“El mundo es horrible. El mundo es mucho mejor. El mundo puede ser mucho mejor” es el lema de Our World in Data, una web especializada en la visualización de datos a lo largo del tiempo que, efectivamente, muestran el progreso en casi todas las medidas de salud, contaminación y bienestar. La negación de los problemas locales y globales que nos afectan es casi tan peligrosa como el extremo opuesto y equivocado de creer que todo va a peor y no hay esperanza.
En unos días, llegará probablemente la nueva edición de buenas noticias con la que Kiko Llaneras nos suele animar el fin de año en El País.
Pero la última encuesta global de balance de 2025 de Ipsos muestra un pesimismo creciente tanto sobre el estado del mundo como -y eso es diferente de otros años- las perspectivas personales.
La encuesta presentada este jueves habla de los “peligros de la percepción”, algo que está alimentando en áreas como la inmigración y la seguridad los mensajes de líderes autoritarios que prometen la vuelta a un mundo ideal que nunca existió. Ipsos selecciona unos pocos datos como la esperanza de vida, el incremento de precios y la mortalidad infantil en 2025 y 1975: todo ha ido mejor se mire al Reino Unido o se mire a India. En cambio, al ser interrogados, una pluralidad de ciudadanos de esos países, como sucede en casi todos los países encuestados en el mundo, dicen que 1975 fue un año mejor. Aseguran que preferirían nacer hace 50 años en lugar de ahora, pero en 1975 la esperanza global de vida era de 60 años, la inflación en el Reino Unido era del 24% y 125 bebés morían por cada 1.000 nacimientos en India.
La nostalgia es una parte connatural a la esencia humana. Con el paso de los años, todos añoramos la juventud. Además, justo ahora es fácil idealizar un tiempo no tan lejano sin móviles ni broncas en redes, un tiempo, como resume la encuesta de Ipsos, “más sencillo”. No es cierto que todo vaya a mejor siempre en todas las áreas, y desde luego el equilibrio de lo que hemos ganado y hemos perdido con la tecnología en la esfera pública está por ver. La muerte y destrucción que estamos viendo esta década en Ucrania, en Gaza y en Sudán nos recuerdan que el mundo ha avanzado poco en el respeto a la vida y la justicia.
Y aun así, en la mayoría del mundo, las medidas básicas del bienestar humano han mejorado y las libertades civiles se han expandido, incluso aunque las democracias estén mostrando inesperadas debilidades y fracturas que hacen peligrar algunas de ellas.
Sin perder de vista la desigualdad, la precariedad, el machismo y la guerra, ojo a las visiones más negras de nuestra sociedad. En el mejor de los casos, pueden activar protestas en forma de movilización callejera o votos inesperados dentro del sistema democrático. En el peor, la desidia que tanto anhelan los líderes autoritarios.