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Qué votan las feministas

La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el acto 'Valentía y feminismo para transformar" celebrado este viernes en la localidad madrileña de Getafe.
2 de junio de 2023 22:48 h

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Leo que hay quienes sostienen que la culpa de la derrota del PSOE es del feminismo, también leo a mujeres que, dentro del movimiento feminista, dicen lo contrario y defienden que las mujeres han castigado a los partidos progresistas en estas últimas elecciones, que les han retirado el voto al haber hecho oídos sordos a su malestar en esta última legislatura. La culpa es del feminismo para unos y de las malas feministas para otras.

Lo cierto es que me quedo pensando en esto último, en las feministas que reprochan al Gobierno de Sánchez haber dado la espalda a las mujeres y sobre a qué malestar se refieren exactamente. Me da la impresión de que, al igual que pasa en las formaciones políticas de la derecha, ese sector del feminismo toma una parte por el todo y habla del malestar de las mujeres para referirse al suyo propio. Además, coincide que su ataque al gobierno de coalición más bien es al Ministerio de Igualdad y, en concreto, a Irene Montero. Un sector descontento y enfadado con la ministra especialmente por la aprobación de la Ley Trans y que juzga toda la acción del Gobierno desde su prisma. Un prisma que le ha llevado a compartir espacios con el PP y la extrema derecha en su defensa e interés por derogar una ley que responde a estándares de derechos humanos.

Cuando el malestar de algunas mujeres, feministas radicales transexcluyentes, las lleva a preferir que se vote al PP y a Vox en su afán de castigo, la pregunta que me hago es, ¿quién da la espalda a quién? Resulta inquietante que, ante el auge reaccionario racista, machista y xenófobo contra los derechos humanos (también los de las mujeres) haya una parte del feminismo que esté de acuerdo con que se derogue el sanchismo para que se derogue la Ley Trans y saldar cuentas de sillas y sillones. Hasta ese extremo llegan los extremos.

Se olvidan quienes están difundiendo ese argumentario que no son los partidos de izquierda los que han vandalizado murales feministas por toda España ni los que han cancelado y boicoteado los actos de condena y los minutos de silencio a las víctimas de la violencia machista. No son los líderes progresistas los que han prometido acabar con las leyes feministas y las políticas que apoyan el trabajo de las organizaciones de mujeres… No son estas formaciones políticas las que respaldan el acoso a las mujeres en las clínicas abortistas ni las que llevan en sus listas a condenados por violencia de género. ¿De verdad que el enemigo del feminismo es este Gobierno?

Quizá antes de expandir el odio y sostener la afirmación de que el gobierno de coalición ha ignorado el malestar de las mujeres habría que preguntar a las propias mujeres, a todas. Por ejemplo, a las trabajadoras del hogar que han logrado que, por fin, España ratifique el Convenio 189; o a las víctimas de violencia sexual que cuentan ahora con más garantías de reparación y de una atención integral, hayan denunciado o no. Pero es que, además, la radiografía TERF de la acción de Gobierno del PSOE y Unidas Podemos no coincide del todo con algunas de las observaciones del Comité CEDAW a nuestro país. Estas, recién publicadas, si en algo muestran satisfacción es por los avances legislativos de los últimos años. Además, muestran preocupación y critican la escasa efectividad de estas, pero de su implementación no solo es responsable el gobierno central ni el poder ejecutivo. Es más, habrá que ver en qué queda esta efectividad ahora que el nuevo mapa de gobiernos autonómicos y municipales se tiñe de azul y de verde.

Sí es cierto, y esto también lo dirían las propias mujeres si alguien les preguntará que hay, entre ellas, algunas que son las grandes olvidadas: las refugiadas y migrantes, las víctimas de la trata (no solo para la explotación sexual) y, también y muy especialmente, las trabajadoras sexuales. Pero no es su voto el que puede decidir algunos escaños las próximas elecciones. En cambio, el voto de las feministas blancas y cis que se sienten huérfanas en este gobierno progresista sí. De ahí que sorprenda que sean un activo en la campaña de deslegitimación constante a la que se ve sometido el actual Gobierno. No deja de ser desconcertante que las feministas transexcluyentes sigan la misma estrategia destructiva que Núñez Feijóo de “derogar todas aquellas leyes que están inspiradas en las minorías y que atentan contra las mayorías”.

No sé si es que piensan que el PP es un mal menor, que al fin y al cabo a ellas no les fue tan mal con anteriores gobiernos del PP. Pero no es así para todas las mujeres, y mucho menos si el PP va a necesitar a Vox para gobernar sí o sí. Por eso, desde la calma me cuesta entender que haya mujeres feministas que con su voto puedan contribuir a que lleguen al Gobierno los representantes de la opresión y el poder patriarcal. Eso sí que sería dar la espalda a los feminismos, a no ser que eso es lo que quieran, que no haya pluralidad. En ese caso, es normal que prefieran un cambio de ciclo político para recuperar privilegios.

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