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Ellos, que predican tanto…

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, preside la reunión del comité de dirección del PP.
18 de diciembre de 2023 22:29 h

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Ellos, que siempre se arrogan la defensa de la Constitución. Ellos, que se presentan como el paradigma de la institucionalidad y el buen hacer. Ellos, que dicen ser los garantes únicos de las democracia. Ellos, que aseguran velar por el bien común. Ellos, que no cejan en sus llamadas a la responsabilidad frente al populismo. Ellos, que siempre alertan sobre las tendencias que puedan suponer un riesgo para nuestro sistema político. Ellos, que predican tanto… son ahora los fabricantes de un artefacto de difusión con mensaje claramente antisistema.

La decisión de Alberto Núñez Feijóo de dar largas al emplazamiento que le hizo hace dos semanas el presidente del Gobierno para reunirse en la Moncloa y hablar sobre la renovación del CGPJ, la financiación autonómica y la reforma del artículo 49 de la Constitución para eliminar la palabra “disminuido” no es sólo una falta de respeto a las instituciones o las normas más elementales del juego político. Es más que eso. 

Con su desplante y sus excusas, el líder del PP trata de negar a Pedro Sánchez el reconocimiento otorgado por el Parlamento, que es la piedra angular de nuestra democracia del mismo modo que los independentistas o republicanos niegan la autoridad del jefe del Estado.

La decisión es una treta más con la que negar la legitimidad a quien ostenta la Presidencia del Gobierno. Y es una manera, al más puro estilo de Goebbels, de individualizar al adversario en un único enemigo. Todo con la ayuda de un sistema de consignas perfectamente centralizado y la dispersión de las mismas por su habitual trompetería mediática.

El PP se niega a confirmar si acudirá o no a la cita en las fechas ofrecidas por el presidente del Gobierno, pero sí ha deslizado la idea de que seguirá dando la callada por respuesta si no les facilitan por escrito el orden del día. Está tardando la Moncloa en enviarle -por motorista, telegram o burofax- la propuesta, aunque sea por todos conocida después de que la hiciera pública el propio Sánchez hace semanas. Si sólo se trata de eso, que lo haga. 

Cuestión distinta es que Feijóo, que dijo en un primer momento que acudiría a la cita, no cuente con el beneplácito de los sectores más ultras de su partido para cumplir siquiera con sus obligaciones institucionales. Que el presidente convoque al líder de la oposición a la Moncloa no sólo forma parte de la liturgia habitual de todo arranque de mandato o de la normalidad democrática más allá de que se alcancen o no acuerdos, es una obligación inexcusable para el líder de la oposición. Más, cuando éste llegó a Madrid con credenciales de hombre de Estado y un profundo sentido del deber.

Los españoles no le votaron para que se diera mus cada vez que es requerido por la Presidencia del Gobierno ni para instalarse en posiciones antisistema que pongan en riesgo la institucionalidad del país. Que añada o suprima asuntos del orden del día, que discrepe del contenido de la cita, que cambie la fecha por cuestiones de agenda o que censure cualquier planteamiento que le presente Sánchez  forma parte de una legítima estrategia política. Pero ignorar o pisotear el ordenamiento institucional y los procedimientos de los que se sirve la toma democrática de decisiones es un salto cualitativo que cuando lo han hecho otros, los conservadores lo han denunciado con contundencia. Sin ir más lejos, cuando los independentistas se niegan a asistir a las consultas previas del jefe del Estado para proponer candidato a la investidura, tras las elecciones. 

No hay que esforzarse mucho para tomar conciencia de la importancia de las formas o la ausencia de ellas en política. Y aun así son legión quienes aún pasan por alto esta obligación cívica porque siempre creen que le corresponde al otro cumplirla. La institucionalidad, al margen de deberes teóricos, no es más que una cultura política compartida que nos garantiza a todos la convivencia, teniendo en el respeto a las instituciones democráticas el común denominador. La Presidencia del Gobierno, la ostente Sánchez o Feijóo, es una de las que el PP ha decidido vapulear. 

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