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Así quebró la caverna facha a María Guardiola

María Guardiola.

Antonio Maestre

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María Guardiola terminó la rueda de prensa en la que presentaba el acuerdo de gobierno con Vox con esta frase: “Quiero que también seáis conscientes de que el machaque personal y político recibido excede de cualquier razonabilidad desde mi punto de vista”. La pregunta que tendría que hacerse quien ha destruido en solo una semana su palabra es quién ha sido responsable de ese machaque personal. Porque han sido los suyos. Su propio partido, sus socios, aquellos que supuestamente defienden sus mismas ideas, sus compañeros, con los que va de la mano y a los que defiende. Sus enemigos más voraces y salvajes no están en la izquierda, donde incluso muchos creyeron que sus palabras iban en serio y a pesar de las advertencias confiaron en que no incluiría a los posfascistas, sino en la derecha. Quienes la amenazaron, acosaron, despreciaron e insultaron son aquellos con los que gobierna y a los que representa.

Es cierto que los gestos y el lenguaje corporal de María Guardiola presentando un acuerdo que la convierte en presidenta de Extremadura estaban lejos de evidenciar un momento feliz como el que se supone que tendría que representar para ella haber alcanzado el objetivo con el que se presentó a las elecciones. Nadie se hubiera sorprendido si en una ficción a esa rueda de prensa le sucede una secuencia con una llamada de María Guardiola en el baño, temblorosa y llorando, para avisar a los captores de su familia de que ya ha firmado y pueden liberar a sus hijos. No hace falta juzgar a María Guardiola porque su actitud y su rictus dejan claro que no hay mayor censor que la propia conciencia.

La derecha de este país mata muy bien a quien pone en cuestión el acceso al botín que lleva asociado conseguir el poder. Hay que ser muy inocente para creer que si consiguieron acabar con el máximo dirigente del PP en solo un fin de semana no iban a hacerlo con una líder territorial de segunda fila recién llegada a la política. Los asesinatos políticos no solo se dan en el Comité Central y en España son fáciles de identificar porque se anuncian en primeras de periódicos de tirada nacional, editoriales de digitales y soflamas radiofónicas. Hablamos de medios que comienzan sus alocuciones o tienen banners con un contador con los días que faltan para echar a Pedro Sánchez.

Federico Jiménez Losantos siempre es el que hace el encargo de depuración previa pulsión de los intereses de Miguel Ángel Rodríguez. El excomunista frustrado es el conductor de la razzia mediática. El locutor, con sus diatribas faltonas y despreciativas habituales, apuntaba de manera correcta al indicar a María Guardiola que su discurso era totalmente contrario a los intereses de su electorado, que no solo no tiene ningún problema con los acuerdos de gobierno con VOX, sino que los desea para echar a la izquierda por lo civil o por lo criminal. Losantos es un insultador profesional, pero conviene escucharle para conocer por dónde respira la reacción española. El liquidador, al que siempre acuden para los trabajos finos, fue Eduardo Inda con su Volkische Beobachter de saldillo. Tiene sobrada experiencia. Puede ser un vídeo con unas cremas o un audio personal, si es verdadero, falso, informativo o vengativo no importa, lo único que hace falta es que cumpla su cometido de destrucción personal del enemigo señalado. Por eso siempre se acude a él, es necesario alguien sin el más mínimo de deontología profesional ni escrúpulos. Es el mejor en eso, el más efectivo.

No se puede decir que el director de la versión cañí trucha del diario Pueblo se escondiera al titular 'Hay que parar a María Guardiola'. Su infame editorial, como todos los que hace este personaje que aparte de tener una relación complicada con la moral también la tiene con la capacidad para articular textos argumentados, ponía en la diana la pieza a derribar. El libelo ultraderechista utilizó todo su arsenal para doblar la estrategia política de María Guardiola de ser beligerante con Vox y evitar meter en el gobierno a los posfascistas. Dobló a la líder extremeña a través de su asesor de comunicación, Santiago Martínez Vares, publicando un audio filtrado por un concejal de los posfascistas en el que el gurú de Guardiola advertía de que si seguían atacando a su padre y su hijo para hacerle daño iría a destruir a Santiago Abascal.

La filtración tenía como intención matar a Santiago Martínez Vares, pero también, a través de una cabeza de caballo en forma de asesor, enseñar a María Guardiola que la próxima sería ella si no se plegaba a las amenazas e intereses de quien va a recibir miles de euros en forma de contratos públicos, publicidad institucional y cargos a dedo. Uno de los que más sabe de trincar dinero del PP para financiar su panfleto es Javier Negre, que sus bufonadas no nos hagan olvidar que es experto en la extracción de dinero público de las administraciones gobernadas por la derecha y la extrema derecha. Negre sabía de lo que hablaba cuando afirmaba cuál era el problema fundamental de la estrategia de María Guardiola: “Hay gente que ha ayudado en campaña mucho en situación de desempleo que ansiaba colocarse en el gobierno de Extremadura. Esta gente está que trina porque ya saben, que de no enmendarse la situación, hasta diciembre-enero no podrán optar a un sueldo público”. Hagan caso a Negre, que de lo único que sabe es de cómo conseguir dinero público del PP y Vox. De eso trata esta lucha cainita en la derecha para matar a cualquiera con principios que ponga en riesgo el acceso a las arcas públicas. Es dinero, solo dinero, pero mucho dinero.

La derecha española tiene en su concepción ideológica una raíz franquista que no ha sido depurada porque fue metabolizada a través de una transición que no le puso como condición despojarse de su pasado. María Guardiola no tenía el conocimiento político suficiente para conocer en qué partido estaba y ni cuál es la construcción cultural de la derecha española. La dirigente extremeña llegó al partido tarde y pensó que la modernidad del país estaba acompasada con la de su partido. No conocer a tu propia base electoral ni la historia de España conduce a cometer errores de juicio que la realidad muestra de forma rotunda a base de golpes, editoriales en prensa y disciplinamiento interno. No hay espacio en España para una derecha europea que al estilo de la CDU alemana repudie los acuerdos con los posfascistas porque nuestra derecha no considera ni una sola de las ideas de los de Abascal incompatible con su pensamiento. Son, en esencia, lo mismo y quien no lo acepte que vote a la izquierda. 

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