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ZONA CRÍTICA

Motivos para indignarse

Prohibir la pobreza infantil, una ley en manos del Parlamento de Países Bajos EFE/LUIS TEJIDO/Archivo
3 de noviembre de 2021 22:20 h

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Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad

José Mújica

Para los 100 españoles más ricos, los que aparecen en la lista Forbes publicada esta semana, la pandemia solo fue un paréntesis, para muchos no llegó ni a traspié puesto que sus fortunas han aumentado un 17% en el 2021. En total acumulan 153.575 millones de euros. Su vida vuelve a ser la misma que antes de que el mundo se parase o incluso es mejor ahora.

A nivel mundial, hay más superricos que antes de la pandemia. Según datos del banco de ne­go­cios Credit Suisse el nú­mero de grandes fortunas se ha in­cre­men­tado en más de cinco mi­llones de per­sonas desde co­mienzos del año pasado. Eran 50,9 y ahora son 56,1 mi­llones en todo el mundo (son los poseen el 45,8% de la riqueza mundial). 

Los ricos son más ricos y cada vez hay más ricos mientras las desigualdades sociales han aumentado tras la aparición del coronavirus. Otro informe, en este caso de Oxfam, confirmó que las grandes riquezas ya se habían recuperado de las pérdidas ocasionadas por la pandemia (en el caso de que las hubiesen tenido) mientras que las situaciones de pobreza aumentan o se enquistan. Es el llamado virus de la desigualdad para el que no solo parece que no haya vacuna sino, lo que es peor, no parece que se esté buscando. Tras entrevistar a casi 300 economistas de 79 países, la conclusión del estudio de Oxfam es demoledora: “El aumento de la desigualdad podría provocar que la humanidad tarde como mínimo 14 veces más en reducir la pobreza hasta el nivel previo a la pandemia que el tiempo que han tardado las mil personas más ricas del mundo (en su mayoría hombres blancos) en recuperar su riqueza”.

La periodista Linda McQuaig y el economista Neiel Brooks, autores de El problema de los super-millonarios (Capitán Swing) ya alertaron hace ocho años de que los milmillonarios dominaban cada vez más la economía global. En muchos sentidos, añadían, bloquean la lucha contra retos como el cambio climático. No está de más recordarlo de nuevo estos días. En el mismo libro se explicaba cómo la política fiscal favorecía a las grandes fortunas a la vez que la austeridad siempre castigaba más a las rentas más bajas. La conclusión a la que llegaron es que cada vez se ampliaba más la brecha. Ni una situación tan excepcional como una pandemia ha servido para recortarla.

La publicación de la lista Forbes, donde se comprueba que para ser millonario no hay nada mejor que nacer en una familia millonaria, ha coincidido con el informe de Save the Children que sitúa a España como el tercer país de la Unión Europea con una mayor tasa de pobreza infantil, solo superada por Rumanía y Bulgaria. Los medios dedicaron más tiempo y espacio a los millonarios que a los pobres porque la pésima posición de España en ese ránking de la pobreza no es nueva. Pero que no sea nueva no significa que no deba ser destacada a no ser que de tanto resignarnos ya estemos en la fase de deshumanización.

Uno de cada tres niños y niñas españoles vive por debajo del umbral de pobreza. El 40% de ellos proceden de familias con empleo y por lo tanto se desmiente el tópico. Se puede tener trabajo y ser pobre. Así de cierto y así de indignante. Los de familias monoparentales, migrantes, con discapacidad o de zonas desfavorecidas tienen muchos más boletos en este sorteo. 

Cada vez que escuche a un político proponer una rebaja de impuestos recuerde que las becas comedor solo llegan al 11% de los niños y niñas pobres en España. Cada vez que le digan que no hay que prohibir la publicidad de los alimentos y bebidas insanas que perjudican a su dieta recuerde que la obesidad se duplica en las familias con una renta anual de 18.000 euros respecto a las que se sitúan en los 30.000. Y cada vez que se pregunte cómo hemos salido de la pandemia recuerde que la respuesta está en las cifras que confirman una desigualdad indecente. 

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