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Derechos Universales e Incondicionales para salir de la crisis

Viales de la vacuna AstraZeneca, hoy durante la vacunación del personal de la comunidad educativa valenciana de entre 18 y 55 años.EFE/ Kai Försterling

Afonso-Bieito Lorenzo Penela

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1. Vacunas como derecho

Hay crisis que nos duelen: Hostelería, Turismo, Semana santa. O la peor y menos visible, el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema... Necesitamos hablar de estas crisis porque de ellas tenemos que salir todas las personas. Los partidarios de la Renta Básica Universal e Incondicional (RBUI) no somos ajenos a ese problema. En Galicia podemos verlo en su blog o en su facebook. Creemos que la RBUI, precisamente por ser Universal e Incondicional, es especialmente adecuada para cumplir el lema de la ONU: “Non podemos dejar a nadie atrás”.

Pero, por mucho que queramos, la “economía” no se puede salvar por completo si no salvamos la salud previamente. Mientras tanto, es necesaria la Renta Básica de Emergencia acompañada de ayudas complementarias a sectores estratégicos, necesarias pero que van a ser eso, medidas de emergencia, parches más o menos efectivos para las personas y sectores más o menos afectados durante la pandemia. Y la epidemia, causa común de las dos crisis, sanitaria y económica, solo acabará con confinamiento y sobre todo con vacunas para todas y todos. Vacunas que tienen que ser Universales e Incondicionales, como la Renta Básica. Para que también sanitariamente “nadie quede atrás”.

Pero si la Renta Básica se puede implementar, en una primera etapa, a nivel estatal, porque para su implementación sólo se necesita (y no es poco) potestad tributaria, las vacunas solo pueden ser efectivas si desde un inicio se aplican en todo el mundo. Es obvio que el fin de la pandemia de COVID-19 implica vacunas para todos los países, no sólo para los ricos. Lo podemos ver en este enlace de Médicos Sin Fronteras donde, de paso, podemos ver algo que me llama la atención: la lista de estados que se oponen a la supresión de las patentes.

Porque las vacunas para todos como solución para acabar por completo con la pandemia tienen un enemigo muy importante. Y no me refiero a los negacionistas porque, a pesar de ser un problema real, confío en que el sentido común de la mayoría de nosotros haga innecesaria la declaración de vacunación obligatoria. Me refiero a quienes tienen poder sobre las vacunas, que sí dan la impresión de que les falta “sentidiño” o, al menos, que no tienen el suficiente para permitir que las vacunas sean efectivas y rápidas para cumplir con aquello para lo que fueron creadas, poner fin a la pandemia. ¿Será que el poder, especialmente el poder económico, tiene poco que ver con el sentido común? Veamos.

2. ¿Enanos a hombros de gigantes?

Se nos dice que las patentes deben ser respetadas, que son la remuneración de quienes inventaron las vacunas y que de no remunerarlos adecuadamente simplemente dejarán de investigar e invertir. Las científicas gigantes que trabajan para las multinacionales farmacéuticas, esas personas que consiguieron la vacuna tan rápido merecen todo nuestro reconocimiento y todo nuestro cariño y todo nuestro dinero si hace falta. Por supuesto que sí, sin ironías. El esfuerzo ha sido impresionante y quienes hicieron posible la vacuna merecen una recompensa.

Ya, pero, ¿fueron esas personas, las científicas de las empresas, quienes más méritos hicieron? ¿No es mucha coincidencia que tantas empresas hayan tenido éxito? ¿Y todas prácticamente al mismo tiempo? Son geniales, por supuesto, pero ¿no cabalgarán sobre hombros de gigantes? ¿gigantes que en muchos casos, diría que la mayoría, son personas precarizadas? Porque la investigación básica sobre estas vacunas, incluyendo concretamente las primeras basadas en el ARN mensajero, fue precedida de “Investigación pública básica”. La técnica estaba preparada por el sector público. Y, además, ¿no será que “la batalla científica contra el coronavirus la lleva a cabo personal investigador precario o jubilado”, como se explica aquí?

Y aunque hubiera sido así, aunque hubiera sido el personal científico de las empresas el que lograra él solo tan grandes méritos, ¿será ese personal el remunerado? No digo que sus empleadores no les paguen bien, probablemente mejor que a los y las precarias de las universidades públicas, pero los que van a ganar mucho, ¿no serán los líderes de las empresas y los accionistas? Y esos, ¿qué méritos hicieron? Sin demagogia, realmente, ¿cuáles son sus méritos? ¿Arriesgar capital? ¿Alguien se atreve a decir que arriesgaron algo?

Ni siquiera se atreven a hacer públicos los contratos realizados con los Estados o con la UE en su conjunto, aunque podemos conocer algunas cantidades, como las indicadas en esta entrevista con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen: “Hemos invertido 2,9 mil millones de euros en este proceso, por no hablar de los miles de millones de euros que Europa invierte cada año en apoyar un ecosistema de investigación que fomenta esta capacidad...”). Como dice en esta entrevista el eurodiputado Marc Botenga (primer eurodiputado en acceder a la consulta “censurada” de uno de los seis acuerdos para la compra anticipada de vacunas anti-covid-19 por la Comisión Europea: “Pagamos cuatro veces el valor de la vacuna”.

Y no se trata solo de si tienen más o menos derecho a mantener la patente sino que mantener esa patente impide que las vacunas se fabriquen a la velocidad adecuada. Es decir, están provocando muertes y poniendo en peligro a todos, incluidos los ya vacunados, pues la probabilidad de mutaciones más virulentas persiste mientras se mantenga la enfermedad en el mundo. Pero ya cuando se debatió por primera vez la petición de India y Sudáfrica, apoyada por la mayoría de los países de ingresos medios y bajos, se vio la oposición de los “ricos”.

3. Derecho a la vida Universal e Incondicional

Nuevamente debemos exigir el cumplimiento de un derecho humano, el derecho a la vida que, en este caso, se concreta en la exigencia de vacunas que nos permitan vencer la crisis de salud de manera similar a como la Renta Básica nos permitirá derrotar la crisis económica. Universalidad e Incondicionalidad, esas características que tienen, o que deberían tener, todos los derechos: a la vivienda, a los servicios sociales, sufragio, salud , educación...

La batalla no está perdida y se dará hasta que se logre la suspensión. En el momento de redactar estas notas, en su reunión del 10 de marzo, la OMC volvió a negarse a suspender las patentes, ignorando la solicitud del 5 de marzo en un artículo en The Guardian del Director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. La decisión de la OMC quedó pospuesta hasta el próximo debate sobre patentes previsto para junio. Tenemos que actuar. No solo por los “países pobres” sino también por nosotros.

Y, como medida de presión y pensando también en el largo plazo, debemos presionar a uno de los bloques económicos más opuestos a la suspensión, la UE. Porque en este caso, como en el de la Renta Básica, existe una Iniciativa Ciudadana Europea para exigir que la Comisión Europea estudie la suspensión de patentes. Una campaña oficial que merece la pena apoyar pues, de tener éxito, obligaría a la Comisión y al Parlamento Europeos a estudiarla. Por eso os animo a firmarla.

Podes ler este artigo en galego aquí.

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