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La soledad de Feijóo

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.
17 de agosto de 2023 22:31 h

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El año 1816 no tuvo verano. En pleno mes de junio pequeños copos de nieve se mezclaron con la lluvia y las cosechas se llenaron de escarcha como en pleno invierno. Aunque los científicos barajaron varias explicaciones, como una combinación aleatoria de eventos meteorológicos, la causa más probable de ese verano sin calor fue la erupción del volcán Tambora en Sumbawa (Indonesia) que había liberado toneladas de polvo de azufre meses antes. Encerrados en Villa Diodati, Lord Byron y varios colegas decidieron matar el tiempo escribiendo historias de terror. Y de ese modo, en aquel estío absolutamente opuesto al que estamos viviendo, con mantas a los pies y chimeneas de leña, nació el monstruo Frankenstein de Mary Shelley.

Frankenstein se ha convertido en la metáfora política perfecta, una criatura hecha de trozos de distintos cuerpos, inestable, frágil, quebradiza. En el año 2016 la mentó Alfredo Pérez Rubalcaba refiriéndose al artefacto dañado que podría salir de un acuerdo de investidura en el que participaran el PSOE, Podemos y grupos nacionalistas o independentistas. Y la oposición aceptó en bandeja el regalo del mote perfecto. Hoy lo han vuelto a mencionar, sin parecer aún conscientes de que aludir a los supuestos fragmentos andrajosos políticos que ha unido el sanchismo es una estrategia fallida. Lo fue en las pasadas elecciones y lo sigue siendo a día de hoy. 

El acuerdo alcanzado esta mañana en el Congreso ha sido ya referido como el Pacto Frankenstein que puede preceder a otro Gobierno Frankenstein, ambos integrantes de la ya previsible Franquicia Frankenstein. Quizá lo más paradójico del asunto es que la novela ‘Frankenstein’ muestra cómo el fracaso y la arrogancia son dos caras de la misma moneda. El creador del engendro, Víctor, ideó una criatura para cumplir sus ambiciones personales. El PP no creó el mote pero lo ha convertido en su leitmotiv estrella para conjurar también sus ambiciones propias. Y si en la novela la naturaleza prometeica le termina jugando una mala pasada a Víctor, también lo ha hecho con Feijóo, encerrado en su propio orgullo, cábalas y certezas fallidas.  

Frankenstein, en realidad, señala que nadie es una criatura armónica, que todos somos imperfectos, todos tenemos retales asidos en alguna parte de nuestro cuerpo, todos necesitamos del otro para existir y latir. También en política. Lo verdaderamente extraño es ese anhelo de pureza y ese desprecio a lo diferente que se adivina en algunos integrantes del PP y de Vox. Sin ir más lejos, la nueva portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán, se ha estrenando pidiendo la invalidez de los juramentos de cargo en lenguas cooficiales: “Entre otras cosas no sabemos si están acatando la constitución o la están atacando”. 

Vox apuntaba hoy que la Mesa del Congreso de los diputados ha sido pactada y repartida con los enemigos de España y la Constitución cuando lo cierto es que la Mesa del Congreso ha sido pactada y repartida en base a unos pedazos que no son otra cosa que el reflejo de la pluralidad política y social de este país. Mientras tanto, el PP de tanto mentar al monstruo ajeno se ha olvidado de la criatura que ha metido en su propia casa y que le está devorando. Hoy ha quedado en evidencia que si el PP ha sido incapaz de decirle no a Vox, el resto de fuerzas políticas, incluido el propio Vox, le están diciendo no al PP. 

En la novela, Víctor se aísla de todos los que conoce mientras crea su sueño, su Frankenstein. E incluso llega a disfrutar de la soledad en el apogeo de su anhelada creación. Feijóo, sin embargo, no parece estar disfrutando de su soledad no deseada. 

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