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Los violadores, que se pudran en la cárcel

Manifestación en Madrid contra la sentencia de 'la manada' que calificó los hechos de abuso sexual.

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Los violadores, que se pudran en la cárcel. Los terroristas, que se pudran en la cárcel. Los pederastas, los asesinos, los padres que matan a sus hijos. Los corruptos que no sean de mi partido. Los independentistas. Que se pudran todos en la cárcel. Penas más altas. Reformas del Código Penal cocinadas al calor de la “alarma social”. Doctrina Parot. Cumplimiento íntegro de penas. Prisión permanente revisable.

Esa es la ola en la que navegamos desde hace décadas. Una ola de varios pisos de altura, rugiente. No es fácil escapar de ella ni pasarla por debajo, y menos aún surfearla a contracorriente. Lo normal es que si lo intentas y no vas bien preparado y con convicción, si dudas y te tiemblan las piernas, te lleves un buen revolcón, tragues mucha agua, acabes por ahogarte.

Los que tenemos ya una edad y algo de memoria, sentimos un fuerte dèjá vu estos días. Ya pasó años atrás con los condenados por terrorismo de ETA. Les caían cientos, miles de años de cárcel, y los jueces les negaban beneficios penitenciarios aplicándolos sobre el cómputo total y no la pena máxima. Se llegó a retorcer la ley al extremo de aplicar la llamada “doctrina Parot” con carácter retroactivo. Todo muy constitucional. Hasta que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos la tumbó y empezó a “soltar terroristas”. Cada vez que uno pisaba la calle, escándalo político y mediático, y anuncios de nuevas medidas para endurecer los castigos.

Cualquier cantidad de años de cárcel era pequeña cuando de terroristas se trataba. Salían después de haber pasado entre rejas 20, 25, 27 años, casi el máximo de 30 años. Insisto: 20, 25, 27, 30 años entre rejas. Daba igual: era un escándalo, estaban en la calle, se habían ido de rositas, impunidad, una burla a la víctimas y a la democracia, había que volver a retorcer la ley para condenarlos de nuevo como fuera.

Lo mismo ahora con los condenados por delitos sexuales. Hace unos días salió a la calle un violador en Lleida, beneficiado por la reducción de su condena tras la nueva ley. Violador múltiple, peor aún. Un escándalo. El ruido apenas nos dejó oír que el condenado habría salido igualmente el próximo mes de julio, pues lleva casi 15 años en la cárcel. Otro similar en Asturias: excarcelado por una rebaja, sí, pero después de pasar 13 años en prisión. Aragón: salida adelantada unos meses, después de 12 años encarcelado. La mayoría de “beneficiados” ya había pasado en prisión más años de los que habrían tenido en otros países europeos por delitos similares, pero no es bastante. Que se pudran.

En el caso más mediático de los últimos años, y origen de la actual ley, el de La Manada, fueron condenados finalmente por el Supremo a entre 15 y 23 años de cárcel. Habrá a quien le parezcan pocos años y quiera que se pudran. No era eso lo que reclamaban quienes se manifestaron contra el fallo inicial del tribunal navarro. En el instituto deberían llevarnos de visita escolar a una cárcel, a ver si así valorábamos mejor lo que supone un año de cárcel. Y cinco, diez, quince, veinte…

Lo peor de la noticia del violador de Lleida no es que salga a la calle: es que sale sin rehabilitar. Pero de eso hablamos menos: nos importan los años de cárcel, pero no lo que sucede mientras están entre rejas, si se rehabilitan o salen igual o peor que cuando entraron. Y el problema del “que se pudran en la cárcel” es ese: que en efecto se pudran. Que salgan podridos, no reinsertados. Y hay algo peor que violadores saliendo de prisión: violadores que no llegan a entrar, por no ser condenados, incluso por no ser denunciados, por la indefensión de las víctimas, sin la protección integral que les da la nueva ley, y que es de lo que deberíamos estar hablando: de todo aquello que va a proteger mejor a las víctimas y que no es el Código Penal.

Aunque ya no sirva, aunque ya sea tarde, no renunciemos a defender ciertos principios para que la próxima vez la ola no nos pille de espaldas. Reformulemos el primer párrafo:

Los violadores, que se reinserten en la cárcel. Los terroristas, que se reinserten en la cárcel. Los pederastas, los asesinos, los padres que matan a sus hijos. Que se reinserten todos en la cárcel. Y que el Código Penal no sea la única ni la principal protección para las víctimas.

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