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La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

La vista desde lo alto del andamio del juez Marchena

El magistrado del Tribunal Supremo Manuel Marchena

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El anuncio de la eliminación del delito de sedición ha reabierto el debate sobre cómo abordar el procés o lo que queda de él. Para ayudar a entender por qué Pedro Sánchez toma decisiones como esta o qué piensa el juez Manuel Marchena sobre la crisis independentista cuando se encierra en “lo alto del andamio”, que es como llama a su despacho en el Supremo, es muy recomendable leer ‘El Muro’ (Península). Su autora, Lola García, es una periodista rigurosa, algo que debería ser una redundancia aunque en los tiempos que corren hay días en que más bien es una excepción.

‘El Muro’ no es una reconstrucción de cómo se vivió el desafío independentista en Madrid, ese núcleo en el que la política, la economía y la judicatura concentran e irradian un poder que a veces parece ilimitado. No es una reconstrucción porque tampoco pretende serlo. Pero sí da muchas claves para comprender las estrategias políticas y también judiciales (en ocasiones ha parecido que se intercambiaban los papeles).

La directora adjunta de La Vanguardia ha hablado con los tres presidentes que han tenido que hacer frente al desafío independentista. El optimista José Luis Rodríguez Zapatero, el impasible Mariano Rajoy y el camaleónico Pedro Sánchez. El capítulo dedicado al líder del PSOE y el del juez Marchena, a quien retrata como alguien que sabe moverse como una anguila en las aguas judiciales, son especialmente interesantes para interpretar qué está pasando en estos momentos con el anuncio de una reforma del Código Penal que suprime el delito de sedición y ya veremos si finalmente acaba modificando también el de malversación.

Sánchez ha vuelto a dejar claro que es la antítesis de Rajoy. Para lo bueno y para lo malo. En la gestión del conflicto catalán ha demostrado una perspicacia que en algunos casos ha llevado al límite. De momento no le ha salido mal puesto que ha logrado “la desinflamación social” que prometió cuando accedió a La Moncloa. 

“Quizá lo que caracteriza de verdad a Sánchez es meramente un espíritu práctico muy acentuado. Una visión realista y utilitaria de la política que le permite sortear los baches, aunque sea a costa de decir una cosa y mañana la contraria, laminando su credibilidad”, describe la periodista, quien recuerda que cuando se trata de analizar la aproximación del presidente a la cuestión catalana no hay un solo Sánchez. “Su ánimo ante este conflicto oscila desde el interés hasta el hastío” , resume. Es un ánimo que ha ido variando en función de los momentos y también de los intereses con episodios especialmente críticos como las protestas del Tsunami Democràtic. 

La reforma del Código Penal que el Gobierno y ERC han negociado para cambiar la sedición ya empezó a prepararla el que fuera ministro de Justicia desde enero de 2020 hasta julio de 2021, Juan Carlos Campo. Lo hizo junto a la entonces vicepresidenta, Carmen Calvo. En septiembre del 2020, Campo defendió en el Congreso la necesidad de modificar este delito para que se asemejase a la de la mayoría de países europeos. En ese momento ERC no lo veía claro, pero ahora tras haber recuperado en los últimos meses la negociación para abordar este cambio ya lo hace suyo. 

Campo es juez y amigo de Marchena y le comentó al magistrado del Supremo cuáles eran los planes del Gobierno. Marchena, con un expediente de matrícula de honor, melómano que igual escucha rock que va al Teatro Real o se sabe muchas de Lluís Llach, se ha convertido en una cara conocida (familiar igual sería demasiado decir) para miles de catalanes. Él tuvo claro que para evitar especulaciones lo mejor era que las sesiones del juicio a los dirigentes independentistas debían retransmitirse por televisión. En 'El Muro', además de hacer una interesante aproximación a la personalidad del magistrado, se explica cómo hacia la mitad del juicio ya se fue decantando por la sedición y descartando la rebelión pese a la insistencia de la Fiscalía.

Al final la sentencia no gustó a nadie. “La lluvia de críticas acabará por hacer mella en el ánimo de Marchena, aunque no lo quiera reconocer”, desvela la periodista. ¿Y qué estará pensando de que ahora se modifique el delito de sedición? El libro ya lo avanza pese a que la negociación entre el Gobierno y ERC se haya cerrado después de su publicación. Cuando se empezó a hablar de la reforma, el magistrado se mostró más o menos de acuerdo por entender que podía tener utilidad política para el Gobierno (pese a que él es conservador y no lo esconde). Pero las reacciones que provocó la sentencia endurecieron su posición. Si, como es previsible, prospera la reforma, su tribunal deberá revisar la pena. Enmendar su decisión. El “ho tornarem a fer” (“lo volveremos a hacer”) que proclaman algunos dirigentes independentistas es una de las cosas que más le molestan y de ahí también su desacuerdo tanto con la reforma como con unos indultos que al principio tampoco rechazaba con contundencia. 

Marchena, al igual que el resto de jueces del Supremo y en especial Pablo Llarena, está pendiente de que la Justicia europea bendiga o no su labor. Que el delito por el que condenaron a los dirigentes del procés pueda utilizarse en defensa de los que aún no han sido juzgados tal vez ayude a calmar los ánimos independentistas, pero enfadará aún más a una judicatura que ha dado muestras sobradas de las pocas simpatías que tiene por este Gobierno.   

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