado porque el miedo a los terroristas yihadistas está haciendo plantearse a mucha gente en Europa la cuestión general del Islam, de los musulmanes, y de los refugiados; la islamofobia. Merkel es de las pocas dirigentes europeas que ha insistido públicamente en que la política hacia los refugiados y la lucha contra ese terrorismo son temas separados. Lo contrario que los dirigentes franceses ahora.

España ha recibido en 10 años, entre 1996 y 2006 inmigrantes en más de un 10% de su población, entre ellos unos dos millones de musulmanes contando ahora los nacidos aquí que son españoles, y no ha generado, salvo en lugares muy localizados,  rechazo o sentimientos xenófobos. Los atentados del 11M no produjeron ninguna ola antimusulmana o antiárabe en España. Y sin embargo, con los atentados de París, mucha gente aquí vuelve a sospechar del Islam en general. Hay que preocuparse de estudiar qué hay detrás de este terrorismo: muy a menudo, más que religión, frustración, sublevación nacionalista suní, búsqueda de aventura, de ingresos, e incluso de mujeres.

En España, un primer efecto de este terrorismo en Francia y otros países, pero que sabemos que en cualquier momento puede atentar aquí, es que al menos momentáneamente ha hecho desaparecer la precampaña electoral de los grandes titulares de prensa escrita y de los informativos televisión, donde queda relegada a segundo plano. Hay casi más en los programas de variedades o deportivos a los que ahora acuden todos los candidatos. La campaña volverá, aunque solo sea a través de unos debates en parte falseados por incomparecencia de Rajoy.

Solo los temas de Cataluña asoman aún ligeramente por encima del terrorismo. Rajoy, que aprendió la elección de los errores de Aznar entre el 11 y el 14 de marzo de 2001, ha actuado con inteligencia, con los contactos con los dirigentes de los diferentes partidos sobre la reacción al yihadismo. Aunque a veces los mensajes políticos sean de un simplismo apabullante, sí ha habido cierta aproximación entre ellos, aunque aún no en la respuesta a dar por España a escala internacional. Incluso Pablo Iglesias, que en un principio rechazó el pacto antiterrorismo yihadista que PSOE – que tomó la iniciativa-  y PP suscribieron en febrero pasado y al que se han sumado Ciudadanos y otros, ha rectificado algo aduciendo que lo que le reprocha es que le faltan elementos, y ayer acudió a la reunión en el Ministerio del Interior, aunque no lo firmó.

La situación favorece al PP, y especialmente a Rajoy en este momento, por ser el Gobierno, que es el que toma las decisiones, si hay que tomarlas. La recuperación económica y la situación social han quedado desplazadas en el debate público. Pero si uno habla con  algunos candidatos que están haciendo pre-campaña por diversos lugares de España sobre qué es lo que la gente les pregunta o les plantea, además de la cuestión del miedo, la respuesta es los temas locales, la protección social, el empleo, si los hijos han de emigrar por no encontrar trabajo, etc.. Algo sobre el miedo a un atentado yihadista y poco de Cataluña fuera de allí. Al final, salvo que pase algo, la gente votará por esos temas supuestamente relegados y no por el miedo. El miedo está tapando muchas cosas. Pero están ahí.

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