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Tres razones por las que Rajoy extiende basura ante los pies de Tsipras

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, atiende a la prensa tras la reunión del Consejo Europeo en Bruselas. / Efe

Ana R. Cañil

Rajoy está nervioso. Lo dice Alexis Tsipras tras la cumbre de Bruselas. Le preocupan sus problemas domésticos, ironiza el griego. ¿Cuáles son las preocupaciones domésticas del presidente español para que se le agríe el gesto, incluso rodeado de la élite de sus colegas europeos? De entrada, no tiene una aspiradora con la suficiente potencia para borrar de la memoria ciudadana que aquí, trece millones de personas están en riesgo de exclusión y pobreza; o que somos el segundo país donde más crece la desigualdad gracias a sus políticas. Por más que entregue a sus ministros la balleta de microfibra para lustrar la incipiente recuperación económica, esta por ver que el autobombo baste para ganar en las generales. Aún así, no todo le va mal. ¿Qué irrita a Rajoy de la postura del griego, si al PP Podemos le está haciendo un favor electoral, destrozando al PSOE y a IU? Ahí van tres motivos que arrugan los gestos del inquilino de La Moncloa.

1. Si Tsipras llega a acuerdos dignos con la UE pondrá en evidencia las vergüenzas los presidentes españoles, Zapatero y Rajoy, que doblaron la cerviz ante la troika y Merkel. Sometieron la voluntad democrática de sus votantes a los intereses y las reglas más duras del mercado, las que impusieron el austericidio a millones de ciudadanos del sur de Europa. Y lo hicieron sin rechistar. De ahí que la dignidad de los gobernantes griegos -a poco que aguanten el tipo- ponga histéricos a los de Portugal, España e Irlanda, los rescatados que se comprometieron a cargar la crisis sobre las espaldas de sus clases medias y de los más débiles.

2. Tanto el éxito como el fracaso de Grecia en Bruselas alimentaría a Podemos en España. Si la UE humilla a los votantes griegos sin darles salida, es más que probable que la solidaridad con los desamparados y la ira contra la prepotencia del Norte de Europa engrose los votos de Podemos. Aunque Iglesias no es el principal problema de Rajoy, sino de Pedro Sánchez y Alberto Garzón, sí le inquieta. No es lo mismo tener enfrente a un líder de la oposición del PSOE –“un partido con historia y serio”, predican ahora desde el PP– que a un  Iglesias cuya “longitud y espesura de la coleta” es la preocupación del inefable portavoz del PP, Rafael Hernando. Rajoy sabe por los “viejos socialistas” que aquellos que fían el futuro del PSOE a que Susana Díaz se presente a las generales y se inmole por España, tienen más complicado de lo que se está especulando que ese deseo se cumpla. La andaluza se lo piensa y mucho. Quizá se mejor esperar cuatro años manteniendo Andalucía  como feudo socialista, frente a la debacle nacional de las próximas generales.

3. Una tercera razón que arruga a Rajoy es, a su vez, la pesadilla del asesor de cabecera, Pedro Arriola. Se llama Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Si el catalán forma grupo parlamentario en la capital –y todo apunta a que si no comete errores lo va a conseguir con holgura– y el mapa electoral es un desigual tripartito PP, PSOE y Podemos (con un reparto de entre el 20 y el 25%), Rivera podría ser el socio “natural” de Rajoy para formar gobierno, pero con concesiones clave en materia económica como política y soportando que un joven líder no pepero chupe cámara a su lado en la próxima legislatura.

Por supuesto, hay más razones domésticas que tienen averiados los electrodomésticos de Rajoy. Lo único que no se le funde  es el plasma, pero Alexis Tsipras ya tendrá tiempo de ir averiguando, a medida que perciba el olor de la basura que esparce el Gobierno español ante sus pies. La primera, la del ministro Margallo y lo que hubieran subido las pensiones españolas con lo prestado a Grecia, es solo el aperitivo.

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