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La paradoja de los gemelos

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Cuando, a principios del siglo pasado, Einstein formuló su teoría de la relatividad espacial, casi nadie la entendió. De ahí que unos pocos eruditos buscasen maneras de hacerla más accesible al gran público por medio de modelos, dibujos o parábolas.

Una de esas parábolas (técnicamente, un experimento mental) es la célebre paradoja de los gemelos. La formulación es sencilla. Imaginemos dos gemelos. Uno de ellos se hace astronauta, se monta en un cohete y se va de viaje por el espacio a una velocidad cercana a la de la luz. El otro se queda en la Tierra haciendo cosas menos espectaculares: se busca un trabajo de oficina, forma una familia, se hipoteca, se aficiona al pádel, se cansa del pádel, etc. Pasados los años, el astronauta regresa a la Tierra y he aquí que resulta ser ligeramente más joven que su hermano.

La parábola pretende ilustrar que el tiempo no es una magnitud absoluta, sino que depende del movimiento relativo entre los observadores. La explicación matemática requiere de cálculos que se me escapan, pero la peripecia nos sirve para ilustrar otro fenómeno relativista más actual.

Tómense dos gemelos idénticos, educados en la misma casa, con similar formación e idéntica dieta. Uno de ellos se hace astronauta y se lanza a la exploración espacial. El otro se queda en la Tierra y sigue con su vida. Le gusta el cine y la literatura, especialmente la ciencia ficción y la fantasía. Es feliz en esos mundos imaginarios que otros construyen para él. Pero entonces, un día, le tocan El Señor de los Anillos.

Su hermano astronauta y él leyeron el clásico de Tolkien cuando iban al instituto. Se sumergieron en sus páginas como si también ellos fuesen viajeros de la Tierra Media. Ahora Amazon ha metido negros y mujeres, dice la sinopsis, “fuertes”. Él se lo toma como una violación a su infancia. Se crea un perfil en IMDB y le pone un 1 sobre 10 porque no hay 0. Luego proclama su gesta en Twitter, donde muchos le aplauden. Otros no y los bloquea.

Pero lo de Tolkien no es más que la punta del iceberg. De un tiempo a esta parte, las películas de superhéroes ya no están protagonizadas por los personajes que tanto disfrutó en aquellos cómics que su hermano y él compraban en el quiosco por 140 pesetas. Ahora las protagonizan mujeres musculosas que, en cada palabra, parecen burlarse de hombres como él. Otro 1 sobre 10 a She-Hulk, a Miss Marvel, a la última de Thor.

La puntilla se la da la nueva película de Pixar, un territorio que creía seguro. Acaba de empezar y, de pronto, sin más, dos mujeres se besan en los morros. El gemelo recuerda perfectamente una tarde del 95, cuando vio Toy Story con su hermano. Tanto les gustó que se pasaron semanas corriendo por la casa, jugando a ser Woody y Buzz Lightyear. 1 sobre 10.

Llega el día en que el astronauta regresa a la Tierra y he aquí que lo hace ligeramente más progre que su hermano. El astronauta no ve ningún problema con los productos derivados de El Señor de los Anillos, que considera legítimas interpretaciones contemporáneas de la obra de Tolkien, y entiende que el género de superhéroes busque nuevos públicos, especialmente el femenino.

Desde el sistema referencial del gemelo que se quedó en la Tierra, el aislamiento espacial ha hecho que su hermano sucumba a la cultura woke. Para el astronauta, su hermano se ha vuelto un troglodita.

Esto demuestra que la ideología, como el tiempo, no es una magnitud absoluta, sino que depende del movimiento relativo entre los distintos observadores. Huelga decir que las cenas de navidad en casa de esta familia nunca volvieron a ser lo mismo.

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