Cómo salir de un callejón sin salida
Este momento de colapso y de derrumbe total (no puedo enumerar todo: el desmantelamiento de los servicios públicos, la banca al mando, la corrupción y los fraudes, el enriquecimiento sin freno de unos pocos a costa del resto y la ineptitud –o el cinismo- de nuestros gobernantes) es lo más parecido a un callejón sin salida. Hasta aquí hemos llegado. ¿Qué hacer?
Los libros de autoayuda ofrecen una respuesta pronta para este dilema: “Ante un callejón sin salida, salga por donde ha entrado”, suelen decir.
Esta parece ser también la respuesta de los dirigentes del PSOE y otros partidos de centro ante la situación actual: vuelva por donde ha venido. Es decir, recuperemos lo perdido estos últimos años, recuperemos el estado de la situación antes de la crisis. Ese es el plan. Sin embargo recuperar el estado anterior sería algo así como poner todas las piedras en el camino para volver a tropezar de nuevo. Está claro que algo falló en el modelo y esa vía nos ha conducido a donde estamos. Esto no empezó en 2008 sino antes, al dictado de las políticas neoliberales de “los dueños del mundo”.
En realidad en España un modelo de crecimiento justo, distributivo y respetuoso con el medio ambiente no se puso en marcha nunca después de la muerte de Franco. El mercado se regulará solo, se decía, y mientras tanto sálvese quien pueda y quien pueda que se enriquezca lo más rápido posible.
Pero volviendo al callejón sin salida en el que nos encontramos, el PP tiene otra estrategia. Entre las declaraciones que hizo Rajoy tras la reunión de su partido en Guadalajara el pasado fin de semana afirmó que todo debía solucionarse: “dentro del campo de juego que es la ley”. La ley que les beneficia a ellos, claro. Dentro del callejón, todo.
Lo que viene a decir Mariano Rajoy –y no solo respecto al tema catalán- es que no nos movamos mucho. En ese sentido pide una y otra vez “prudencia” y “responsabilidad”. Por si no lo habíamos entendido: “No es momento de sacar conejos de la chistera”. O sea, nada de ideas nuevas, ni de explorar soluciones ni de proponer otros modelos.
Rajoy nos quiere quietos al fondo del callejón y en silencio.
Esa es la postura liberal ante la situación, coherente, desde luego, con su ideología. ¿Por qué iban a querer salir ellos de este confortable cul-de-sac donde los sueldos son miserables, las condiciones de trabajo paupérrimas y el que maneja el poder campa por sus anchas? Lo peor de todo es cuando no lo quieren reconocer (¿es que se avergüenzan?) y caen en un despropósito que roza la crueldad. En ese mismo congreso, Cospedal soltó esta perla: los de las camisetas de colores “vienen a darnos las gracias” (por salvar el Estado de bienestar).
El lema de esas jornadas del pasado fin de semana en Guadalajara era “PP: garantía de estabilidad”. Una vez más se apela al miedo de lo que pudiera suceder de no estar ellos garantizando la calma. En el callejón huele mal y hace frío, pero tenemos el control, vaya usted a saber qué hay al otro lado. Mejor que no se mueva nadie.
Existe, afortunadamente, otra manera de enfocar el asunto, una tercera respuesta al dilema del callejón. Si no queremos salir por donde hemos entrado, ni, claro está, quedarnos en él, no hay más remedio que caminar hacia delante. También se puede salir saltando el muro.
Esto no quiere decir ignorar el pasado, ni mucho menos.
En japonés, la palabra 先生– sensei significa «profesor, maestro», y está compuesta por los kanji de «antes» y «vida» (lo leí aquí). De manera que se define un maestro como alguien que ya ha vivido antes, que tiene un pasado. El pasado es un valor como experiencia. Todos estaremos de acuerdo en que no se puede abandonar el callejón haciendo un borrón y cuenta nueva como si empezáramos de cero. También en este sentido, creo que no puede apoyarse el movimiento ciudadano rechazando toda la movilización llevada a cabo –mal que bien- por los militantes de izquierdas en años anteriores. Claro que las circunstancias han cambiado, y también que hay cosas que no se hicieron y deben ser hechas, o se hicieron mal, pero el bagaje de esas formaciones no puede tirarse por la borda.
Como en el psicoanálisis, habrá que adentrarse en el pasado para ir hacia delante. Tumbados todos en el diván colectivo, reflexionemos sobre el callejón sin salida en el que nos encontramos. Salgamos de las profundidades del inconsciente y trepemos el muro.