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Pedro, Begoña, Paco, Asunción

Las placas cambiadas en la localidad de Alpedrete.

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Paco Rabal y Asunción Balaguer fueron un actor y una actriz de talento brillante y enorme humanidad. Como Paco Rabal murió en 2001, quizá la gente más joven no sepa que es un icono internacional, considerado uno de los mejores actores del cine español de todos los tiempos. Ahora el tiempo dura muy poco. Asunción Balaguer, maravillosa actriz de teatro y televisión, murió en 2019, no hace tanto, pero para borrar la memoria basta apenas un lustro (también el olvido ha querido llevarse esta palabra). Fuera de los focos y las cámaras, Paco Rabal y Asunción Balaguer fueron pareja y formaron una familia. Siempre les unió también la conciencia política progresista y la militancia en el Partido Comunista. Así lo ha recordado su hijo, el director de cine Benito Rabal, en respuesta al golpe de estado cultural que los fascistas de Vox, mano a mano con sus primos hermanos del PP, han perpetrado en la localidad madrileña de Alpedrete, donde Paco y Asunción (me permito la familiaridad porque he tenido la suerte de conocerles y de querer a su familia, y porque eso eran Paco y Asunción, dos personas cercanas y entrañables, como atestiguan todos sus vecinos) vivieron durante veinte años y hasta el final de sus días. Queridos, admirados y respetados por la vecindad, hace mucho que su memoria fue honrada y preservada dando nombre a una plaza y a un centro cultural. Los fascistas han retirado ahora las placas con sus nombres. “Lo hacen porque mis padres eran de izquierdas. Quieren borrar la cultura y la memoria”, denuncia Benito Rabal.

Los de Vox y el PP del Ayuntamiento de Alpedrete han actuado en 24 horas, como si fueran sicarios de Desokupa, a través de la aprobación de un trámite de urgencia. Aprovechando las herramientas de la democracia en la que no creen, pero que les permite estar ahí, han arrancado las placas con la celeridad de quien asalta un Parlamento pipa en ristre y la bravuconería de quien hace llaves marciales para doblar el codo a los enclenques y crujirles la cervical. Son matones parapolíticos como antes sus afines fueron matones paramilitares. Usan un acta de concejal como quien usa un puño americano. Lo de Paco y Asunción es un atentado político más de los que lleva cometiendo el tándem de la ultraderecha y la derecha ultra allá donde se les ha permitido meter la punta de la bota. Su violencia empieza, repeinada, en forma de borrado de nombres y memoria, de censura de obras de arte, de ausencia, de negación, de difamación, de desprecio, de profanación.

Los de Vox en los ayuntamientos son los de Manos Limpias y los de Hazte Oír en los juzgados. Y son los jueces misóginos, los periodistas mentirosos, los comisarios mafiosos, los empresarios corruptos y las familias franquistas que van de boda en boda, más o menos regias. De todos ellos va de la mano el PP. Si un concejal de Vox puede actuar en Alpedrete como si le dictara al oído el mismísimo Cristo Rey es porque un juez en el CGPJ actúa como si le dictara el Generalísimo mismo. Mientras no se renueven estos, aquellos no harán sino sacar más pecho y dar sus pequeños, pero muy destructivos, golpes de estado culturales: hoy te mato la lengua oficial, mañana te mato el feminismo, pasado te mato la libertad sexual, al otro te mato la opinión, la expresión, la manifestación, la verdad. Porque eran rojos ayer maté la memoria del mejor actor, de la mejor actriz. Así avanza el fascismo. Así mata el fascismo el derecho de las nuevas generaciones a saber quiénes eran Paco Rabal y Asunción Balaguer. A la plaza de él la llaman ahora de España, qué enfermiza obsesión. Nos hacen aborrecerla.

Lo de Paco y Asunción ha coincidido en el tiempo con lo de Pedro (no Almodóvar, pero casi). Lo de Pedro Sánchez. Honestamente, no puedo decir a estas alturas nada más de lo que se ha dicho al respecto, más allá de sumar mi indignación por la ofensiva y mi perplejidad por la espantada. Sólo que no me parece casualidad la coincidencia. Lo de Paco y Asunción sería una más de las violencias ya cotidianas de las ultraderechas, pero al coincidir con lo de Pedro, con lo de Begoña, lo ilustra. No sé qué le pasa por la cabeza a Pedro ni tengo idea de lo que va a hacer Pedro, pero sí sé que lo de Pedro es lo de Paco y lo de Asunción y lo de Pablo y lo de Irene y lo de Vicky y lo de Carlos y lo de Mónica y lo de Juan Carlos. Y lo tuyo y lo mío y lo de Benito. Y si no, al tiempo. El fascismo siempre ha sido muy de listas con nombres. Únicamente sobre eso tendría que reflexionar Pedro. Y volver para tomar cartas en un asunto tan grave para la convivencia y la democracia, actuando donde se puede parar los pies a los fascistas: en la justicia y en los medios. Si no está dispuesto a ello, o el lawfare ha podido con sus fuerzas, si no le merece la pena, nos va a tocar sufrir mucha más violencia política, muchos mas golpes de estado culturales, nos va a tocar contar a la gente más joven quién era Paco Rabal, quién era Asunción Balaguer, cuál era su ideología, por qué borraron sus nombres. Nadie es imprescindible, pero alguien lo tiene que hacer.

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