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La tasa morada y la pobreza menstrual

Ilustración: cartera con varios tampones y una compresa

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Desde hace algunos meses el Ministerio de Igualdad manifestó su interés por incluir en los Presupuestos Generales del Estado para 2022, una “tasa morada” para reducir el IVA de compresas, tampones, copas menstruales, pero también de pañales y otros productos de higiene de personas mayores, menores y dependientes. Esto de la “tasa morada” igual no nos resulta tan familiar, tal vez nos suena más esto del “impuesto o tasa rosa”, ese coste adicional que tienen los productos que van comercialmente destinados a las mujeres pero que además tienen la misma función que los de los hombres, el ejemplo típico es la maquinilla de afeitar que nos venden de color rosita y más cara, pero como ese, muchos productos más que van desde juguetes hasta ropa y no solo en España sino en muchos países del mundo. Seguro que a todas nos has pasado eso de ir al súper o a cualquier tienda y ver el mismo producto que solo por tener diferente color o estar en diferente sección (chico-chica), ya el precio es muy superior para nosotras. 

La iniciativa del Ministerio de igualdad sobre una “tasa morada” se hace eco de las reclamaciones de las mujeres que hacen años vienen insistiendo en la eliminación de los sobrecostes de los productos de higiene menstrual y las familias que han insistido en la eliminación del IVA excesivo de los pañales y productos para la higiene de menores, personas mayores y dependientes, como si de un lujo se tratara, cuando en verdad se trata de elementos necesarios para el cuidado y la ética del cuidado es una bandera feminista. Es absurdo pagar un 10% de IVA por las compresas, mientras la viagra solo está gravada con un 4%. La copa menstrual, los tampones y las compresas son productos de primera necesidad, sin los cuales se puede ocasionar problemas en la salud sexual y reproductiva de las mujeres. 

Y aquí me quiero detener un poco, porque, aunque celebro la iniciativa de la reducción del IVA, que es necesaria y urgente, esta sigue siendo parte del tránsito a un punto de llegada. Y este debe ser la eliminación total de impuestos a estos productos, una eliminación necesaria para poder erradicar la pobreza menstrual en España. Sí, aunque esto pueda resultar asombroso para los más incrédulos, muchas mujeres en este país tienen que escoger entre comprar comida o comprar compresas. Concretamente 2 de cada 10 no puede permitirse comprar productos para la higiene menstrual y eso se ha recrudecido con la pandemia, pero la pobreza menstrual no va solo de la escasez absoluta de dinero para poder comprar estos productos, sino también de la dificultad económica para poder acceder a ellos y esto desde luego hace que sean muchas más las mujeres que no puedan adquirirlos, generalmente mujeres precarizadas, racializadas, migrantes, con discapacidad, las personas con identidades de género diversas, vamos, las excluidas de siempre. 

La eliminación de impuestos a estos productos ya ocurrió en otros lugares como Kenia, Canadá, Colombia, India, Reino Unido, recientemente en México, etc. En Nueva Zelanda y Escocia, por ejemplo, sus gobiernos ordenaron el reparto gratuito para quienes no podían comprarlos. Es muy importante entender que se trata de un tema no sólo económico, sino y sobre todo, de derechos. Menstruar en condiciones dignas y bajo unos mínimos de salud garantizados, es un asunto de salud sexual y reproductiva y frente a esto existe una responsabilidad estatal ineludible. La salud menstrual no puede convertirse en un bien de cambio según la capacidad adquisitiva de las personas, hace parte de ese universo de derechos sexuales y reproductivos que están recogidos por el derecho internacional como parte efectiva del derecho a la salud y esto no se nos puede olvidar cuando hablamos de estos temas. No se trata de concesiones generosas del Estado, sino del cumplimiento de sus obligaciones. La pobreza menstrual es una realidad que atraviesa a las más excluidas, que como todas, no pueden elegir si menstruar o no y tampoco deberían tener que elegir entre comer o comprar una caja de compresas.

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