'¡Que te voten Franco y Marcial Dorado!'
Vuelve a la carga la derecha para devolver al centro del debate público la relación del PSOE con Bildu, en un intento por desviar la atención de los pactos del PP con Vox que están tensando a la formación de Feijóo. El ‘¡Que te vote Txapote!’ suena con renovados bríos, como acabamos de ver en los Sanfermines o como le hemos escuchado al senador del PP Rafael Hernando, que, además de arrogarse una amistad inexistente con Gregorio Ordóñez, parlamentario vasco del PP asesinado en 1995 por ETA, ha afirmado que si este siguiese vivo le diría hoy a Sánchez que lo vote Txapote. No sería raro que este 13 de julio, en que se conmemora un nuevo aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco a manos de la banda terrorista, la palabra Txapote se convierta en trending topic.
La hermana de Ordóñez, Consuelo, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), ha calificado de “inmundicia” la declaración de Hernando. Y lleva meses reprobando -al igual que Ana Velasco, hija de la fundadora de la Asociación de Víctimas el Terrorismo (AVT)- la utilización por el PP del lema ‘Que te vote Txapote’ por considerarlo una banalización del terrorismo. En febrero pasado, en una entrevista con Toni Cantó en la televisión que se he vuelto viral estos días en redes, la expresidenta del PP vasco María San Gil manifestaba, en medio de risas con sus entrevistadores, que es un “eslogan perfecto. Tan gráfico, tan directo, tan contundente, que hay que seguirlo repitiendo”. Y añadió: “Si a Consuelo no le gusta, pues lo siento mucho”.
Decirle a Sánchez que lo vote Txapote, uno de los etarras más sanguinarios, no es solo una banalización infame del terrorismo, lo que deberia ser en sí mismo un motivo suficiente para no cacarear la frase. También es una afrenta para numerosas víctimas que rechazan la instrumentalización política de su dolor. Y es, además, un ejercicio supremo de cinismo. Hace 10 años, el hoy bildúfobo portavoz de campaña de Feijóo, Borja Sémper, afirmaba: “Bildu no es ETA, el futuro se tiene que construir también con Bildu” y el PP vasco no tenía problema en llegar a acuerdos legislativos con la formación aberzale. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Se ha vuelto de repente malo Bildu? No. El mes pasado, para no irnos lejos, el PP votó en el Parlamento vasco a favor de una iniciativa de Bildu sobre autoconsumo energético y la portavoz popular agradeció el trabajo al abertzale Mikel Otero. Lo que en realidad ha ocurrido es que la dirección nacional del PP se ha quedado sin apenas argumentos para cuestionar la gestión de Pedro Sánchez de cara a las elecciones generales y los estrategas del partido han considerado que lo único que puede salvarlos es resucitar a ETA, la organización terrorista que abandonó su actividad armada hace 12 años y se disolvió formalmente en 2018. ETA “todavía mueve pasiones”, seguramente diagnosticarán los cerebros de Génova.
Habrá que repetirlo cuantas veces sea necesario: Sánchez no ha tenido nunca un pacto de gobierno con Bildu como los que ha sellado el PP con Vox en varias autonomías y ayuntamientos y el que está decidido a firmar Feijóo si necesita los votos de la extrema derecha para llegar a la Moncloa. Sánchez ha gobernado en coalición solo con Unidas Podemos; con el resto de formaciones –incluida Bildu- ha llegado a acuerdos puntuales para aprobar iniciativas parlamentarias, en especial de corte social. Para quien lo haya olvidado, Sánchez sacó adelante por los pelos su investidura, entre otras cosas porque Bildu y ERC se abstuvieron. Y, también para quien no lo recuerde, la formación vasca ha votado en contra de diversas iniciativas del Gobierno, entre ellas su proyecto estrella, la reforma laboral.
Habría muchos más motivos para decir a Feijóo: ‘Que te vote Franco’. El líder del PP ha dado su bendición a los pactos con Vox, partido que maneja un discurso de abierta inspiración franquista y fascista, cuyo programa electoral es incompatible con la Constitución y con los propios fundamentos de la democracia. Vox, que a día de hoy sería sometida a un cordón sanitario en ciertos países europeos con sólida vocación democrática, ya ha entrado en gobiernos e instituciones territoriales de la mano del PP. Y cabe la posibilidad de que, tras el 23J, entre en el Gobierno central. Pero al partido de Feijóo se le podría decir también que lo vote Franco no ya por su relación con Vox, sino porque el franquismo pervive en parte de su propio aparato y militancia. En el PP aún se sostiene con naturalidad, cuando no con orgullo, que el golpe de 1936 y la posterior dictadura de casi cuatro décadas fueron una respuesta a los desmanes de la República.
También se le podría decir a Feijóo: ‘Que te vote Marcial Dorado’. En varias entrevistas y charlas durante esta campaña, Feijóo ha alardeado de que desde muy joven comenzó a ocupar cargos en la administración pública. Un repaso a su biografía muestra que, en 1992, a los 31 años, asumió la Secretaría General del Servicio Gallego de Salud y que cuatro años después Aznar lo nombró presidente del Instituto Nacional de Salud. Esa entrega al servicio público no era incompatible con su amistad con Marcial Dorado, uno de los capos gallegos del contrabando de tabaco y cerebro de una poderosa organización de lavado de dinero, posteriormente condenado por narcotráfico. Cuando El País divulgó en 2013 las primeras fotos de Feijóo con Dorado en el yate de este, el hoy líder popular lo presentó como pecadillos de juventud y dijo que en ese momento ignoraba las andanzas delictivas de su acompañante, que eran vox populi en toda Galicia. El mismo pasado (finales de los 90) que suele presentar como remoto para difuminar su relación con el capo lo recuerda con claridad, ahí sí, cuando evoca sus primeros cargos en la Xunta y en el Gobierno de Aznar para subrayar su larga experiencia como gestor público. El País divulgó más adelante que la relación de Feijóo y Dorado se prolongó más tiempo del que reconocía el hoy líder del PP, e incluyó vacaciones conjuntas en las mansiones del traficante en Arousa y Baiona, fiestas de Nochevieja y viajes a Portugal y Andorra, a la sazón centro de la evasión fiscal.
Sin embargo, en el PSOE a nadie se le ha ocurrido construir una campaña contra Feijóo con el eslogan ‘Que te voten Franco y Marcial Dorado’, y hacen bien. No solo por razones éticas –que también cuentan, supongo: esa “autoridad moral” que la derecha achaca peyorativamente a los progresistas-, sino por razones tácticas. Las acusaciones de franquismo no harían la menor mella en un partido que no ha roto su cordón umbilical con la dictadura e, incluso, serían recibidas con satisfacción por buena parte de sus huestes. En cuanto a la relación con Marcial Dorado, es improbable que un partido que no castiga en las urnas a sus cargos corruptos y que se cargó a Casado por denunciar un fraude en la Comunidad de Madrid vaya ahora a sancionar las viejas andanzas de su líder por las rías de Arosa, sobre todo en un momento en que el único objetivo es echar a demoníaco Sánchez de la Moncloa.
Peor aun: decirle a Feijóo 'Que te voten Franco y Marcial Dorado' podría tener el efecto adverso de movilizar aun más a los votantes del PP.
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