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La topera nacional

El juez estudia la puesta en libertad de Villarejo con arresto domiciliario o pulsera telemática

Elisa Beni

“La crítica a nuestra clase dirigente es, sencillamente, que cuando legislan para todos los hombres se omiten a ellos mismos”

G.K.Chesterton (1874-1936)

No sé sobre cuantas cosas baladís he opinado en los últimos días. Seguro que sobre varias. Los encargados de crear agenda no paran. Siempre hay una baladronada, una estulticia, un exabrupto nuevo al que hacer frente. Se le hace. No hay problema. La desazón comienza si todo ese ruido parece una orquesta disonante para evitarte oír el tenaz ronroneo de lo importante. Es lo que me ha sucedido. Cosas aparentemente históricas -hacer historia sólo significa permanecer en un hilo temporal en los que los actos públicos tendrán una consecuencia- han hecho sombra a cuestiones de máxima gravedad.

Es algo que me aturulla porque, desde que era periodista primeriza, soy consciente de vivir en un país en el que los emuladores de Woodward y Bernstein surgían tras cada rotativa. Ahora me doy cuenta de que de todo el esfuerzo y de que de toda la fuerza de la prensa como control democrático, sólo debía de llamarles la atención la posibilidad de derribar a un presidente, es decir, el poder. Luego he visto a muchos pretender derribar gobiernos y pasar de puntillas sobre cuestiones que reflejan la profunda podredumbre del sistema en el que vivimos. Una irrupción como la de Vox o Le Pen o Trump horroriza pero lo hace más en tanto en cuanto los sistemas de control y contrapeso existentes en una democracia estén demediados o no. Y ésta es la cuestión, que estamos pasando de puntillas sobre la profundidad sistémica de la corrupción en España. Nada de lo que nadie grite hablando de regeneración tendrá ningún sentido hasta que no nos fajemos con esto y, curiosamente, algunos de los que ahora quieren hacer historia limpiando están hasta las trancas en toda esta mierda.

No son solo los políticos, claro. Los descubrimientos en torno a las actividades asquerosamente corruptas y profundamente antidemocráticas del tal Villarejo, lo que hacen es constatar algo ya sabido: que la corrupción nunca es aislada o superficial, que hunde sus raíces en los más profundos de los sistemas, que disgrega y destruye todo lo que toca y que no hay reducto funcionarial o poder del Estado o jefatura del Reino que no acabe por verse salpicado. Por mucho que aquí se quiera vender que hay poderes inmaculados. Me temo que va a ser que no y que hay mucho que investigar y mucha manta de la que tirar.

Aquí hay gente con pasta que ha comprado a funcionarios públicos. Aquí hay funcionarios que han utilizado los medios de todos para forrarse sin importarles delinquir y hay funcionarios que han untado a otros funcionarios para conseguir estos sucios objetivos. Hay cargos públicos que han dado órdenes a funcionarios para llevar a cabo actos fuera de la ley y que han usado los medios y el dinero de todos para intentar salvar su culo y el de su partido. Aquí se han vulnerado las comunicaciones, la intimidad, los datos. Aquí se ha saltado sobre todo y todos los medios han sido buenos para conseguir fines particulares y particularmente espurios, puesto que trataban de librar al poder del escrutinio de la Justicia.

Aquí vemos como los banqueros, el máximo poder, no han tenido escrúpulos en usar a funcionarios corruptos para conseguir sus objetivos. Aquí hemos visto como el poder ejecutivo ha tenido sus preferencias y sus designios en materias que beneficiaban a unas empresas privadas y perjudicaban a otras. Aquí hemos escuchado como el poder político manejaba información privilegiada procedente del judicial. Aquí hemos visto como se usaban las coronas para los negocios.

Pero mientras seguimos hablando de chorraditas. Sin pausa.

La cuestión del topo incrustado en el órgano de gobierno de los jueces es de especial gravedad. Fíjense, más que la amenaza de hacer ver las vergüenzas de los señores de las togas, que las hay. Algunas son vox populi en los círculos íntimos. El corrupto Villarejo quizá sólo tuvo que untar a algunos escoltas. Estos han sido durante años los testigos de la monótona vida o de la azarosa vida o de la inconfesable vida de muchos personajes. De ahí los mensajitos subliminales.

El topo imputado ahora es un funcionario que llevaba más de una década en el Consejo General del Poder Judicial gestionando lo que se llama Punto Neutro Judicial, a partir de ahora,“el agujero negro judicial”. Es fácil entender la gravedad de la situación. Si mañana cualquiera de nosotros se sentara ante un juez por impago de una pensión, por ejemplo, aunque inocentemente pretendiéramos contarle nuestra vida recreada, él ya tendría ante sus ojos todos nuestros datos: el saldo de nuestras cuentas corrientes, nuestras 5 últimas declaraciones de Hacienda, nuestra vida laboral desde los 18 años, nuestros inmuebles y su valor en el catastro, todos los coches que tuviste desde que te sacaste el carné y suma y sigue. A todo eso ha tenido acceso aparentemente a cambio de dinero u otro tipo de compras un policía corrupto que trabajaba para la intereses de gente con mucho dinero. Y nadie dentro del órgano de Gobierno de los jueces se ha dado cuenta en todo este tiempo.¿Cuánta más podredumbre se oculta?

Mientras seguimos con las chorraditas.

En este país los controles democráticos hacen aguas. Las instancias más importantes del Estado han sido agujereadas por la corrupción. Algún partido político llego al poder y se mantuvo nadando en ella. Nuestras arcas públicas se han vaciado para llenar los bolsillos de los corruptos.

¿Y alguien se pregunta cómo mueren las democracias?

Sigamos hablando de chorraditas. Es entretenido y no compromete a nada. Mientras, todo se derrumba bajo nuestros pies.

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