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Repensando las tetas

Quan

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Hace unos días a Cristina Durán le prohibieron subir al autobús de Valencia por ir con un top con demasiado escote, el conductor alegó que podía ser ofensivo para los demás pasajeros. Cristina se sintió discriminada.

En redes se generó mucho revuelo: si el top era un top o un sujetador (porque si en la tienda online el producto en sí es denominado sujetador mal, pero ¿y si hay un crop-top que tapa solo pezón estaría bien?), si sus pechos eran un monumento (tuit de Luis del Pino), si en lugar del pecho de una mujer, hubiera sido el pecho de un hombre si se hubiera actuado de la misma forma (¿se le denegaría la entrada a un hombre en top o con un escote varonil muy pronunciado?) o si en lugar de tener pechos grandes, Cristina hubiera tenido pechos pequeños se hubiera actuado de la misma forma (¿los pechos pequeños son invisibles ahora o qué 😶?).

En Italia, donde estoy ahora de viaje, en la mayoría de las playas no se puede hacer topless, pero bikinis minúsculos y tangas sí. Curiosamente en España, donde el topless está tan normalizado (hay bastante gente estadounidense y latinoamericana que se sorprenden de que en cualquier playa se pueda hacer topless,) ha bajado un 3% las mujeres que hacen topless, según las chicas de teta&teta, ¿la razón? Los complejos y los mirones.

Tetas, pechos, berzas, melones, cocos, cerezas, ubres, mamas… 

¿Cuál es el gran pecado que han cometido nuestros pechos que son tan ofensivos? Ni escotes pronunciados, ni pezones femeninos que se puedan intuir bajo la tela, hay que censurarlos, no vaya a ser que puedan provocar a algún observador, porque, ojo, si algo te pasa y vas enseñando tu cuerpo, igual la culpa es tuya, igual es que ibas vestida pidiendo guerra, o como le dijeron a Cristina, que quería llamar la atención quejándose. ¿Hemos vuelto otra vez a la prehistoria o es que nunca salimos de ella?. 

¿Quién mira? ¿A quién tenemos que esconder las tetas y por qué? 

Puedo entender el dress-code de ciertos lugares: corbatas en oficinas, uniformes en hospitales, camisetas informales los viernes. También es cierto, que algunos no los entiendo por lo poco útiles que son: ¿en qué beneficia llevar traje de chaqueta y pantalón largo en julio a la oficina? Ciertamente a los calores que pasan los hombres que lo hacen, no, yo tenía un jefe que siempre llevaba traje, excepto en las fiestas formales de empresa, en las que se le veía llevar un polo de algodón y tomarse chupitos de Jägermeister bien a gusto. Persona de contrastes.

El pecho femenino, grande o pequeño, no es un invento nuevo, y ciertamente no está en el cuerpo puramente para el divertimento sexual de algunas personas. Desde siempre ha habido tetas y no siempre ni en todos lados las hemos tapado ni censurado, por ejemplo, todavía quedan algunas pocas tribus entre el sur de Etiopía, norte de Kenya donde sobreviven la indumentaria tradicional, en el que las mujeres van con los pechos desnudos. ¿Qué podemos aprender de esto? Que hemos creado esa narrativa en torno a las tetas. La belleza está en los ojos del que mira, la vergüenza y el juicio, también. 

¿Nos interesa seguir teniendo esa narrativa? ¿No se ha quedado un poco anticuada la idea de tetas=sexo? Recordemos: que un pezón se intuya bajo la tela, que un escote sea amplio, no es porno para nadie, no da permiso a nadie para tocar sin consentimiento. ¿Es que acaso si el día de mañana el fetichismo se vuelve mainstream, tendremos que ir todas escondiendo los pies no vaya a ser que alguien se excite? No vaya a ser que ahora sean ordinarios nuestros dedos de los pies con la pedicura hecha. Todo en esta vida es sexualizable, somos nosotros los que establecemos donde está la aceptación social. Quizás da un poco igual si era un top o un sujetador brallette bonito, quizás la reflexión más importante sea cómo construir otra mirada en torno a las tetas para que nos sintamos a gusto con top, brallette, topless, sin sujetador o como decidamos llevar las tetas, que para algo son nuestras.

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