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Un plan de paz para la izquierda

Ione Belarra y Yolanda Díaz en el traspaso de carteras ministeriales en marzo de 2021.
15 de abril de 2023 22:36 h

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No se puede llegar a acuerdos sin ser honesto con tu aliado ni contar la verdad sobre comportamientos pasados y presentes. Realidades que todos tendrían que asumir para poder llegar con responsabilidad a la mesa de negociación. Enrique Santiago en una intervención en “El Tablero” con Sergio Gregori marcaba las bases de todo acuerdo al explicar que no se puede negociar de la misma manera con un adversario al que no vas a volver a ver que con compañeros con los que vas a trabajar mano a mano. La opinión del secretario general del PCE está legitimada en su experiencia como negociador en los planes de paz en Colombia entre los paramilitares, el Estado y las FARC. La posibilidad de un pacto tiene que nacer del reconocimiento de los errores de cada parte, del cese de hostilidades con los aliados con los que se pretende confluir y la exposición clara y diáfana de hechos y realidades que nadie quiere reconocer. Primero sanar para luego suturar. 

Designación a dedo de Yolanda Díaz

Pablo Iglesias aceptó que se equivocó en una entrevista con Gemma Nierga por designar de viva voz a Yolanda Díaz sin respetar los procesos de participación democrática. Según el exvicepresidente del gobierno, lo hizo porque sabía que si abría el proceso de primarias a los partidos que había en su espacio saldría de candidata una persona diferente a la que él creía en aquel momento que era la mejor para el puesto. Es decir, no convocó primarias abiertas porque su candidata podía perderlas. La contradicción lógica con pretender imponer como objeto insalvable para la unidad la celebración de unas primarias abiertas es tan evidente que no merece comentarse. En la misma línea se presenta la contradicción de criticar por parte de Yolanda Díaz ese nombramiento a dedo como ilegítimo pero aceptar el encargo. Los procedimientos no adquieren legitimidad cuando nacen viciados. Aceptada la misión, no tiene sentido criticar el procedimiento.

La mentira de la participación interna en Podemos

La participación interna en Podemos y los procesos democráticos siempre fueron un mecanismo de confirmación de las decisiones desde las élites del partido. Unos procesos que no se han celebrado cuando no eran favorables a los intereses de la cúpula y que tampoco se celebraron para dirimir los cabezas de lista en Unidas Podemos en los territorios en los procesos de confluencia con IU. Son muchos los casos en los que la participación interna en Podemos no ha sido más que un trampantojo que dotaba de apariencia de legitimidad a decisiones emanadas desde la dirección. El caso más lamentable fue el de usar el censo electoral para dirimir si Irene Montero y Pablo Iglesias hicieron bien en comprarse una casa en Galapagar o por el contrario debían dimitir pero negar ese mismo proceso de participación para decidir quien debía sustituir a Pablo Iglesias tras su dimisión. 

Los últimos episodios que se han dado en pleno proceso de negociación con Sumar han dejado en evidencia el cinismo de las posiciones. Covadonga Tomé ganó las primarias en Asturias con un 60% de los votos frente a la candidatura oficialista y en Podemos se niegan a reconocer esa victoria de facto. Se ha hecho lo mismo en Langreo, donde se anuló la lista de la vencedora para después nombrar en una decisión caciquil a Rafael Palacios en un proceso en el que la dirección estatal no permitió presentar una lista alternativa y votar en contra de su candidato. Las primarias no son más que la forma de decisión que adopta quien tiene más poder para garantizarse que ese poder le sigue perteneciendo. Cuando las primarias ponen en cuestión ese poder se prescinde del mecanismo sin pudor en aras de un bien mayor, que suele ser la decisión unipersonal del líder. Hagan primarias, asambleas o pacten en un despacho, pero al menos reconozcan que no se trata de una cuestión ética y pura sobre la participación democrática. 

La unidad en Madrid y Valencia

Es necesario el reconocimiento por parte de Más Madrid y Compromís de que no han querido llegar a acuerdos de unidad en Madrid y Valencia porque son más fuertes que Podemos, porque no quieren compartir listas con el socio más débil y porque además creen que les resta su apoyo en ambas comunidades. Este reconocimiento es necesario para que la apelación a la unidad a nivel nacional no nazca con una sensación de desagravio a Podemos y evitar que caiga toda la culpa sobre el partido morado por la estrategia de cerrazón que siguen a nivel nacional. El intento de imponer su preeminencia pasada a nivel nacional de Podemos no es distinto al que han usado Más Madrid y Compromís en sus respectivos territorios. Los vetos de la dirección estatal de Podemos a las decisiones democráticas de sus corporaciones locales en poblaciones como Rivas o Cádiz para ir en coalición con Adelante Andalucía o Más Madrid restan a la hora de defender una apelación sincera a la unidad. 

Sumar no quiere a Irene Montero

El conflicto se cerraría por arriba del mismo modo que Pablo Iglesias cerró el conflicto en Madrid entre Ramón Espinar e Íñigo Errejón. El nombramiento de Irene Montero como número 2 de Yolanda cercenaría toda disputa y las apelaciones falsarias a la participación democrática para dirimir mediante una votación la falta de un acuerdo que se boicotea de manera constante. En Sumar no se quiere a la Irene Montero aparatera aunque estarían encantados de contar con la Irene Montero ministra que ha sacado en Igualdad leyes que son referencia en el mundo. Una Irene Montero emancipada de sus intrigas internas sería acogida con alborozo, pero existe el convencimiento de que su papel elegido ahora mismo resta más que suma. Se ve a Irene Montero como una figura quemada para una política de apertura electoral como la que pretende Sumar, un hecho que el primero en reconocer fue Pablo Iglesias en su libro Verdades a la cara, en que fue explícito al considerar que ni siquiera era posible que se presentara para el puesto de secretaria general del Podemos: “Mucha gente se sorprendió de que Irene no se presentara a la Secretaría General. No tenía ningún sentido en aquel momento. Le habían hecho un traje que lo hacía imposible”. 

El factor distorsionador de Pablo Iglesias

Pablo Iglesias lleva preparándose desde su salida para los días del hambre venideros siendo contrapoder en un gobierno de derecha y extrema derecha distorsionando todo el debate y la agenda que faciliten el entendimiento entre todas las corrientes de izquierdas. No creo que trabaje para que gobierne el fascismo y así poder realizar un proyecto empresarial y mediático contestatario que tendría más fácil creer. Estoy plenamente convencido de que Pablo Iglesias tiene un compromiso cierto con los valores antifascistas y no trabajaría para que el horror marrón pisara moqueta, pero también de que ha llegado a la conclusión de que ese horizonte es ineludible y ha cavado trincheras para el día que suceda estar en la mejor posición posible dentro del espectro ideológico poscomunista. Ese diagnóstico, que comparto, le ha llevado a veces a ser un problema más que una solución. Iglesias no ha dado un paso atrás con la dimisión de sus cargos. Simplemente ha dejado sus ocupaciones institucionales para poder ejercer más libremente su capacidad de influencia en el espacio de la izquierda. Usó el poder duro interno para conseguir poder blando con el que ahora mover al resto. Todos los periodistas que hemos tratado con él sabemos que en su momento pensaba cosas que no decía en público y se quejaba amargamente de no poder decirlas. Eso siempre lo ha llevado mal, muy mal. Pablo Iglesias es un problema en la actualidad para la unidad de la izquierda, creo que lo sabe. El daño sufrido por su familia le ha hecho crear ciertos rencores que en ocasiones dirime de forma errática. Admiro profundamente su inteligencia. Del mismo modo creo que en la actualidad se ha convertido en aquello que despreciaba, un “rey sol” intentado disciplinar a todo aquel que no sigue sus designios. Pablo Iglesias es ahora mismo un factor distorsionador. 

Los traidores y la aceptación de las deslealtades pasadas

Podemos, sus cargos, sus dirigentes y su militancia, tiene que dejar de insultar, perseguir y acosar a las personas del espacio con el que pretenden confluir. La disensión no es traición y no se puede pretender llegar a un acuerdo con quien acosas de manera sistémica. Personajes como Juanma Del Olmo tienen que desaparecer de la ecuación si se quiere pretender convivir en un sistema de respeto y deferencia por la salud mental de los compañeros. Es incompatible pactar con quien utiliza el acoso, el bullying y la intimidación como parte fundamental de la estrategia de descrédito a los propios compañeros. Íñigo Errejón tiene que disculparse con Podemos por haber utilizado sus estructuras para dividir a la izquierda. No se puede apelar a la unidad como referencia fundamental para la nueva izquierda habiendo sido responsable de su fragmentación. Es normal que exista una sensación de agravio con quien participó de la atomización del espacio de la izquierda en un momento en el que todos apelan a la unión. Puede que personas como Del Olmo y Errejón sean incompatibles para crear espacios de unidad. Uno para cada entorno. 

Sumar no puede ser un contenedor de rencores pasados

Existen corrientes dentro de Sumar que tienen el convencimiento de que Podemos ahora mismo no aporta. Esa fue la clave del rechazo de Más Madrid a Podemos en 2019, una percepción que se consolidó con los buenos resultados. Se tendría que reconocer y aceptar que las heridas abiertas en las guerras internas pasadas han sido tan duras que viendo a Podemos en una situación de debilidad quieren cobrarse todas las veces que la formación morada usando su fortaleza destruyó toda corriente interna. La unidad precisa que se desista de esa intención destructora por parte de personas que no son más validas solo por enfrentarse a Pablo Iglesias y tener deudas pendientes. Estar en contra de Pablo Iglesias no puede ser por sí solo un motivo para ser válido para Sumar. El proyecto de Yolanda Díaz tiene que huir de la percepción de ser un contenedor de agravios y rencores pasados con el exlíder. 

Abandonar los relatos de confrontación con los aliados

El relato falso y ridículo de que en Sumar no quieren acuerdos antes del 28M para hundir a Podemos podría ser defendible si Podemos no fuera en coalición con IU. Nadie que no sea un estúpido puede defender que IU quiere que le vaya mal en las elecciones solo por perjudicar a Podemos cuando encima sus candidatos están en peor posición en las listas. Si le va mal a Podemos le irá mucho peor a IU y se puede garantizar que desaparecería de todos los municipios y comunidades. Los relatos contra el compañero tienen que desaparecer, más aún los que insultan a la lógica y la inteligencia. El último de esos ataques injustificados ha tenido su máxima expresión en el vídeo de propaganda y convocatoria para el acto de Podemos en Zaragoza en el que se insultó y despreció a los militantes y líderes del PCE e IU con una posición hipócrita y cínica sobre la OTAN en la que Podemos se arrogaba una posición valiente ante la asociación atlantista que no se corresponde con las políticas ni la historia de la formación. 

Reconocer las posturas cínicas sobre la OTAN y Ucrania

Las fuerzas de izquierdas deben reconocer que las posturas ideológicas sobre la OTAN y la guerra de Ucrania son tramposas y destinadas únicamente a hacer campaña a los aliados ideológicos en el interior. Podemos nunca ha propuesto abandonar la OTAN. No lo hizo con Pablo Iglesias ni lo ha hecho con Ione Belarra. Aceptar las posiciones cínicas institucionales mantenidas por todos los actores y no usar la guerra para desgastar a los compañeros de viaje tiene que ser un compromiso entre todos. No hay diferencias en su posición ideológica, solo en el ejercicio retórico impostado impulsado por quien tiene poder sin responsabilidad y que no se atrevió a hacerlo cuando tenía poder y responsabilidad. Yolanda Díaz no cree en la OTAN ni en en el envío de armas, pero no lo dice porque está en el gobierno y tiene el liderazgo del espacio. Del mismo modo que Pablo Iglesias no creía en la OTAN cuando estaba en el gobierno y hacía lo mismo, respetando los acuerdos adquiridos por España con la alianza atlantista y dejando en manos del presidente del gobierno la política internacional no creando polémicas en casos delicados para la izquierda como la causa saharaui. Es imperativo el reconocimiento por parte de Podemos de una estrategia de posiciones que hace evidentes críticas que callaban cuando Pablo Iglesias era vicepresidente para marcar una posición estratégica diferenciada con Yolanda Díaz. El Podemos que fichó al encargado de dirigir misiones de combate en Libia para la OTAN está desacreditado para dar lecciones de antiatlantismo. 

Epílogo: Matar al escorpión 

Pablo Iglesias contaba una anécdota sobre los intentos que hubo en Podemos de parar las guerras internas disputadas en los medios y de forma pública que tanto daño les hacían. En una reunión en enero de 2015 en el Círculo de Bellas Artes se congregaron Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa, Luis Alegre, Íñigo Errejón y el propio Pablo Iglesias con la intención de detener los procesos de disputa interna que estaban desangrando el partido. En un momento de la reunión Carolina Bescansa dijo una frase que le dijeron compañeros de Venezuela: “no os peleéis, no os peleéis, porque si os peleáis, es el fin de todo”. Pero no pudieron dejar de hacerlo y el instinto les pudo. Iglesias recordaba la fábula del escorpión y la rana en la que el escorpión pica a la rana cuando la está pasando a la otra orilla del río a pesar de que ambos morirían. Ese recuerdo tendría que servir para los momentos que estamos viviendo. Puede que haya enemigos que quieran matar a Podemos, pero si algo puede hacerlo es el instinto del escorpión. Hay que cortar el aguijón, Pablo. Hay que privarle del veneno, Yolanda. 

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