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Podemos, un impacto en aguas estancadas

Estanque Parque de la Fuente del Berro, Madrid

Rosa María Artal

El éxito electoral de Podemos parece haber caído sobre un estanque de aguas encharcadas y no precisamente limpias. Cuando la corriente fluye, cualquier incursión en el cauce –una piedra, una rama– apenas se percibe. En la quietud, en cambio, supone una auténtica convulsión, la superficie se agita en círculos desplazando lo que era estático. Ese efecto, ocasionado por Podemos, revela la grave anomalía que vivimos en España. Ha sido el catalizador de una política podrida y hedionda, la sociedad que la sustenta –o la sufre–, y los medios que la amparan –o la critican–. En todo caso, no es normal en un país equilibrado que un partido nuevo –con cinco europarlamentarios– produzca semejante cataclismo. Indica una preocupante disfunción.

Circulos expansivos que empujan lo aposentado, lo largamente acumulado, a otra ubicación. Primero fue , del Estado. Había razones, pero el apresurado relevo de Juan Carlos se precipitó en parte por el resultado electoral que preveía más turbulencias.

Izquierda Unida se encuentra en plena zozobra. Dado que el PSOE no recogía electoralmente el malestar por la política practicada por el PP, las miradas se volvieron a IU. Un momento único porque pocas veces como ahora un gobierno ha trabajado tan intensamente en la demolición del Estado del Bienestar, de lo público, y del propio sistema social en el que vivíamos. Y, aunque subieron en votos, no fueron los depositarios del descontento y de las esperanzas de la sociedad como sí ocurrió con Podemos.

Otro detonante, para las pensiones de los parlamentarios europeos –revelada por Infolibre–, se lleva a Willy Meyer que, con todo, no deja de ser el participe más digno. Y las aguas se agitan ya de forma imparable. Cayo Lara es cuestionado como coordinador federal –o aflora lo que era una realidad– y se propone la alternativa del joven economista Alberto Garzón. No será fácil. IU tiene su propia parcela en el cenagal del fondo, pero sería saludable para el país que una corriente renovadora –siempre es una corriente, fluida– lograra limpiarlo.

En el PSOE el impacto ha sido devastador. Alfredo Pérez Rubalcaba que -pese a la caída en picado de las expectativas electorales- permaneció en la dirección para cumplir grandes servicios a del PP como el apoyo a la monarquía hereditaria y el no a toda consulta popular, decide irse hasta de la política. Entre sentidos lamentos del gobierno que veía en él un fiel aliado en “asuntos de Estado”.

El PSOE que queda es otro fangal que apenas deja vislumbrar el fondo. El aparato, la empresa, las redes clientelares que se sustentan a su calor, la delfina de ese entramado que espera su turno, tienen un claro candidato: Pedro Sánchez, el mismo que toda la derecha mediática incluido quienes no lo son para algunos ingenuos: El País o el debate de los sábados por la noche de

Y no están dispuestos a que nadie alborote sus aguas no vaya a ser que las limpien y alguien pierda su puesto. Y porque igual, la empresa, no pasa por sus mejores momentos, como buena parte de los partidos tan dependientes de créditos bancarios. Con Pérez Tapias, como honesta vieja guardia de la izquierda y menores apoyos, el adversario es Eduardo Madina. Quien merecería un margen de confianza solo por las cuchilladas amigas que debe estar sufriendo en su intento. El problema es que el PSOE perdió con el equipo de Zapatero toda la confianza de sus votantes más críticos y, aunque tarde, Madina formó parte de él. Como todos los demás, realmente. Tampoco es fácil empezar de cero. Las aguas se agitan de todos modos, el monstruo del pantano está vivo, ya nada puede seguir igual. Salvo que quieran hundirse más en esa política de la que huye la sociedad.

Ada Colau irrumpe con la plataforma Guanyem para optar al ayuntamiento de Barcelona. Una decisión meditada, trabajada, y una forma de hacer política desde la sociedad, en paralelo a Podemos. Madrid se mueve para las municipales en opciones similares. Equo parece estar en la idea de la unión de fuerzas progresistas. Algo se ha movido y mucho, aunque de forma desproporcionada a lo que de verdad es la irrupción de un partido nuevo.

La superficie vibra pero ¿y el fondo? Allí tenemos a un ministro de Hacienda que elude impuestos en una sicav de un paraíso fiscal y semejante inmundicia ética no conlleva su abandono del cargo, no aflora para producir reacciones. Ninguna de las que con tanto ahínco y tanta impunidad fabrica el PP. Desde la ministra de sanidad a la de empleo, pasando por los titulares de justicia, interior o educación; desde su secretaria general al presidente de un partido con Caja B y sobresueldos. El mismo que dirige un gobierno con tintes autoritarios y represivos de tal magnitud que, como en el caso, de la persecución de personas que ejercen su derecho a la huelga recuerda las etapas más negras de nuestra historia. Y ahí siguen tan campantes en las aguas ocultas.

Y allí están también todos los elementos de esta sociedad clasista de Villa y Corte renacida, donde las altas magistraturas judiciales impugnan imputaciones de infantas negándose en redondo a que haya juicio. Donde se reverencia con genuflexión incluida a la Iglesia católica, y siempre al poder financiero. A ellos no ha llegado aún la onda de las convulsiones, ni tampoco a los grandes medios de comunicación, o al sector de la sociedad que siempre traga. Pero el movimiento causado por un solo impacto, indica que ya difícilmente sobrevivirá todo tal cuál lo tienen, salvo que la ciénaga acabe por engullir hasta las piedras que encuentre como obstáculo.

Solo las sociedades dinámicas generan proyectos, ilusiones, vida. Con la savia que los movimientos sociales organizados representan ha entrado agua que fluye en el remanso de aguas muertas. Se precisa más, desde distintas fuentes. España necesita un torrente para limpiar bien tanta mugre.

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