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El PSOE y la acampada climática: la historia se repite

Acampada climática frente al Ministerio de Transición Ecológica / R.R.

Violeta Assiego

No es la primera vez que al partido socialista le acampan en las calles. También era septiembre cuando el movimiento 0,7% se plantó con las tiendas de campaña –y una huelga de hambre incluida– delante del Ministerio de Economía en pleno Paseo de la Castellana. Las más de 5.000 personas allí acampadas reclamaban, junto con las decenas de réplicas por toda España, que se cumpliera el objetivo fijado por la ONU (en 1980) de destinar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo. Por entonces Felipe González era presidente del Gobierno, el último que el PSOE encabezó antes de la era Aznar. La acampada se levantó 62 días después, un 20 de noviembre, tras lograr compromisos de mínimos por parte del Gobierno que, entre otros factores, debió valorar cómo aquella causa cogía fuerza no solo en las calles y multitud de ciudades, sino que empezaba a contar con la simpatía y el apoyo ciudadano en las encuestas.

A una movilización muy similar asistió Zapatero al final de su mandato cuando, en la primavera de 2011, la Puerta del Sol se llenó de las lonas, indignación y consignas. Nacía el 15M, un movimiento social que se había venido gestando desde hacía meses en el seno de las organizaciones juveniles y estudiantiles para señalar que aquella crisis económica en realidad era una estafa. Igualmente, en aquella ocasión, cuando tuvo lugar la cita electoral correspondiente –casualmente, un 20 de noviembre– el PSOE perdió y dio paso a la etapa de Rajoy. Tras 28 días de permanencia en la Puerta del Sol y decenas de miles de personas movilizadas en todo el Estado español, la Acampada Sol se levantó con el lema “no nos vamos, nos expandimos”. Y así fue, dos años después las encuestas de Metroscopia seguían reflejando un apoyo masivo de la ciudadanía (78%) al movimiento 15M y a sus reivindicaciones.

Aquellas acampadas son dos hitos históricos de movilización social y apoyo ciudadano en nuestro país. Con la Acampada 0,7 se consiguió que, en 2009, los Presupuestos Generales llegasen a destinar hasta el 0,4% del PIB a la ayuda al desarrollo. Un logro tardío e insuficiente que nunca llegó a consumarse en el compromiso que se había adquirido de llegar al 0,7% y del que para el 10N no queda ni rastro en ningún programa electoral. España lejos de avanzar está a la cola de los países de la OCDE que menos dinero aportan a cooperación (el 0,3%), muy lejos de la media de la Unión Europea del 0,51%

Por su parte, la movilización del 15M supuso un antes y un después para la sociedad española y la quiebra del bipartidismo. Una revolución ciudadana inesperada e impredecible que, a pesar del empeño de algunos en desmerecerla y tildarla de fenómeno pasajero, se ha convertido en mentor e inspiración de decenas de movimientos ciudadanos que, desde a los márgenes de la política institucional, han ido tomando cuerpo e identidad propia ante la crisis social que no solo no se ha mitigado, sino que se agrava.

La especulación obscena con el mercado de la vivienda, la incertidumbre sobre las pensiones, la precariedad laboral, el negocio de la sanidad pública, el abandono de la educación pública de calidad o el inmovilismo de los partidos para reformar la Ley Electoral y hacer de un servicio público un uso particular son algunas de las reivindicaciones que siguen y seguirán activas en los respectivos movimientos sociales mientras no formen parte de la agenda política. Una agenda que no se rellena a base de citas y reuniones con entidades u organizaciones que representen (a medias) a la sociedad civil –tal y como hizo el PSOE este verano. 

Para revertir los desajustes sociales, los abusos de poder y la crisis de indiferencia/agotamiento/crispación que vivimos no sirve hacer una reunión oportunista, sacar una foto y añadir algunas de propuestas a una hoja en blanco. Un síntoma de que esa forma de actuar no bastaba lo dieron las organizaciones ecologistas, las más críticas de la ronda veraniega de contactos que Sánchez tuvo con ‘la sociedad civil’.

La historia parece repetirse cuando el PSOE no termina de comprender cuál es el papel que los movimientos sociales no institucionales juegan en nuestro país. Apenas 8 años después, otro presidente de gobierno socialista vuelve a asistir a otra acampada ciudadana que nos lleva en volandas y nos llama a la desobediencia y rebelión. La primera generación heredera del 15M y la tercera de muchos activistas veteranos –algunos de los cuáles fueron arrastrados y detenidos por la Policía Nacional este lunes– no solo están desafiando al sheriff Martínez-Almeida que desaloja de madrugada la acampada de las personas sin hogar en un acto inaudito de aporofobia.

A pocos días de las elecciones más concurridas de la historia de la democracia, la Acampada climática le puede complicar las cosas a Sánchez si su Gobierno vuelve a ignorar el poder de un movimiento social, de esta movilización pacífica, ecologista y de justicia social. En términos de rédito electoral, hasta ahora, ese paternalismo le ha supuesto siempre más desgaste entre su electorado que afinidades entre los que nunca le van a votar. No es que la defensa del medioambiente sea propiedad de la izquierda, pero es que el PP ya ha dejado claro que prefiere los símbolos a cuidar el pulmón de la Humanidad. Y es que cuando el clima se calienta, la confianza del electorado en el PSOE se tambalea.

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