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Lo que el PSOE hace mal con Puigdemont

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.

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Todas las cosas transitorias pueden ser soportables, por graves que sean

Cicerón

Ando leyendo a Peter Burke y su historia global de la ignorancia, merece la pena, y me viene al pelo su clasificación de los tipos de ignorancia, concretamente lo que denomina “ignorancia local”, según la cual “las personas que trabajan sobre el terreno comprenden las condiciones locales, mientras que el cuartel general, más alto en la jerarquía de mando, da órdenes desde la ignorancia de estas condiciones, pero son órdenes que no se pueden cuestionar”. Algo que el antropólogo James Scott ha definido como “ver con ojos de Estado”. Fue esta “ignorancia local” la que acabó en desastres como el de Chernobil o el del Challenger, ejemplifica, y me digo a mí misma que no encuentro una forma más sencilla de resumir el problema que Sánchez y el PSOE están teniendo al tratar con Junts. 

No hay miembros del PSC en estas negociaciones y, por mucho que hablen o no con ellos, los hechos demuestran que en Moncloa y en Ferraz andan muy equivocados sobre el meollo del partido con el que negocian. No han sido ni son capaces de entender sus dinámicas y eso que se las han explicado clarísimas. No les hacen caso cuando les dicen la verdad, que les importa un bledo la gobernanza de España, el gobierno de progreso y la madre que dio a luz a Paneque. Se piensan que es como hablar con ERC y no es así. Incluso los relatos que fabrican para la prensa y el público con ganas de consumir propaganda, incluyen explicaciones que gritan a las claras que no son capaces de ponerse, por pura táctica y por necesidad y por virtud, en los zapatos de aquellos con los que negocian. “No pueden permitirse decir que no a la amnistía”, “veremos cómo explican que han votado con PP y Vox”, “es incomprensible lo que hacen”, “la ley es robusta, es incomprensible que no la voten” “perderán votos”, parece que es el PSC el que sufre con todo esto, “a ver cómo se lo explican a su gente”; todo eso sólo grita el desconocimiento, real o fingido, de la realidad de los independentistas de Puigdemont. 

Los socialistas pensaron primero que les bastaría con hacerles a los de Junts una envolvente parecida a la de ERC. Una mesa, unos relatores, lo que quieras, y luego eso se reúne una vez y si te he visto no me acuerdo. Lo que les importa es la amnistía. Vale, pues vamos a eso. Junts quiere, en esto no engañan, una amnistía que comprenda a todos los incursos en procedimientos por el procés y que no sea boicoteada por un sector de la judicatura que, sin lugar a dudas, intenta hacerlo bien por razones políticas como tumbar al Gobierno de Sánchez, bien por mero amor propio de que no se tiren por tierra sus decisiones y que Puigdemont no se salga con la suya. La clave, es así, siempre es Puigdemont. Puigdemont es la pieza que al Supremo se le ha resistido, provocando incluso algunos episodios humillantes para ellos. Puigdemont tiene que acabar en el banquillo. Obviamente para Junts, Puigdemont tiene que poder volver a España sin peligro de ser detenido y procesado. ¿A qué viene hacerse los estrechos diciendo “solo piensan en Puigdemont ñiñiñi”? ¡Pues claro que la clave es Puigdemont! 

Cosa distinta es que Puigdemont y Junts le estén pidiendo a Sánchez desde el principio cosas que no les puede asegurar y no porque tenga líneas rojas y blablabla sino por la cuestión práctica de que gobiernan pero no tienen el poder de parar las acciones de los jueces. No pueden asegurar que estos no rebusquen y encuentren justo ahora novedosos y sorprendentes delitos, no pueden impedir que llamen a declarar a nuevos imputados y los envíen a prisión preventiva, no pueden asegurar que en dos meses esté aplicada la ley porque con las prejudiciales paralizarán los procedimientos sin que el Ejecutivo pueda hacer nada. La batalla que están librando algunos jueces, que será respaldada por otros más arriba y lo verán, tiene un doble objetivo que es sacarse la espina Puigdemont y derribar al Gobierno de Sánchez. Así que van los dos en el mismo barco sin que ninguno pueda hacer nada para evitarlo.

Junts votó que no a un texto que no le sería aplicable ni a Puigdemont ni a Alay, ni a Rovira ni hasta a 80 personas más perseguidas ahora por terrorismo y los que se puedan incorporar a esa imaginativa alta traición rusa. Justo los delitos que estaban excluidos. ¿Quién podía pretender que Puigdemont, que controla el partido, hiciera que éste votara para dejarlo a él en la estacada? Los socialistas saben, como lo sabe Nogueras y como lo sé yo, que no les están pidiendo que amnistíen el terrorismo y la alta traición, porque no hay un terrorismo real o una alta traición real. Lo saben aunque no puedan decirlo. Sólo que no quieren verse penalizados por transitar por esa línea imaginaria sobre cosas imaginarias pero que en titulares y mítines suena muy real. Hay elecciones en dos semanas. Junts no va a aceptar votar una amnistía que deje a Puigdemont en trance de ser reclamado por terrorista y por traidor para ser entregado a España y encarcelado preventivamente para juzgarle por esos delitos, penados con hasta veinte años, que están fuera de la amnistía. 

Los socialistas tienen que entenderlo porque tampoco Sánchez ordenaría votar una ley que le perjudicara a él mismo. Y tienen que asumir que la tarea de Gobierno y la estabilidad y todo lo demás a Junts le da igual. Y hacerse cargo de que marcarle el paso al Gobierno central y ver salir del Congreso al presidente del Gobierno con la carita descompuesta que llevaba no solo no les penaliza sino que les alzaprima. Esos son los siete votos de los que dependen para gobernar y tienen que asumir que Junts no va a cambiar para que ellos estén contentos, con lo que probablemente siempre les toque amoldarse para que no rompan la baraja y, como decían diputados socialistas, si al final se van a bajar de la burra mejor hacerlo del tirón que prolongar la agonía. O eso o romperla ellos; y si van a hacerlo, cuanto menos tiempo sufran también mejor. 

El Gobierno tiene que asumir que ni las ideologías ni las necesidades de las dos fuerzas catalanas son iguales y comprender la naturaleza de cada una de ellas. ERC hizo ayer de la necesidad virtud y votó que sí a una ley de amnistía robusta, no porque sean más virtuosos que Junts, aunque sí más afines en los objetivos, sino porque ERC necesita una amnistía rápida, una amnistía ya. Necesitan que Junqueras sea amnistiado para que pueda presentarse a las europeas y necesitan la amnistía para que Jové, Salvadó y Garriga –importantes cuadros suyos– no tengan que sentarse en el banquillo en abril con peticiones de pena de siete años. Si para eso Rovira se queda colgada o los encausados por Tsunami, la mayoría de los suyos, se tienen que ver con un proceso de terrorismo no parece quitarles el sueño tampoco. Así que uno de sus diputados en el Parlament, Ruben Wagensberg, se ha ido a Suiza seguramente aconsejado por su abogado que se teme, y hace bien, que García Castellón tenga en mente meter a unos cuantos en el trullo. 

Los socialistas no tienen que olvidar que es verdad que a Junts no le importa que acabe habiendo una moción de censura contra Sánchez presentada por el PP. Si no hay amnistía no hay presupuestos ni hay ni un mal decreto ley más. Así no se puede seguir en el gobierno por más que se den titulares. Si esas condiciones se dieran, con Junts con todo perdido y con Puigdemont seguro de que los jueces le perseguirán por tierra, mar y aire al no estar cubierto por la amnistía, ¿qué les impediría votar esa moción? “No pueden votar con PP y Vox ñiñiñi”. Sí, sí pueden, ya lo han hecho. 

Insisto que la cosa está jorobada porque, aunque me consta que ya se preparan para negociar de nuevo sobre reformas en el texto y aunque sé que ambas formaciones tienen interés en que haya un acuerdo y que no se vaya todo al garete, Junts solo puede apoyar a Sánchez si Puigdemont queda cubierto por la amnistía. Otra cosa no es posible, por más relatos que se creen. La verdadera pinza la están haciendo unos jueces y otros que los respaldarán y contra esa no puede luchar ni siquiera Sánchez. 

Sólo entendiendo la realidad se puede intentar cambiarla, aunque lo cierto es que esto último está bien fotut. 

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