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A La Moncloa sobre el incendio

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su escaño del Congreso. / EFE

Suso de Toro

Hay mentirosos que actúan como esos pájaros que ponen el huevo en un sitio y cantan en otro para despistar. El PP dice que va a centrar su campaña en la recuperación económica, luego es que va a centrar el debate en otro lado.

Así, mientras unos discuten si es cierto o no su afirmación de que ya hemos salido de la crisis y, además, gracias a este gobierno, donde pretenden ganar es, como siempre, en la cuestión nacional, sobrevolando la angustia por la pérdida de “la unidad de España”.

Hay quien cree que Rajoy en el “Marca” lee solo la información sobre fútbol, pero lee y con más atención sobre ciclismo: su especialidad es avanzar al rebufo. Es un superviviente astuto que siempre supo quedarse un paso detrás de quien mandase y evitó ejercer sus responsabilidades, ese único truco le permitió ir ascendiendo en el escalafón del poder. Su desgracia fue alcanzar un lugar donde no queda más remedio que ejercer la responsabilidad, tomar decisiones. Su desgracia y la de todos nosotros fue alcanzar lo que deseaba. (O no. A lo mejor no lo deseaba realmente, pero se empeñó tanto...)

Supo sobrevivir al chapapote del “Prestige”, no dudó en evitar visitar la tierra donde había nacido, vivido una buena parte de su vida y veraneaba hasta que lo envió el jefe a contar trolas. Fue el defensor en el congreso de la participación española en la guerra contra Irak: “Mire usted, que Irak tenía armas de destrucción masiva y que las tiene es casi un hecho objetivo. Yo tengo la convicción de que aparecerán las armas de destrucción masiva” (Abril, 2003). Ahora no solo es palmario sino reconocido por sus responsables que todo eran mentiras, pero Rajoy se parte de risa y ahí está en la Moncloa (“Parece que no había tales armas y que la ONU se equivocó...” Octubre, 2004). Nosotros es que nos lo tomamos todo en serio pero piensen que, en realidad, que un responsable político diga eso es graciosísimo.

Sobrevivió a un desastre tras otro pero la providencial crisis en el segundo gobierno de Zapatero le dio su oportunidad, ocupar el lugar del primero. Llegó sobre mentiras, nada más llegar a la Moncloa tiró a la basura el programa electoral que había prometido una semana antes, y agitando el españolismo. Ésa es su verdadera coartada ideológica y su combustible y ése es el escenario en el que se va a desarrollar la campaña: “España se rompe”.

Todo comenzó en el 2006 con un boicot a productos catalanes y la recogida de firmas por todo el estado contra el estatuto catalán, en algunos lugares se hizo explícitamente “contra los catalanes”. La exaltación de esas emociones acompañó el recurso ante el Tribunal Constitucional cuyo fallo fue el pistoletazo de un proceso vertiginoso en la sociedad catalana. Ya desde el Gobierno, Rajoy se negó irresponsablemente a buscar una salida al conflicto que previamente había creado. Que él y su Arriola hayan calculado bien, que contasen con que las cosas llegasen a donde llegaron, a la república catalana, eso ya es harina de otro costal. Subestimaron a los catalanes y se les fue la mano.

Su proyecto político para favorecer intereses económicos, políticos, comunicacionales e ideológicos radicados en el centralismo actuó tan ciegamente que condujo a la situación actual. La apuesta por la independencia se disparó, catalanes que antes pedían más autogobierno y reconocimiento nacional, concluyeron que España se lo negaría siempre y hoy son independentistas. ¿Tienen razón o no la tienen? Pregúntenle.

Pero Rajoy intenta no abandonar la Moncloa y si es preciso arderá todo. La campaña se va a desarrollar en ese marco nacionalista, en esa estrategia tiene atrapado al PSOE de Sánchez, hay que preguntarse que están dispuestos a hacer esas personas que en el año 2004 estuvieron dispuestos a ganar las elecciones mintiendo sobre la autoría del atentado. ¿Qué está dispuesto a hacer ahora Mariano Rajoy y su gente?

Tras la entrevista que le hizo Pepa Bueno en la SER, magnífica, supongo que el PP debe de ser una olla a presión al fuego. El autorretrato del político que fue dibujando mentira tras mentira era el de “Marian Grey”, y la España que retrató una castillo de naipes unido por engaños. La desesperación hace peligrosa a esa gente sin límites, lo vimos en el 2004 y yo me espero cualquier cosa. Cuidado, catalanes. Y, cuidado, los demás.

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